domingo, 28 de marzo de 2021

La calidad democrática (IV)- La dignidad

Sin duda uno de los índices representativos de una democracia madura, plena, convencida de serlo, es la dignidad. La dignidad con la que los representantes respetan a los representados, la dignidad con la que se conducen, la dignidad que, como espejo público de todo el demos, son capaces de transmitir con sus actos.

Esta reflexión podría, fácilmente, terminar en este párrafo, si esa dignidad fuera respetada, valorada, enaltecida por aquellos que tras las votaciones deberían de convertirse en garantes y paladines de esa dignidad. Desgraciadamente la realidad, la cruda y la muy hecha, presenta en la vida pública un panorama desolador, un panorama de voceras, mentirosos, trileros y faltones, un catálogo insuperable de indignos representantes del demos, elevados a su condición de parlamentarios, gobernantes, senadores y otras indignas dignidades, por unas leyes que no permiten al demos elegir libremente.

En España, porque es lo que me ocupa y preocupa, la dignidad de los elegidos es nula, es tan nula que diría, que me atrevería a aseverar, que nula es la dignidad de los candidatos, porque estoy convencido de que ya su intención cuando se presentan es indigna, que ya se presentan con intención de enfrentar, de mentir, de engañar y de llevárselo crudo. Sí, es injusto generalizar, pero no es menos injusto que ser representado por una mayoría de impresentables.

La indignidad es difícil de medir, por muy evidente que sea, así que si buscáramos una unidad de medida que nos diera una idea de su dimensión, no se me ocurriría otro índice que el de dimisiones espontáneas por escándalo, y que en nuestro país no es cero porque la excepción confirma la regla.

Claro que el demos, enfangado en la indignidad de sus representantes, tiene su propia cuota de culpabilidad en ese ambiente general en el que todo vale, en el que todo se obvia dependiendo de quién lo haga, en el que se permiten, e incluso se jalean, las indignidades como si fueran gracietas, travesuras, ocurrencias de las que se pudieran admitir complicidades.

El indigno clima de enfrentamiento, me atrevería a decir odio si no fuera tan terrible, tan extremo, al que los llamados líderes de los partidos nos llevan arrastrando desde hace ya muchos años, nos ha convertido en una sociedad para la que la primera reacción es el insulto, la vejación, el linchamiento, el frentismo, todas ellas actitudes indignas, anti democráticas. Aunque la mayor indignidad de tales indignidades resida en el sectarismo desde el que se practican, en la postura de argumentar que tales indignidades se cometen desde una razón, con argumentos, porque tan indignos son los tales argumentos como lo que pretenden, lo que creen,  denunciar.

Tal vez  nadie repare en ello dada la general ausencia de dignidad de la que hace gala nuestra sociedad, ellos y nosotros, pero la dignidad es un valor tan complejo, tan sutil, tan frágil, que cuando se le niega a otro huye de nosotros mismos, incluido el autor de estas letras, que no por denunciar tiene mayor dignidad que sus lectores. La dignidad es un valor colectivo, la dignidad es un valor que se fortalece cuando se otorga y que nadie puede reclamar para sí mismo. No existen los dignos en una sociedad indigna, y a esto nos arrastran nuestros representantes, empezando por esos de los que somos cómplices, en mayor o menor medida.

He deslizado en algún momento la palabra escándalo al definir el índice de medida de la dignidad, y seguramente algunos ya se han ido directamente a los escándalos económicos, los más llamativos, los más aireados, pero no los más dañinos a nivel de dignidad social. Siempre existirán los trincones, los aprovechados, los sinvergüenzas, los ladrones, pero esos lo serán tanto en la vida pública como en la privada, la condición de esas personas es una condición personal que en nada afecta a la dignidad de la sociedad, salvo que la misma sociedad esté corrompida.

No, a mí lo que me escandaliza, lo que me hace desesperar viendo como pierden su dignidad, como dilapidan la mía, son esas sesiones parlamentarias donde el insulto, el sectarismo, la mentira más soez y flagrante, son los únicos argumentos que se exhiben, argumentos con los que se invita a la mentira, se incita al odio, se fomenta el insulto y se niega la dignidad al demos. A mí lo que me asusta, me deprime, me indigna y me nubla toda esperanza, es contemplar la desfachatez, la miseria moral con la que todas esas indignidades son cometidas mientras el demos es ignorado, despreciado, abandonado, sumidos en el olvido sus problemas reales, acuciantes, cotidianos.

Y si el demos es ignorado, despreciado, abandonado, olvidados sus problemas, sin duda también lo es la democracia, el sistema de gobierno que debe de preservar el poder y la dignidad del demos.  

sábado, 27 de marzo de 2021

Cartas sin franqueo (XXI)- La física de dios

Me comentabas que habías leído unas declaraciones de una actriz, Najwa Nimri, en las que decía que íbamos a encontrar a dios en la física cuántica, y, añadía, que dios está detrás de los números. Ya te lo dije, me parece una postura inteligente desde el punto de vista del buscador, aunque sigue pareciéndome una postura inocente.

Por supuesto que dios está detrás de los números, y de las letras, y de los símbolos y de todo aquello que signifique búsqueda y conocimiento, pero para poder empezar a hablar de este tema, como de cualquier otro tema, existe una cuestión previa, fundamental, que puede facilitarnos el camino de la conversación, que puede, incluso, determinar que cualquier intento de conversación es inútil, y que puede acabar en una discusión de palabras sin oídos que las escuchen, determinar cuál es el concepto de dios del que pretendemos hablar.

Existen no menos de tres maneras fundamentales de intentar asomarse a dios, la religiosa, la filosófica y la matemática, aunque la matemática no es menos filosófica que la que plantea el pensamiento puro, simplemente utiliza el camino de desentrañar las leyes del Todo para acercarse a su origen, en tanto que el pensamiento puro intenta llegar a lo mismo desde la observación y la reflexión.

Si tu acercamiento a dios es puramente religioso cualquier intento de debate se debe de realizar a través de la propia religión, ya que, teóricamente, en sus textos y tradiciones vienen perfectamente marcados los límites y herramientas que un creyente puede manejar para su búsqueda, y parte de unas verdades incuestionables que no pueden ser debatidas, verdades que, en muchos casos, son precisamente el origen del cuestionamiento racional de esa creencia. Y hablo, fundamentalmente, de las religiones reveladas, de las religiones monoteístas  que predominan en el mundo occidental, porque otras religiones, como la indú, o las mitologías griega, o romana, o escandinava, no son más que herramientas, galerías de personajes que sirven para explicar lo inexplicable a través de mitos y narraciones que humanizan, que hacen cotidiano, lo que siendo habitual no puede alcanzarse de otra forma. O por explicarlo con otras palabras, las mitologías humanizan, las religiones monoteístas divinizan, y en esa divinización hacen incuestionable cualquier cuestionamiento.

Sin embargo, filosófica, matemáticamente, el esfuerzo de acercamiento a dios, a un dios no corpóreo, no antropomorfo, se hace justamente a partir de cuestionar las verdades incuestionables, a partir de buscar “pruebas”, razones, leyes, que expliquen procesos depositados en manos divinas por la religión. Muchas veces ignorando, o pretendiendo que se ignore, por interés, por deformación del mensaje, que las manos divinas contienen todo, son depositarias de todo, y que ese todo suele ser absolutamente todo.

A veces el origen de las discrepancias entre ambos ámbitos parte de una simple cerrazón, como puede ser la contraposición de evolucionismo y creacionismo, que solo se entiende desde la exigencia de literalidad por parte de los creacionistas, pero que sin embargo, y para cualquier mente abierta, cuentan la misma historia de dos formas diferentes, desde dos puntos de vista distintos. Otras veces, sin embargo, y según profundizamos en el conocimiento, conciliar las dos visiones es más problemático, en muchas ocasiones porque lo que ambas partes ignoran, aún, es más relevante que lo que conocen.

Si, en el fondo puedo de estar de acuerdo con las declaraciones de la actriz, la ciencia va desvelando leyes, revelando conocimientos, que la ignorancia atribuía a dios, o que, simplemente, explica sucesos que el desconocimiento envolvía en una narrativa en la que dios asumía el rol de propiciador. Pero cuanto más conocemos, cuanto más desvelamos, mayores y más extrañas nos van resultando las incógnitas por despejar.

Dios, su esencia, que no su presencia, siempre residirá en la parte ignota de la inexistencia, o de la anti existencia, o de la existencia. En el origen y el fin de todo. Dios, ese dios al que intentamos alcanzar desde la lógica, desde la física, desde la razón, incluso al que se invoca desde la religión, siempre nos resultará inasequible, inalcanzable.

Siempre, dada la escala en la que el hombre es capaz de moverse, será ese plus ultra que nos está vedado, y mientras tanto nuestra orgullosa ciencia nos seguirá vendiendo que es capaz de alcanzar el conocimiento total, como si tal cosa existiera.

Volviendo al debate ciencia versus religión que tu comentario ponía sobre la mesa, dios es una intuición religiosa, y la física cuántica es una intuición científica, y siendo ámbitos diferentes buscan convicciones diferentes. Vayamos, por ejemplo, a lo que ambas intuiciones definen como el origen, el principio. Explica la física que todo se originó con el BIG BANG, y como, a partir de entonces, y durante eones, todo se fue separando y conformando. Explica el génesis, que todo se originó en un acto volitivo de dios, y, durante siete días, todo se fue separando y conformando. A mí me parecen dos narraciones diferentes de la misma historia, dos narraciones que únicamente difieren en los términos utilizados buscando la posibilidad de comprensión de los oyentes. En un caso, el actual, el oyente es una sociedad con unos conocimientos científicos de una cierta amplitud, en el otro, el oyente era una tribu de pastores que solo entendían conceptos como dios, el desierto y el  ganado.

Solo nos quedaría saber quién le explicó hace varios miles de años, a aquellos pastores nómadas, con tanta precisión, el nacimiento de la existencia. Descubrir quién conocía el mecanismo de la generación y fue capaz de construir un relato creacionista asumible por aquellas mentes.

Como decía un conocido, con una convicción más inocente que sabía: “Poco a poco todo se sabrá”. Poco a poco iremos explicando a dios, pero la vida, nuestra vida, nunca nos dará para alcanzarlo.

miércoles, 17 de marzo de 2021

La calidad democratica (III)- Los poderes

Una de las premisas fundamentales de una democracia llevada a sus más altas cotas, consiste en la separación absoluta de poderes, de esas fuerzas capaces de ejercer un control unas sobres otras, y cuyo equilibrio e independencia garantizan la igualdad de los ciudadanos, ocupen la posición que ocupen, social, económica o políticamente.

Aunque siempre se invocan tres, la verdad es que los poderes son cuatro, y deberían de ser cinco. El poder ejecutivo, que reside en el gobierno, el poder legislativo, que reside en el parlamento, y el poder judicial, que reside en la judicatura. Desde el último cuarto del XIX la prensa, la radio desde principios del XX, desde mediados del XX la televisión, y desde principios del XXI internet, configuran un cuarto poder que es la comunicación, la capacidad de llegar a todos y opinar sobre todo.

Y hay un quinto e ignorado poder, el poder que sanciona los otros poderes, el poder sujeto de la actuación de todos los poderes, el poder popular, el demos griego que da nombre y características al sistema, y que es el más denigrado, olvidado y maltratado de los cinco poderes.

Se supone, en una democracia real, plena, que es este quinto poder el que delega su capacidad de administración en unos representantes que utilizan esta delegación para actuar en nombre y representación del demos, y digo que se supone porque la única función que se le permite, en la democracia española, es la de ejercer el voto. Voto sobre el que, una vez ejercido y durante cuatro años, no tiene ninguna capacidad de control, ninguna posibilidad de rectificación, ninguna opción a ser retirado, modificado, exigido. Voto que queda diluido, ninguneado, desvirtuado, en unas estructuras de poder que lo usan para justificar sus propios criterios, que modifican a capricho y sin rubor lo expuesto al demos para ser elegidos, que maniobran sin pudor para intervenir y apropiarse de los otros poderes, que se permiten considerar que entre sus atribuciones está la de educar a quienes cometieron el error de elegirlos como representantes.

El demos, maniatado por unas leyes electorales que tienen más interés en dar el poder a los partidos que en respetar unas reglas leales de juego, se siente maniatado, ignorado y acaba aburrido de las continuas añagazas que se perpetran en su nombre, en unos enfrentamientos permanentes que no siente como suyos, en unos debates de problemas que nada tienen que ver con los suyos cotidianos.

Y son estas mismas estructuras de poder, los partidos, los causantes últimos de todos los males de la democracia española. Son estas mismas estructuras de poder quienes, en aras de unas ideologías minoritarias, intentan apropiarse de una cuota cada vez mayor de todos los poderes, de tal forma que la votación, objeto último, base, de una democracia plena, acaba convirtiéndose en un mero trámite, en un ritual estético de periodicidad más o menos conocida.

El cuarto poder, salvo internet, y depende, está en manos de grupos de presión, empresariales, que marcan unas pautas de apoyo a los partidos. Todos sabemos que cabecera leer, escuchar, ver, consultar, según el color ideológico que nos interese. No es ningún secreto. Y la labor de información, que inicialmente se le suponía, ha devenido en una labor de opinión, y, en algunos casos, muchos, de adoctrinamiento en favor de aquella ideología con la que se ha alineado.

No sale mejor parado el poder judicial, intervenido desde el principio por el poder legislativo, mediante las cuotas de nombramiento de miembros del Consejo General del Poder Judicial por parte del parlamento, cuota que no solo no desaparece, como debería, si no que se quiere alinear aún más con la sensibilidad de una mayoría simple del parlamento, lo que permitiría eliminar la participación de minorías. Lo que es una forma de marcar políticamente la sensibilidad del poder judicial ante los debates de calado ideológico que nada tienen que ver con el quinto poder, salvo en los perjuicios derivados de esos debates.

Por no entrar en el proyecto que quita la capacidad de instruir al poder judicial, y lo pasa a manos de la Fiscalía, órgano dependiente del poder ejecutivo, y cuya cabeza máxima es nombrada por el presidente del gobierno, lo que nos lleva, de facto, a que solo se puede juzgar lo que el gobierno considere conveniente, cuando lo considere conveniente y con las proposiciones que considere convenientes. Un prodigio de independencia y de transparencia.

Sobre la nula independencia que el poder legislativo tiene respecto al poder ejecutivo, es tan obvio que es innecesario argumentar. El presidente del gobierno suele ser, al mismo tiempo, presidente del partido mayoritario de la cámara de representantes y es difícil, suponiendo que sea posible y suponiendo que él mismo lo sepa, cuando habla como hombre de estado o cuando como militante de su partido.

Así que, en cierta manera, y basándose en unas mayorías puramente ficticias, podremos observar que el mismo partido, sus miembros, presiden el gobierno, presiden las cámara legislativa, eligen a una parte de la dirección de poder judicial, pertenecen a los consejos de dirección, cuando no son propietarios, de los principales grupos de opinión y dicen representar al demos, que asiste atónito, aburrido, desesperanzado, a la farsa, cuando dicen “digo”, cuando dicen “diego”, y cuando incurren en las contradicciones y mentiras más flagrantes.

No. Visto lo visto, no me parece que la calidad democrática de España sea espacialmente homologable. Ni siquiera el mejor de los males posibles. Aunque todo esto no quiera decir que los demás estén mejor. Pero, para mí, y espero que para la mayoría del demos, espero que el mal de muchos no sea el consuelo de tontos. Nuestra democracia, en realidad “partitocracia”, es manifiestamente mejorable, y todos deberíamos luchar por mejorarla. Empezando por lograr una auténtica separación de poderes.

domingo, 14 de marzo de 2021

La calidad democrática(II)-Los representantes

Otra pata mejorable de la democracia en España es la de los candidatos. El sistema de listas cerradas provoca tantos sinsentidos que a veces uno no tiene más remedio que ponerle apellidos a este sistema, y una democracia con apellidos ya no es exactamente una democracia.

Son varios los problemas que aquejan a esta forma de pretender la representatividad de los votantes, y ninguno de ellos es un problema menor.

El primer problema es la separación de poderes, concretamente de los poderes ejecutivo y legislativo. Tal como se ha configurado el sistema, ambos poderes están en las mismas manos, lo que impide un control efectivo del gobierno por parte de las cámaras. Habitualmente el presidente del gobierno coincide lamentablemente con el presidente del partido mayoritario en la cámara baja, o, al menos, con el presidente del partido que ha logrado el apoyo mayoritario de las cámaras, con lo que el control del partido sobre el gobierno, control que se pretendía ejercer, ha dejado de existir. De hecho el partido mayoritario preside el gobierno, preside la cámara y comparte portavoz con el gobierno o con la cámara, lo que supone, de facto, una identidad entre el poder legislativo y el ejecutivo.

El segundo problema, y mayor, es la falta de representatividad de los candidatos. Los electores tienen que optar entre listas en las que la mayor parte de los candidatos son unos perfectos desconocidos, perfectos desconocidos que muchas veces ni siquiera pertenecen a la circunscripción por la que se presentan y jamás la representarán. Claro que los que sí lo son tampoco, ya que en la mayoría de los casos serán igual de desconocidos cuando al acabar la legislatura, y, aparte de cobrar sus sueldo, sus dietas varias, y desgastar lo imprescindible el asiento, vuelvan a sus casas con el dedo, el de pulsar el botón del voto, más desarrollado y la vista, la de percibir que les ordena votar el jefe del grupo, más agudizada.

Y esa es otra ¿Por qué pagar tantos sueldos, si al final solo vota uno?, bueno, todos votan lo que dice uno. ¿No sería más razonable, en este sistema, que hubiera un señor que tuviera tantos votos y los presentara en las votaciones? Además así nos ahorraríamos el bochorno de los tránsfugas y de oír, con estos castos oídos, que ellos se deben a los votantes, cuando los votantes lo son de sus listas y a ellos ni los conocen.

Pero con ser este tema grave, que lo es, y mucho, no lo es menos que este sistema nos incapacita para votar a la gente que consideremos más acorde con nuestras expectativas, que demuestre un mayor acercamiento a nuestros problemas y a nuestras simpatías. ¿Por qué no puedo yo votar a distintos candidatos, con distintas sensibilidades si los considero adecuados? Claro que entonces se correría el riego de que un cabeza de partido no saliera elegido y sí alguno de sus secundarios. A mí me parece una opción realmente democrática, al menos mucho más democrática que las listas cerradas.

Pero, para los partidos, las listas abiertas tienen un peligro aún mayor que el anteriormente apuntado, que pueda presentarse algún candidato independiente, alguna persona de prestigio social y reconocida valía que esté fuera de las férreas disciplinas de los partidos, y que salga elegido por amplia mayoría, lo que supondría la deslegitimación para los partidos y su apropiación de la representatividad popular. Incluso un varapalo para la traumática división de la sociedad que representan las ideologías.

El tercer beneficio de las listas abiertas sería evitar un parlamento lleno de figurones que han sido colocados en los escaños por méritos en el partido o cercanía con el líder de turno y que no cumplen las expectativas mínimas de rigor, conciencia e interés, que se le suponen a un representante popular.

Este mismo sistema es el que nos lleva a políticos desempeñando ministerios y cargos para los que no tienen la preparación básica necesaria, un proyecto coherente de evolución, y, ni siquiera, una experiencia mínima en la sociedad, experiencia que solo se logra con el trabajo y compartiendo los problemas de día a día, para poder afrontar las soluciones a esos problemas que desconocen.

Sí, la democracia española es manifiestamente mejorable. Mejorable consiguiendo una correlación real entre los votantes y los votados, pero eso jamás se logrará con listas cerradas en las que unos y otros se desconocen, se ignoran y representan un absoluto desapego.

domingo, 7 de marzo de 2021

La calidad democrática (I)-Los números

 

Se dice por ahí, se habla, se comenta, que la calidad democrática de España es mejorable, manifiestamente mejorable, a lo que otros contestan que España es una democracia plena. Yo digo, porque para eso me he puesto a escribir, que estoy absolutamente de acuerdo con la necesidad de mejora de la democracia española, pero seguramente, con toda seguridad, mis demandas para una democracia plena, que no tenemos, son radicalmente diferentes, ellos radicales políticos y yo mero pensador, en su forma y en su fondo.

Es cierto que la verdadera democracia es la directa, la asamblearia, pero la democracia directa es inviable cuando se sobrepasa un ámbito numérico corto o se alcanza una complejidad que obliga a que todos los días haya que tomar decisiones e iniciativas. Una tribu, en la que todos los integrantes se reúnen a diario a comer, a contar historias o a tomar decisiones, la democracia directa es posible, pero eso es inviable en la complejidad del mundo moderno y su globalidad, por lo que estamos inevitablemente abocados a una democracia representativa. Pero es precisamente en esta, en su forma de enfocarla y desarrollarla, en su ley electoral, donde se producen los primeros problemas de representatividad.

Empecemos por analizar los números y empezaremos a ver dónde flaquea el concepto de democracia en nuestro país. Datos de las últimas elecciones generales según el diario “El Pais”.

Una de las primeras premisas de una democracia es que todos los votos valen lo mismo, circunstancia que no sucede en nuestro país ya que al dividir a los votantes en circunscripciones más o menos grandes, sus votos tienen un valor diferente según la circunscripción en la que voten. Este primer cuadro analiza la diferencia entre el sistema actual y el idóneo de circunscripción única. Las primeras columnas reflejan los datos según la actual ley electoral, los tres últimos reflejan los mismos datos con circunscripción única y sus diferencias. Los votos reflejados con más son consecuencia de los votos por sufragios sobrantes  en un primer recuento, y consecuencia de la última columna.

Partido

Votos

%

Escaños reles

Escaños c. única

Diferencia

Resto votos

PSOE

6.792.199

28,3

120

99

-21

0,05

PP

5.047.040

21,0

89

73+1

-15

0,50

VOX

3.656.979

15.2

52

53

+1

0,20

Podemos

3.119.364

13,0

35

45+1

+11

0,50

Ciudadanos

1.650.318

6,86

10

24

+14

0,01

ERC

874.859

3,64

13

12+1

=

0,74

JXCAT

530.225

2,21

8

7+1

=

0,73

PNV

379.002

1,58

6

5+1

=

0,53

EH Bildu

277.621

1,15

5

4

-1

0,02

Más País

559.100

2,33

3

8

+5

0,15

CUP

246.971

1,03

2

3+1

+2

0,60

CCA-PPC-NC

124.289

0,52

2

1+1

=

0,82

Na+

99.078

0,41

2

1+1

=

0,43

BNG

120.456

0,5

1

1+1

+1

0,75

PRC

68.830

0,29

1

1

=

0,01

Teruel existe

19.761

0,08

1

0

-1

0,28

PACMA

228.856

0,95

0

3

+3

0,32

Abstención

8.746.855

23,77

0

0

0

0

Abs. técnica

3.746.855

10,0

0

0

0

0

En blanco

217.227

0,9

0

0

0

0

Nulos

249.487

1,02

0

0

0

0

Recortes 0

35.042

0,15

0

0+1

+1

0,52

PUM+J

27.272

0,11

0

0

=

0

M País CHA-

23.193

0,10

0

0

=

0

Mes esquerr

18.295

0,08

0

0

=

0

AXSI

14.046

0,06

0

0

=

0

 

 

 

350

340+10

 

 

 

Y en un ejercicio de democracia sin filtros, fuera de un porcentaje de errores de censo y de otro tipo, que he fijado aleatoriamente en un 10 %, considero los resultados respetando la abstención, el voto en blanco y el voto nulo como  votaciones activas de personas que no se sienten representadas por ninguna de las opciones que se presentan, lo que obligaría a tener en cuenta a esos no representados como escaños vacíos, pero que votan abstención en todas las actuaciones parlamentarias.  Curiosamente veremos que la abstención es el partido más votado, es decir, el que más escaños ocuparía en ese parlamento hipotético.

Partido

Votos

%

Escaños

% real

Escaños

Diferencia

Resto votos

PSOE

6.792.199

28,3

120

20,14

71+1

-48

48.367

PP

5.047.040

21,0

89

14,96

53+1

-35

59.298

VOX

3.656.979

15.2

52

10,84

38

-14

4.169

Podemos

3.119.364

13,0

35

9,25

33+1

-1

60.054

Ciudadanos

1.650.318

6,86

10

4,89

17

+7

12.436

ERC

874.859

3,64

13

2,59

9

-4

7.745

JXCAT

530.225

2,21

8

1,57

5+1

-2

48.495

PNV

379.002

1,58

6

1,12

3+1

-2

89.964

EH Bildu

277.621

1,15

5

0,82

2+1

-2

84.929

Más País

559.100

2,33

3

1,65

5+1

+3

77.370

CUP

246.971

1,03

2

0,73

2+1

+1

54.279

CCA-PPC-NC

124.289

0,52

2

0,36

1

-1

27.943

Na+

99.078

0,41

2

0,29

1

-1

2.732

BNG

120.456

0,5

1

0,35

1

=

24.110

PRC

68.830

0,29

1

0,20

0+1

=

68.830

Teruel existe

19.761

0,08

1

0,06

0

-1

19.761

PACMA

228.856

0,95

0

0,67

2+1

+3

36.164

Abstención

8.746.855

23,77

0

25,93

90+1

+91

75.715

Abs. técnica

3.746.855

10,0

0

0

0

0

0

En blanco

217.227

0,9

0

0,64

2

+2

24.535

Nulos

249.487

1,02

0

0,73

2+1

+3

56.795

Recortes 0

35.042

0,15

0

0,10

0+1

+1

35.042

PUM+J

27.272

0,11

0

0,08

0

=

27.272

M País CHA-

23.193

0,10

0

0,07

0

=

23.193

Mes esquerr

18.295

0,08

0

0,05

0

=

18.295

AXSI

14.046

0,06

0

0,04

0

=

14.046

 

 

 

350

 

337+13

 

 

 

No voy a hacer interpretaciones, y en esta primera entrega me limito a exponer los números. Los números de una democracia mejorable.