jueves, 27 de septiembre de 2012

Arte o ¿Arte?


He recibido un precioso video grabado en Pamplona, una muestra emocionante de como el arte que vuelve a su origen popular logra interesar y toca la fibra sensible de aquellos que tienen la suerte de asistir al evento. Yo reconozco que soy asistente asiduo, siempre que puedo, a los conciertos al aire libre que durante la primavera y parte del verano tienen lugar los domingos en el Retiro madrileño. Disfrutar del arte sin convencionalismos, sin elitismos, sin vulgarizaciones, asistir al arte virtuoso y popular engrandece a los artistas y a aquellos que tienen la suerte y la capacidad de apreciarlo.

En un mundo en el que el arte, para mi gusto, está secuestrado por unos intereses económicos que han hecho de su disfrute una parodia de expertos que buscan el beneficio que la capacidad de marcar como arte algo que la mayoría de los demás no es capaz de apreciar, y por tanto de discrepar, y potentados que hacen del arte una inversión siguiendo los dictámenes de los tales expertos, han conseguido que los no expertos que solo disfrutamos del arte cuando el sentido implicado vibra tengamos un mínimo acceso a él.

Total, que yo disfruto del arte a pie de calle, de la banda callejera que me sorprende, que me encandila, que hace que me desvíe de mi camino al escucharla, de esos cómicos de la legua que fuera del arte oficial y de las subvenciones me emocionan, de esos pintores que dando un paseo son capaces de que mi vista los encuentre entre toda una colección de cromos tópicos, de esos escultores que logran que el material que trabajan traslade a mi emoción la de su alma…

Claro que no todo lo callejero no arte y no soporto a ese individuo que armado de un instrumento musical, unas mazas o su simple voz me impone su presencia y además me tuerce el gesto cuando con mi inhibición ante su requerimiento me niego a recompensar el tiempo que me ha importunado. No todos somos artistas y debemos de ser conscientes.

Un arte popular, por acceso y por contenido, un arte devuelto a sus orígenes y propietarios, un arte que huya de “expertos”, “traficantes” y acaparadores, sería más arte y contribuiría, es mi parecer, a hacer del mundo un lugar más agradable y a lo mejor hasta más humano y más tolerante.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Acompañando en el Sentimiento (09-2012)


Hay frases que de tan utilizadas no se dicen, se “sueltan”. Son esas frases que pertenecen a alguna suerte de liturgia. Son frases cuyo origen fue un sentimiento, un conocimiento o simplemente un acontecimiento social.

Es una lástima que en esta cultura que nos hemos procurado la sabiduría, el saber ser y estar que suponen esas frases se haya perdido al mismo tiempo que nuestros abuelos, conocedores profundos de toda esa enciclopedia del saber popular, de la sabiduría parda, y, lo que es más importante, conocedores suficientes del origen y circunstancias que llevaron a su primer enunciado. Los hogares ahora carecen de fuego, la calefacción central permite que cada uno esté en un rincón diferente de la casa. Ya no nos congregamos alrededor de la única fuente calor que entonces había, momento que se aprovechaba para transmitir las historias y el conocimiento. En el mundo actual, tan tecnológico, tan avanzado, tan moderno, en el que cada uno tiene su habitación, su televisión, y los abuelos viven en sus casas, en sus pueblos –o no, pero lejos- o en sus residencias, no tenemos a nadie que nos recuerde ese refrán, ese dicho, esa frase que es la adecuada para las circunstancias de ese momento y entonces “soltamos” una frase que recordamos. A veces la frase es la correcta aunque sea hueca, otras veces nada tiene que ver con la vivencia y otras, y no menos escasas, que suenan parecido a las originales pero no tienen ningún sentido.

Supongo que por este motivo llegan “a buenas horas los boinas verdes”, es imposible comparar a “las churras con las meninas” e incluso no soy capaz de imaginarme como son las “auroras laborales” –tal vez algún sindicalista…-.

¿Y a qué viene esta monserga entre compungida, añorante y resignada?

El otro día se murió el perro de un amigo. Yo ya he comprobado que los perros de mis amigos no son mis perros, ni siquiera mis amigos, son solamente sus perros y yo procuro respetar en todo lo posible sus afectos. Pero cuando oí de labios de alguien cuanto lo sentía comprendí que yo por el perro no lo sentía en absoluto, pero sí que como buen amigo lo acompañaba, al dueño naturalmente, en su sentimiento. Es decir que comprendía su sentimiento y yo estaba allí por él, ni lo compartía, que no sé cómo hacer porciones de sentimientos, ni lo sentía como propio.

Y dándole vueltas me he dado cuenta de que comparto mi desilusión, mi desengaño, mi tristeza con algunos otros congéneres que ven como algunos pocos nos manipulan, nos hacen fracasar ética y económicamente y encima nos llaman tontos
.
Pues eso, que los acompaño en su sentimiento. A los tontos, claro.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Daños Colaterales (05-09-2012)


Este verano, como todos los veranos desde hace años, he jugado el torneo social de futbol sala del club de tenis de mi pueblo.  En este torneo social, cuya raigambre no llega a rancia pero si de gran predicamento entre los socios, juegan equipos de todas las edades, excepto infantiles, en amalgama más divertida que competitiva aunque todos queramos ganar y nos esforcemos para lograrlo.
Las reglas casi inexistentes –se invocan por defecto las oficiales y a veces se discute las de qué año- se aplican por consenso de los jugadores. Si a mí me hacen falta la pito y el contrario a regañadientes la admite o la discute y se acuerda entre todos si se concede o no.
Este año se ha incorporado al torneo un equipo de chavalitos de 14 a 16 años.  Un par de ellos prometían un nivel suficiente de futbol y como equipo de veteranos que somos decidimos jugar a medio gas, no es correcto que un equipo de señores de entre 30 y 50 años pueda hacerle daño a un chavalito por un exceso de pundonor, o por una entrada mal medida.
El partido se desarrolló como era de esperar con un inalcanzable, para nosotros, despliegue físico por su parte pero con dominio por parte de nuestra superioridad técnica y táctica. Nos pusimos pronto 3-0 y empezamos a dejar pasar el tiempo. Pero a principios de la segunda parte, ya cansados, en una jugada rápida marcaron un gol. Y apareció Mr. Hyde.
El líder del equipo –no lo había mencionado, el equipo jugaba con varios y el líder que tenía derecho sobre todos los balones que pudieran ser gol y ninguna responsabilidad en los errores que cometían- que era el autor del tanto salió corriendo hacia la banda, hacia un grupo de niñas de su edad, con gesto de rabia y rechazando a sus compañeros para celebrar con gestos propios de victoria de campeonato lo que no era más que un gol de pachanga. Acabada la celebración  y reanudado el encuentro ese equipo de chavales jugando un torneo social se transformó en el equipo más marrullero y antideportivo con el que yo haya jugado incluso en competiciones más serias. Daban patadas y las negaban, fingían faltas a su favor con aspavientos y gritos que invitaban al duelo por su alma… Su única obsesión era ganar, no importaba como, hasta el punto que finalizado el partido que acabó 5-2 a nuestro favor, el “liderito” se dirigió a nuestro capitán para pedirle que repitiéramos el partido porque uno de los suyos, uno de los nueve, había llegado tarde y eso había “jodido” sus posibilidades, “os ganamos seguro, os tenemos que ganar, sois unos viejos” , concluyo el personajillo con la aquiescencia entusiasta de algunos de los suyos –otros ya se habían ido hasta donde estaban las niñas-.
Juro que lo relatado ha sucedido y que no me estoy inventando algo que seguramente le sonará a todos los que siguen con cierta regularidad la liga de fútbol.  ¿Realmente queremos para nuestros hijos la influencia que ciertos niños mimados económica y socialmente ejercen desde los medios de comunicación?¿Tenemos derecho luego a quejarnos de la pérdida de valores fomentada desde el forofismo y las posiciones anti?¿Quién y cuándo le pondrá remedio? Ganar no es el fin, es una de las recompensas.

domingo, 2 de septiembre de 2012

La Vida en Puertas (11-2006)


A veces, aunque las cosas puedan parecer complicadas, o lo sean, surge una forma de verlas que puede aclararnos las ideas. A mi me gustaría proponerte una metáfora que aclare en no demasiadas palabras las muchísimas cosas que en este momento sientes necesidad de comprender.

Considera que la vida es una estancia con una cantidad ilimitada de puertas que dan a otras estancias exactamente iguales o a armarios. Como cualquier habitación de cualquier casa pero a tamaño vida.

En cada una de las otras estancias habita una persona, y cuando abres esa puerta puedes encontrar el amor, un amigo, la pasión, un maestro, un enemigo o a alguien que no significa nada en tu vida y que olvidarás.

En los armarios vas a encontrar decisiones del tipo, estudiar o no, que estudiar, casarme o no, con quién, a donde ir de vacaciones, trabajar o no, para los demás o para uno mismo.... hasta el infinito.

La vida consiste en ir abriendo puertas para conseguir la combinación de decisiones y personas que nos puedan hacer felices, todas tienen algo a favor y algo en contra y cuantas mas puertas abramos mas posibilidades tendremos de alcanzar la vida que nos apetece.

Se deben de tener en cuenta cuatro factores por los que es imposible alcanzar la felicidad perfecta:

- Hay más puertas de las que podemos abrir por el tiempo que dura nuestra vida
- Cuando elegimos una puerta o la descartamos hay un montón de puertas que quedan cerradas para siempre.
- La educación que nos dan hace que no nos atrevamos a abrir ciertas puertas, o incluso que seamos incapaces de verlas
- La acomodación a una felicidad razonable hace que nos de pereza, o incluso nos incomode, abrir mas puertas

A veces las circunstancias de la vida hacen que de repente estemos insatisfechos con lo que hemos obtenido de ella y entremos en un frenesí de apertura de puertas tal que no llegamos a ver siquiera lo que hay al otro lado, o, lo que es peor, intentemos apurar cualquier cosa que aparezca aunque pueda hacernos daño. En estas ocasiones hay algo que es especialmente dañino y frustrante, intentar copiar, apoderarse, compartir la fórmula de la felicidad de los demás, porque la felicidad de cada uno es una combinación única de puertas que hay que abrir personalmente y sopesar más cuanto menos tiempo nos quede. Aquello famoso de Napoleón: “Vísteme despacio que tengo prisa”

En todo caso, y es algo a tener en cuenta, estoy convencido de que todas las puertas han de ser abiertas desde ambos lados y todas las combinaciones vividas, simultanea o secuencialmente.

Camino de Vuelta (16-10-2011)

Desde fuera de mi acabo de tender la mirada. Desde fuera de mi he intentado ver lo que el espejo me oculta. Desde fuera de mi he intentado verme como tu me has visto y perdida la identidad de la mirada no he conseguido reconocerme entre todos los otros, vosotros, ellos.

He estado incluso a punto de perder el camino de vuelta, el hilo de plata que une mi alma a mi cuerpo. Y en medio de esa ignorancia de mi mismo he estado tentado de abandonarme a ese nuevo universo de no identidad, sin ego, sin disfraz, sin necesidad, pero me di cuenta de que también sin pensamiento.

He vuelto pues en busca del mi mismo que cotidianamente manejo aunque a veces, en algún momento, no renuncie a asomarme fuera de mi y tender la mirada desde fuera de mi cuerpo