Ancha fue castilla, que ya no, jalonada
de mojones, de rejones que asomados tras las lomas, erguidos sobre los montes,
haciendo aspavientos sobre todos los rincones y lugares perecen ejercer la
fascinación de lo monstruoso allá donde la vista alcanza. Siempre fue La Mancha tierra de molinos,
siempre fue castilla intuidora de fronteras que los ojos no alcanzaban,
salpicada su inmensidad de castillos que marcaban lindes superadas, y Galicia
despejada y Andalucía playa que arrancaba en Despeñaperros y se dejaba caer al
mar con la suave pendiente de la arena y así podríamos decir de todas ellas.
Hoy no, hoy son peines de púas enhiestas
al cielo que agitan los brazos como gigantes maléficos, hoy son, cuando el sol
se pone guiños y carreras de modernos fuegos fatuos sobre el cementerio de
paisajes que se fueron, que fueron, que matamos, que arruinamos, que igualamos
en fealdad, en falta de identidad, en aras de aún no he logrado saber que.
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