viernes, 28 de febrero de 2014

Es Lo Que Hay

Me levanté esta mañana y repasando en las redes sociales las últimas entradas de mis conocidos, para lo que aprovecho el ratito del desayuno, me encontré la reseña de un artículo publicado en Francia en el año 2003 que se titulaba: “Los Poetas Volverán”. Mi primera reacción fue matizar ese título y cambiarlo por el de volverán a ser escuchados, pero tras leer el artículo me maticé a mí mismo y lo cambié por volverán a ser populares, gente que escucha y escribe a, de y para las gentes cotidianas que le rodean y entonces volverán a ser escuchados, porque nadie desoye su propia voz.
Ya en el siglo de oro el enfrentamiento entre Quevedo y Góngora nos anticipaba el posterior devenir de la poesía en particular y del arte en general. Por un lado lo popular, lo cotidiano, el verso que vivía y convivía en las calles, en los corrales, en la parte más barriobajera de los palacios, el sentimiento y la chispa, y por otro lado la búsqueda estética, elitista, culta y más fría del verso trabajado y parido con recursos más literarios e incapaz de ser apreciado por el pueblo llano con el que ni estaba ni se le esperaba.
Esta escisión inicial se ha ido marcando cada vez más, se ha ido ahondando cada vez más, se ha ido distanciando cada vez más, hasta que la llegada del arte experimental y elitista, la llegada del artista profesional y por tanto del mercantilismo más desapegado del pueblo que no puede pagarlo, o no reconoce el valor que el mercado tasa para la obra, lo ha convertido en popularmente inaccesible. Es ya la época de los lienzos en blanco con un cuadro negro en la esquina superior izquierda, -descripción y a la vez título-, es la época de la música dodecafónica y otras tendencias musicales “solo para expertos”, de las novelas mediocres literariamente y vacías de vivencias que por mor de la publicidad mercantilista se convierten en grandes ventas -muchas de ellas decorativas y que no serán abiertas jamás-, y de una poesía solo aplaudida por sus círculos más allegados, políticos o culturales, y que una vez degustada en la intimidad uno tiene que leer y releer para conseguir entender que no hay quien la entienda.
Hemos condenado a la poesía, a la literatura, a la transmisión viva de la vivencia y el sentimiento populares, a refugiarse en dos guaridas tan irreconciliables como sospechosas e inaccesibles para la gente de a pie, para los habitantes cotidianos de un mundo que se está quedando sin voz, sin conciencia, sin capacidad de reacción ante el brutal ataque de unos poderes solo interesados en su propio bienestar y la más sumisa esclavitud de los irónicamente llamados ciudadanos. Hemos condenado a la poesía, a la literatura, a su difícil supervivencia en círculos exclusivos por reducidos donde juntarse los iniciados, en unos casos para escuchar alguna inaudible voz que tiene interés en comunicarse, en otros casos para firmar contratos que permitan al “autor” su acceso a la élite de los promocionados profesionales.
No sé cuál será el devenir de la poesía, de la literatura, del arte. No sé ni siquiera si existe ese futuro  o las maquinas correctamente programadas sacarán a la luz las obras más convenientes para el mercado y los intereses de la cúpula dominante mientras algunos malditos en antros y esquinas se jugarán su libertad y su prestigio desafiando a la cultura oficial y ofreciendo unos retazos de creatividad, de mayor o menor calidad, pero de creatividad humana y popular. No sé si el fenómeno internet, y la capacidad de colgar la propia creación y ofrecerla libremente, conseguirá romper ese dominio mercantilista que ahora se ejerce, o sucesivas actuaciones acabarán por eliminar también esa posibilidad. Tal vez incluso este esperanzador medio muera no solo por la intervención exterior si no por el exceso de información que supone y la incapacidad, imposibilidad, de que se acaben encontrando el autor y el espectador que harían saltar la chispa.
Aun así también es posible que los poetas, los literatos, los artistas, vuelvan alguna vez a su origen, a su función primordial, la de notarios de su tiempo y de sus gentes, transmisores de los logros íntimos de humanidad y de sus cuitas y alegrías, y dejen de ser funcionarios del dinero y el poder, valga la redundancia. Y entonces volverán a ser escuchados. Es posible

Yo por el momento me declaro más de Sabina que de Alberti, más de Mortadelo y Filemón que deDan Brown, más de Antonio López que de Tapies, más de Cole Porter que de Karlheinz Stockhausen, más de las casas de comidas y tabernas que de las estrellas Michelín. Es lo que hay. 

martes, 18 de febrero de 2014

Una Larga Cambiada

Nos torean, en el sentido literal de la expresión. Nos sacan al ruedo de la opinión, nos torean con argumentos que nos dividen y nos hacen débiles porque nos obligan a mirar hacia donde no es y luego nos matan, en carne propia o en carne ajena, que, en sentido gremial de ser humano, tanto me da, porque la muerte ajena la acabo sintiendo como propia y porque la muerte es lo único en esta vida que no tiene vuelta atrás.
Quince muertos que son, que desgraciadamente serán, en realidad cientos, miles, a lo largo de los años, pero quince muertos para sostener una larga cambiada que nos vuelva a centrar en el engaño triste, cruel, del falso debate sobre si se ejerció una violencia desmesurada sobre unos señores que intentaban traspasar violentamente una frontera. Que si los que lo intentaban eran unos pobres inmigrantes, que si los que lo evitaban eran unos crueles policías, que si los que lo intentaban eran unos peligrosos delincuentes, que si los que lo evitaban eran unos inocentes servidores de la ley. De todo habría en ambas partes y nada de eso deberíamos de preocuparnos porque el daño ya estaba hecho de antes y por todos.
Ya de por si el que hubiera dos bandos, dos partes, ya de por si la simple, y xenófoba, denominación de inmigrante es ofensiva para cualquiera que se sienta ser humano, ya el concepto inmigrante es moralmente insostenible. La culpa no es de quien quiere alcanzar un lugar en el que mal vivir, marginalmente, miserablemente a veces, explotado y siendo reo de perjuicio ajeno por esa explotación, es un paraíso deseable desde una miseria, desde una explotación, que en origen es inconcebiblemente mayor. La culpa es de una civilización, de un desarrollo político, que ha hecho de su compartimentación, de su concepto de chiringuinto exclusivo, territorial y económicamente, un motivo más para que los de dentro se sientan superiores, o diferentes, o inferiores, o agraviados, o explotados, o amenazados, o cualquier otro sentimiento que al que maneja el cotarro le interese respecto a los del otro lado de la inmoral, impuesta, virtual frontera.
Cuántos muertos, ¡cielo santo!, cuántas vidas, cuanta inteligencia desperdiciada en mover y sostener  unas lindes que no tienen otro beneficiario que los de siempre, ni otros sacrificados que los de costumbre, los peones que las habitan, ni otros argumentos que los inmemoriales: el falso agravio, la diferencia inexistente, la intolerancia, la compartimentación del poder, el reparto innoble e interesado del territorio para aquellos que pretenden acapararlo.

Mientras existan las fronteras, mientras acojan privilegios a costa de los perjuicios ajenos, mientras las musiquitas y los colores no nos dejen en la cama igual, mientras las palabras “inmigrante, “emigrante”, designen una cuestión legal más allá del simple movimiento físico, mientras las pertenecías, políticas, religiosas, étnicas o culturales sirvan para diferenciar, ofender, ser ofendido, atacar, o ser atacado, el único debate que ese me alcanza es: ¿que mierda pinta esta raya aquí?.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Los Trileros

La verdad es que me siento como si estuviera en una partida múltiple de trileros, esos señores que juegan con tres vasos y una bolita que nunca está donde tú piensas, bueno en realidad que nunca está. Y esto me pasa con la política. Uno me da vueltas a la bolita de un debate y me da varias razones que no son ninguna de las que deberían de preocuparme, y el otro trilero que está enfrente me avisa del engaño y me invita a jugar en su mesa donde tampoco va a estar la bolita que me permita ganar.
Esto me está pasando con el debate sanitario. Todos me dicen donde debería estar la bolita, todos me ponen ante las narices vasos llenos de razones para poder elegir su opción pero ninguno me da la posibilidad que realmente me interesa, la única razón a la que están obligados. Los veo con pasmo y zozobra debatir si molinos o gigantes intentando distraer con sus rápidas manos mi vista del único objetivo real del debate
Yo no quiero para mí ni para nadie una sanidad de peor calidad, con peor cobertura o que suponga un mayor gasto. Oigo decir a mi lado y compruebo por experiencia y datos que el modelo público está trufado de abusos y dispendios. Oigo del otro lado que el modelo de gestión privada es torticero y poco creíble. Pienso yo para mí que ambos razonamientos son ciertos y que pretenden que elija un modelo u otro.
Pues bien, me niego, me niego a que me engañen unos u otros, o los unos y los otros, que finalmente es lo que sospecho. La sanidad pública no puede ser una guarida de trincones, de aprovechados, de detentadores de prebendas y  de intocables. La sanidad privada no puede ser la hucha con la que ciertos políticos se van a dotar poniéndola en manos de amigos y deudos para mayor provecho y escarnio del ciudadano, perdón del contribuyente, de a pié. Quiero una sanidad pública saneada, eficaz, libre de aprovechados y detentadores de derechos inalienables. Quiero una sanidad privada cuyo beneficio se nutra de lo que consiga ahorrar sin recortar ni un ápice de una gestión decimonónica, burocrática y viciada.

Quiero una gestión eficaz que me permita mantener la sanidad que tengo y se me importa un ardite que se llame, o que sea, pública o privada, socialista, comunista o popular, porque para empezar no creo, no me lo permiten ni con sus actos ni con su historia reciente, que sean capaces de reconocer la eficacia o la verdad ni aunque les pisen un cayo. 

domingo, 2 de febrero de 2014

De Trincones y Linchadores

Se han puesto de moda. No hay noticiario en televisión que no recoja un tumulto de linchadores anónimos e indignados ante una cámara de televisión con la cara crispada y el insulto amartillado, con el ansia de golpear cualquier cosa que les pille cerca y la indignación en forma de baba mediática saltando de la boca como metralla añadida al insulto que es el proyectil principal. Solo senecesitan unos ingredientes básicos: la entrada de un juzgado o comisaria, un imputado mediático que garantice la cámara de televisión y un espacio conveniente para poder dar una cierta continuidad a la acción y garantizar una densidad mínima de masa linchadora.
Al parecer ciertas universidades ya están planteando la inclusión en sus planes de estudio de un master en linchamiento audiovisual incluyendo asignaturas tales como:
-     El insulto: Graduación de la voz, tono y selección para conseguir una mayor atención de las cámaras
-          Situación estratégica y adaptación al espacio. Como situarse para lograr un mayor enfoque y los movimientos necesarios para permanecer ente la cámara
-          Expresividad. Gestos y actitudes que permiten un mayor impacto en los medios audiovisuales
-          Expresión oral. Como contestar a las posibles preguntas de los medios para garantizar la mayor difusión posible
-          Motivación, sus secretos. Ejercicios y técnicas para adquirir el estado anímico requerido
-    Historia. El linchamiento público a través de la historia. Gracia, Roma, la Edad media, la Inquisición, la edad moderna
-          Matemáticas adaptadas. Planteamiento matemático para cálculo de ángulos y espacios. Cálculo de masas críticas en función del espacio y la notoriedad del personaje.
-   Capacitación técnica. Estudio de los principales modelos de cámaras, micrófonos y sus características técnicas. Evaluación de la difusión en función de los medios técnicos desplegados.
Claro que a lo mejor yo soy un mal pensado. A lo mejor todas esas personas que pierden el aspecto humano y la dignidad en su afán de agraviar a un personaje notorio, casi nunca notable, del momento lo hacen de forma espontánea y realmente indignada. Se han tomado la molestia de indagar trabajosamente a quien, cuando y donde le van a dar un paseíllo y con gran dificultad y sacrificio allá que se van para poder desembarazarse de esa decepción, esa pena, esa indignación que posteriormente expresarán en forma de rabia extrema y desenfrenada.
En estos hipotéticos casos yo siempre me acuerdo de aquello que una vez le oí decir a mi amigo Pedro: “Aquí el único que puede presumir de no ser maríca soy yo que lo he probado y no me ha gustado”. En un país de trincones, empezando por mí mismo, donde los oficinistas se llevan a casa el papel, los bolígrafos y las gomas de borrar, las señoras de la limpieza las bayetas y los limpiacristales, el personal sanitarios las vendas y los medicamentos y quién más y quién menos se nutre de aquello a lo que tiene acceso uno no puede por menos que pensar que en la ecuación que manejan los linchadores se omite un término.
Yo vengo a insultarte porque eres un chorizo, un ladrón y un sinvergüenza, y, y esta es la parte que nadie estará dispuesto a admitir, porque la vida te ha dado la oportunidad de pillar lo que a mí me hubiera gustado.

Y por supuesto mis disculpas a los que habiéndolo probado….