Cumplida la fase de recuento de unas elecciones llega el
momento de analizar los resultados. Esos datos que convenientemente manejados
demuestraN que nadie ha perdido y que incluso los que han obtenido menor
respaldo han ganado porque las circunstancias los abocaban a una situación
peor. Solo varían las palabras, los que las dicen y el argumento, que no
siempre resulta coherente.
Las elecciones de ayer no son en esto diferentes a todas las
demás. Fuera de los autoanálisis, que nunca contemplan una autocrítica, todo ha
sucedido según lo previsto y la larga lista de vencedores, casi todos, ha
desfilado por las pantallas de televisión compartiendo y repartiendo entusiasmo
y motivos.
Dentro de lo entrañable y habitual de los comportamientos no
todos los vencedores salen a proclamar su victoria ni todos los perdedores
figuran en las listas. Primero porque las listas hablan de siglas impersonales
y segundo porque hay muchos que juegan en la retaguardia de los partidos.
Aún con todas estas consideraciones vamos a intentar una
lista desapasionada de vencedores y vencidos.
Vencedores:
1. Indudablemente
el mayor vencedor de la noche ha sido el PSOE. Por votos, por escaños y por
estrategia ha sido sin duda el que mayor rédito ha sacado, aunque lo de la
estrategia haya sido tan simple como agitar un fantasma y hacerlo crecer para
movilizar los miedos que nunca existieron. La cercanía de los resultados de las
elecciones andaluzas jugaron a su favor. Los resultado de las andaluzas, los
fantasmas y el partir desde la posición de gobierno eran demasiada ventaja
incluso para Pedro Sánchez
2. Pedro
Sánchez como líder que ha conseguido pasar de ser defenestrado por su partido a
ganador de las elecciones sin más mérito conocido que haber “escrito” un libro
de auto alabanza y promover unas medidas sociales que por más deseables que
sean ahora hay que dotar económicamente. Su deriva hacia una izquierda más dura
ha conseguido captar a muchos de sus votantes que habían emigrado hacia
Podemos.
3. Ciudadanos
y su líder, Albert Rivera, que ha conseguido incrementar considerablemente su
representación y obtener un resultado que lo equipara con el PP, con la
diferencia de que Ciudadanos va hacia arriba y el PP se despeña a los peores
datos de su historia
4. Núñez
Feijoo que refugiado en su Galicia ha dejado pasar un turno a la vista de los
previsibles resultados, demostrando ser un buen estratega que puede presentarse
ahora ante las bases de su partido y los electores como el hombre que consiguió
que en su territorio Vox no consiguiera ni un solo escaño.
5. Soraya
Saenz de Santamaría, simplemente porque ha perdido quién la apartó de su camino
hacia la presidencia del partido.
6. E.R.C.
que aumenta mucho su representación y se presenta como interlocutor principal
para buscar una solución al problema territorial catalán. Tal vez el tono
desafiante e independentista de su intervención haya sido un poco excesivo,
pero en todo caso eso son declaraciones en caliente que el tiempo y las
necesidades matizan.
7. Bildu,
nos pese a quién nos pese, que duplica su representación en el parlamento y que
demuestra hasta qué punto las políticas territoriales españolas se mueven en
una tibieza que hace crecer los problemas.
8. Vox,
que consigue irrumpir con un número considerable de diputados en el Parlamento.
Muchos más, algunos pequeños partidos, algunos líderes
refrendados, pueden considerarse victoriosos ante sus partidarios a la vista de
los resultado obtenidos.
Peros si la lista de vencedores es siempre interesante no hay
duda que la de vencidos tiene un morbo peculiar:
- El PP, que ha perdido
votos a diestra y siniestra sin que las buenas palabras, la nueva imagen o
su deriva hacia la derecha para tapar la herida que le ha provocado la
aparición de VOX le hayan servido para paliar una derrota histórica y un
desplome hasta cotas olvidadas desde tiempo de AP y Don Manuel.
- Pablo Casado que apostó
por volver a los tiempos duros y desembarazarse de personas que parecían
valiosa e incluso, electoralmente, mucho más fuertes que él.
- Mariano Rajoy Brey, que
con su negativa a dimitir y convocar elecciones en su momento es
corresponsable de la situación creada, de la cesión del gobierno al PSOE y
del cataclismo sufrido por su partido.
- José María Aznar, como
principal valedor de Pablo Casado y casi único apoyo. El fracaso de su
pupilo es su propio fracaso. En su caso es hasta cruel lo de que “nuca
segundas partes fueron buenas”
- Podemos, que poco a poco,
o no tan poco a poco, va perdiendo aquel impulso inicial en el que se
veían gobernando, primero, cogobernando después y echando una manita, la
misma que le servirá para pedir unas migajas, para que gobierne el PSOE
después de estas elecciones. Su posición real será, antes o después, la
que en su momento ocupaba IU cuyo espacio ha heredado y cuyo techo
compartirá.
- Pablo Iglesias, porque ni
siquiera la llegada de él a la arena electoral consiguió romper la
tendencia a la baja. Su cesarismo y su costumbre de rodearse de personas
más interesadas en la boutade y el autobombo que en la razón o el estado,
es una factura que paga “su” partido, cada vez menos poblado por las
mejores mentes de sus principios.
- Puigdemont y sus
marionetas que han visto como los sobrepasaba ERC y se quedaban como una
fuerza marginal del independentismo catalán. A nada que se descuide tendrá
que renunciar a su palacio y trasladarse a Casa Flora o a la cárcel que ha
intentado evitar.
- Vox, que a pesar de su
irrupción ha quedado por debajo de la mitad de sus expectativas
seguramente más fundadas en el ruido que la izquierda ha hecho para
asustar con su presencia que en datos reales. Confundir la necesidad ajena
con la virtud propia suele tener malas consecuencias y en el caso de Vox,
como antes en el de de Podemos, su representación irá disminuyendo porque
su forma antipática, casi chulesca y matonista, de presentar sus
propuestas no sirve para mantener el nivel de indignación necesario para
que los voten, antes al contrario acaba produciendo hastío por la
virulencia del mensaje.
Y hasta aquí podemos hablar de
vencedores y vencidos, pero hay también, al menos, un olvidado, alguien que no
parece que vaya a encontrar consuelo en los vencedores ni ayuda en los
vencidos, el estado español.
Los tiempos por venir, a nivel
mundial, pintan bastos y es hora de ahorrar y guarecerse, de afianzar y
gestionar, y el problema de las posibles alianzas que apuntan para gobernar
apuntan a subidas de impuestos y falta de gestión de los recursos para llevar
adelante políticas sociales que no por necesarias, por justas, pueden ser
acometidas en circunstancias desfavorables.
Los fantasmas de una nueva crisis
son menos etéreos que los de una extrema derecha que nunca fue otra cosa que
una derecha radical inflada convenientemente por aquellos que la necesitaban.
Las urnas acaban contando la realidad de un pequeño fantasma que nunca llegó a
materializarse del todo. La economía ni avisa ni se vota, azota y se lleva el
bienestar presente, e incluso futro, en cuanto quién tiene que hacer gestión
solo entiende de recaudación.