Cuando Stanley pronunció la
mítica frase contaba con la ventaja de que no habría muchas otras posibilidades
en el entorno en el que estaba. Pero no siempre las circunstancias son tan
favorables.
Hoy, si alguien pronunciará la
frase que da título al artículo pensando en mariano Rajoy, y viendo lo sucedido
en el congreso, se encontraría con una respuesta sorprendente: No, Rompetechos.
Es cierto que el acreditado
dontancredismo de nuestro, al parecer, hasta ahora presidente del gobierno nos
ha acompañado durante varios años y más de una legislatura. Es verdad que nos
hemos acostumbrado a la indiscutible pericia del presidente en la ejecución de
tan complicada arte del toreo. Que sí. Pero el problema del Don Tancredo es que
como por casualidad el toro tropiece con el pedestal en el que se sustenta y lo
mueva, o derribe, solo quedan la carrera hacia barreras o la cogida que siempre
resulta peligrosa.
A mí la postura del señor Rajoy, su
pertinaz apuesta por la inmovilidad, su suicida decisión de sostenella y no
enmendalla y no permitir a su partido una salida digna que le dé oportunidad de
rearmarse para volver a la batalla es, cuando menos, de una miopía propia de un
Rompetechos de la política.
Todos hemos oído como Pedro
Sánchez le ofrecía la salida de la dimisión. Yo diría que incluso se la
suplicaba, porque no creo que ni él se considere preparado para la tarea que
inopinadamente, estoy seguro, se le viene encima. Todos lo hemos oído reiterar
el ofrecimiento mientras el actual presidente encaramado en su barril seguía inmóvil
y mirando al tendido. A un tendido que mañana, muy previsiblemente, le dará la
espalda a la espera de no tener que ver la cogida que se augura, la debacle que
va a permitir a Ciudadanos ganar, salvo sorpresa, las próximas, de siguientes y
no necesariamente de cercanas, elecciones como única opción liberal votable,
salvo para militantes, claro.
Y esa miopía política, ese
empecinamiento irresponsable, esa terca decisión de no moverse un palmo, se lo
va a llevar por delante. A él, y a su partido. A él y a un país que respiraría
aliviado con otra salida que no fuera esta y comprueba como la falta de visión
de un personaje incapaz de ver la verdad de lo que le rodea lo condena a un
gobierno que no desea.
La sentencia de la Gürtel
trasciende lo judicial. Trasciende los nombres y las inocencias, porque señala
un comportamiento inaceptable. Y entre los señalados los ciudadanos de a pié,
se nos den las explicaciones técnicas que se nos den, percibimos las siglas de
un partido salpicado una y otra vez por el mismo mal, la corrupción
institucional. ¿Qué no es el único? Claro que no ¿Y eso que soluciona? ¿De
verdad el “y tú más” es una opción de defensa?
No sé si los planes del PP, con el
señor Rajoy a su cabeza, es bloquear al gobierno que emane de esta moción. No sé
cuál es la estrategia que creen tener, pero yo le haría una pregunta ¿Bloquear
el funcionamiento de un país para salirte con la tuya no es lo que se le
reprochaba a Pedro Sánchez? ¿Es patriótico secuestrar a todo un país para
demostrar la razón propia? No. No lo era antes y no lo es ahora.
Yo creo que el PSOE no puede
gobernar secuestrado por una necesidad permanente de cesión a las presiones de
sus socios de votación. Este gobierno nace bajo la sospecha de tener que pactar
con separatistas y nacionalistas y causar un daño irreparable. Y sin el apoyo
de los ciudadanos. Sin el apoyo siquiera de todos los socialistas. El problema
es lo que cree el PSOE, lo que se sienta obligado a hacer para permanecer en el
machito porque las encuestas le auguren un abismo electoral insondable.
Debo decir que Pedro Sánchez ha
estado en sus últimas intervenciones torero, gustándose, en hombre de estado.
Ahora hay que esperar a sus hechos, que me temo que no nos gustarán tanto. Pero
si alguien me pregunta yo solo puedo considerar que hay un culpable, Mariano
Rajoy transmutado de DonTancredo en un Rompetechos de vía estrecha.
Dimita, señor Rajoy, dimita,
aunque sea por España.