Llevo una larga temporada dándole
vueltas en mi cabeza con inquietud, con resignación, con envidia. Llevo, en
realidad, toda la vida comprobando como los demás países de nuestro entorno,
civilización, “mundo”, e incluso los de otros, se agrupan en torno a unos
símbolos que parecen identificarlos incluso cuando se matan entre ellos. Y
mientras en el nuestro la tendencia es la de que esos mismos símbolos nos
separen y enfrenten.
Y no lo entendía. Y digo no lo
entendía porque creo que atisbo una posible explicación. Ya la anticipaba don
Machado, el señor Antonio, en su poema, pero creo que no se ha verbalizado,
explicitado, expuesto, con el rigor y la claridad debidos. No sé, porque ni mi titulación,
ni mi experiencia, ni mi humildad intelectual me lo permiten, aseverar que todo
el problema tiene un origen histórico, que todo el problema es una consecuencia
de eso que ahora llaman geopolítica, esto es, de la situación geográfica de
nuestra península que ha hecho que a lo largo de la historia todo el que
quisiera entrar o salir, subir o bajar, y de paso echar una siestecita de
siglos, lo tuviera que hacer por este solar que es la península ibérica.
Que alguien quería salir del
Mediterráneo para explorar nuevas costas, nuevos mares, nuevos horizontes, por
la península Ibérica, y montamos unos puertos base para facilitar las idas y
venidas, y viceversa. Que alguien en el norte de África quería expandirse hacia
Europa, tres cuartas de lo mismo, y viceversa.
Y la consecuencia inmediata es
que tenemos una historia en la que, por periodos, hemos sido conquistados,
reconquistados y conquistadores. Es decir, que nos hemos pasado tooooda la
historia con un enemigo enfrente, sin parar. Un sinvivir que, sospecho, ha sido
el origen de que en España no seamos capaces de tener una visión conjunta, un
objetivo compartible, la capacidad de emprender tareas comunes ni a corto, ni a
medio, ni a largo plazo.
Que un gobierno promueve una ley,
el primer objetivo del siguiente es derogarla o mejor hacer una contraria si es
posible. Que alguien tiene una idea brillante, lo primero es ver si podemos
descalificarlo personalmente, profesionalmente, humanamente. Porque, señoras y
señores convenzámonos, España es un país de antis.
La gente en general no es de esto
o de aquello, no, la gente es de esto o aquello porque esta contra lo otro. Voy
a intentar poner algún ejemplo y seguro que lo entienden mejor.
Tomemos el reciente incidente de
Rossi y Marquez, creo que hasta los que no siguen habitualmente el deporte han conocido
el tema. Mientras Italia en bloque se ponía del lado del piloto de su país y
negaban hasta lo evidente, el derribo intencionado de Marquez, en España había,
casi, más voces a favor de Rossi que de los dos pilotos españoles implicados en
el suceso, y además víctimas, uno por activa y otro por pasiva. Rossi había
cometido una felonía, era italiano y recibía el apoyo de los españoles…
insólito. Si, insólito si este fuera otro país.
“¿Por qué?” que preguntaría otro
divisor de las afinidades patrias. Porque en España cualquiera que tenga éxito
lo primero que debe de contar es cuantos detractores tiene. Si no tienes
detractores es que eres un fracasado, un “mindundi”, un donnadie. Así que Márquez,
el campeón del mundo más joven de la historia del motociclismo, y Lorenzo, el
primer piloto español competitivo en la categoría grande de este mismo deporte,
lo primero que generaron al tener éxito fue un abundante, y por supuesto feroz,
club de antis, y estos antis se encontraron con un amigo común y se hicieron de
Rossi, no por empatía, no por simpatía, por antipatía. ¿Y los que apoyaron a
Márquez y a Lorenzo? Seguramente eran anti Rossi, bueno, y alguno habría,
seguro, que fuera capaz de posicionarse sin ser anti, espero.
Es así que el primer paso para
ser del Madrid es ser anti atlético y anti barcelonista, y viceversa. Que el
primer paso para ser de izquierdas es ser anti derechas, y viceversa. Que el
primer paso para ser catalán es ser antiespañol, y viceversa. Que el primer
paso para ser progresista es ser anti taurino, anti católico y anti
tradicional, y viceversa.
Por eso, desgraciadamente, para
posicionar a alguien, en España, no debes de preguntarle a favor de que está,
si no en contra de que, en contra de quien, en contra de cuando, solo así te
podrás hacer una verdadera imagen del perfil de tú interlocutor, y,
posiblemente, viceversa.
Pues eso, que mire a donde mire,
use el ámbito que use, hable de lo que hable, siempre, inevitablemente, con furia
vesánica, porque esta es una de sus principales características, encontraré en
primera línea de trinchera, luchando con una ferocidad digna de mejores logros,
toda una cohorte de antis dispuestos a oponer la sinrazón de sus
descalificaciones a cualquier argumento que se intente aportar.
Eso sí, y viceversa.