domingo, 22 de julio de 2012

Re-recaudación (27-02-11)


Me siento incapaz de alcanzar escribiendo el exceso de velocidad de disparates con el que el actual Gran Impostor ha decidido castigar a una población que le vuelve las espaldas, al tiempo que alivia su única cuita, su única, en realidad, vocación. Recaudar. Porque al final esa es la única necesidad del Gran Impostor, alimentar las necesidades que él mismo crea formando una espiral que solo acaba donde el contribuyente es capaz de volver a ser ciudadano y dice “¡Basta ya!”, si es que al final del proceso alienante queda alguien capaz de pensar o de plantarse.

Dice cierto economista y tertuliano de Onda Cero que el mejor amigo del hombre no es el perro, si no el chivo expiatorio, y yo añado que el límite de velocidad es el chivo expiatorio de las arcas del Gran Impostor.

En 1973 se limitó por primera vez la velocidad a 120 Km/h debido -¡que casualidad!- a la guerra arabe-israeli que encareció el petróleo y lo puso a unos precios que el Gran Impostor de entonces, que además casi no recaudaba impuestos, no podía pagarlo. El argumento fue el mismo pero hoy cuatro o cinco generaciones de motores después, dos generaciones de vías más tarde, con motores catalizados, con un consumo medio de casi la mitad de los de entonces se reduce aún más la velocidad y en las vías principales que, si no estoy equivocado, son aquellas en las que se puede mantener una velocidad fija de crucero, no tienen curvas que obliguen al cambio de marchas, no tienen paradas y arranques, no tienen pendientes, es decir no tienen nada de lo que obliga a utilizar el cambio de marcha y la aceleración desigual, que al final es lo que incrementa el consumo. Sin embargo en la red secundaria donde se dan todas estas características es donde no se reduce la velocidad.

Soy un mal pensado, solo se reduce la velocidad allí donde está instalado el mayor parque de radares, por no decir la práctica totalidad, allí donde para hacer caja bastan unas cuantas fotos y una pareja de la guardia civil y la culpa de pagar lo que a veces no tiene es del irresponsable, del incívico, del delincuente, del tonto útil, del contribuyente que voluntariamente se presta a la recaudación, a la infame e infamante recaudación, del Sheriff de Sherwood de turno y otros ladrones asociados al rey Juan de estos tiempos, al Gran Impostor.

Y una última consideración. Las personas que estén acostumbradas a respetar el límite de 120 y no tengan un limitador en su vehículo será incapaces de medir su velocidad aparente y adecuarla a la nueva sin estar permanentemente atentos al velocímetro. Claro que mirar con insistencia el velocímetro o el GPS o el teléfono móvil, o cualquier otro instrumento, objeto o cualquier otra actitud que presuponga distracción también es sancionable por no poner la atención necesaria en la conducción.

¡¡¡¡Claro, es eso!!! Acabo de darme cuenta, a partir del momento en que entre en vigor la norma todos los que salgan a la carretera serán sancionados, unos por no respetar los límites y los otros por mirar fijamente al velocímetro. Y si se ve que se escapan muchos se hace una modificación a la ley y todos los que compren un artículo que tenga que ver con el automóvil, por ejemplo una revista de coches, pagarán un canon por posible mala utilización de las carreteras.

¡¡¡Por fín!!! ¡¡¡La VERDAD al desnudo!!!.

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