Empiezo a pensar que estaba
equivocado. Empiezo a pensar que tanto tiempo quejándome del abandono de un
plan educativo que se interese por el futuro
y resulta que lo que hay es una lucha feroz por un plan educativo sectario
y aberrante. Empiezo a pensar que tal vez sería mejor que no hubiese plan
alguno antes de que pueda triunfar cualquiera de las tendencias que se adivina.
Aún me parece recordar, sin
acritud y sin añoranza, cuando a mis siete u ocho años, en el colegio de las
monjas, todos cantábamos el “Cara al Sol”, formados en el patio antes de entrar
en clase. Ni mis cuatro años en el colegio de monjas, ni los cuatro posteriores
en uno de curas, en el que el profesor de historia, creo recordar que era el
padre Bernardo, nos leía los hechos del Alcázar y otras lindezas sectarias, en
vez lo que el texto marcaba, texto que tampoco era especialmente objetivo,
consiguieron de mí hacer un adepto a la ideología fascista, ni un ultra
religioso.
Mi entorno, que abarcaba un
amplio espectro de las ideologías posibles, servía de balanza a toda esa
propaganda, rematada por nuestra recordada FEN, Formación del Espíritu
Nacional, que recibíamos en el horario lectivo, y en las actividades
complementarias como ejercicios espirituales, peregrinaciones al cerro de los
Ángeles o excursiones a centros marianos.
No quiero imaginarme que hubiera
sido de mí, de todos los libre pensadores que comparten mi edad como
compartieron mi sistema educativo, si el gobierno franquista hubiera reclamado
el derecho a educarnos, el derecho a trascender nuestra formación para
internarse y fiscalizar la educación ética, en valores, que es responsabilidad,
y así debe de ser por el bien de todos, del entorno familiar del sujeto a
educar.
Es verdad que en ciertos casos
ese entorno cercano del infante o del joven puede ser nocivo, pero seguramente
no más veces, posiblemente menos, que es nocivo el entorno que puede vivir
asistiendo a clases.
Llevo mucho tiempo haciéndome eco
de que esta auto etiquetada izquierda que se supone por la declaración de
ideología en ciertos partidos, no es izquierda, porque ideológicamente son un
desierto, es anti derecha, porque lo único que le preocupa a su discurso es
colocarse frontalmente ante cualquier iniciativa de los partidos de derecha. No
todas las iniciativas de la derecha pueden ser malas, ya se sabe que un reloj
parado acierta la hora dos veces al día. Lo cual supone una carencia de
análisis, una soberbia ética, y un posicionamiento inducido que nada tiene que
ver con una izquierda real.
Sin entrar en detalles, solo
enumerando grandes temas en los que les falla la ideología como una escopeta de
feria: fiscal, territorial, educativa y legal. Una izquierda real no puede ser
nacionalista, no puede mantener un sistema fiscal que incentiva la brecha
económica, no puede ignorar la separación de poderes, no puede pretender ser el
único actor de la educación y formación de los nuevos ciudadanos. Pero lo hace.
Yo supongo, quiero suponer, que
la mayor parte de estos errores obedecen a este posicionamiento frentista vacío
ideológicamente. Y quiero suponerlo porque de lo contrario las declaraciones de
la ministra sobre la “propiedad” de los hijos solo puede despertar los más
negros fantasmas de un socialismo decimonónico y caduco como el que se practicó
en la URSS o en la China de la Revolución Cultural. Represión, adoctrinamiento
y totalitarismo.
No, algún indignado lector ya me
ha identificado en alguna foto de una concentración de VOX. No, insisto, la
iniciativa de VOX ni es iniciativa, ni es de VOX, ni le importa un ardite la
formación de nuestros hijos, como no sea, maldita coincidencia, que adoctrinar,
reprimir y eliminar la libertad. Si, justo lo mismo.
VOX no ha hecho otra cosa que
hacer suya, como iniciativa, algo que no pertenece más que cualquier ciudadano
libre, el derecho a elegir la educación de sus hijos, el derecho a tutelar su
formación en valores y el derecho a que el estado le facilite todos los medios
necesarios para lograr su objetivo salvo que este esté contra las leyes.
Y esta izquierdilla de panfleto y
teatrillo ha picado y se ha lanzado a sacar lo más perverso de sus entrañas
históricas. Ya me veo, si dejamos a la ministra, o los de VOX, a todos los
niños de uniforme con chaquetilla tipo Mao y una gorra visera de color verde
Fidel y con una estrella roja en el frente.
Y es que a mí, en este tema como
en cualquier otro, me gusta llamarle al pin, pin, y al code, code. Lo único que
necesita este país, y casi cualquier otro del mundo, es un sistema educativo
que no dependa de la ideología del gobernante del momento. Un sistema educativo
que sirva para todos los ciudadanos del país, que respete la libertad
individual, la libertad familiar y la libertad en general a la hora de formar a
los futuros ciudadanos.
Lo otro, lo que nos proponen como
suyo, lo que otros contestan sin reparar en el fondo de sus palabras, ni es
pin, ni es code, ni nada tiene que ver con parentalismo alguno.