viernes, 23 de mayo de 2014

Jornada de Reflexión



Pues aquí estoy, cumpliendo con mi obligación ciudadana de reflexionar. Claro que a lo mejor, y dado mi carácter generalmente díscolo, no estoy reflexionando sobre lo que debería, o al menos no en el sentido que se supone que debería.

Reflexiono, ya hace muchos años, sobre el secuestro de mi voto. Y me explico:

- Mi voto no es más que un dato perdido en un laberinto matemático estadístico que no produce el efecto de que yo pueda elegir a quien desee. Porque a mí me gustaría elegir a personas cuyo criterio y capacidad tuviera contrastados, dejando de lado ideologías, y pudiera exigirle su coherencia en el desarrollo de su labor como diputado elegido por mí. Pero sin embargo tengo que elegir un bloque de nombres la mayor parte de los cuales, posiblemente los más honrados y capaces, ni conozco ni sé que labor van a realizar más allá de pulsar el botón que le ordene el que va el primero de la lista, o de los listos que tanto me da. Que puestos así y dados los tiempos de recortes que vivimos lo lógico es que eligiéramos a uno, el del botón, y que le dieran tantos votos. Seguro que a la hora de que se encienda ese panel tan bonito con lucecitas de colores no se notaría la diferencia. La diferencia lumínica, claro está, la económica seguro que sí.

- Mi voto es una expresión clara de la frustración que siento. Porque ya que no puedo votar lo que quiero tengo que votar contra lo que no quiero, y dado que lo que no quiero es este sistema electoral y la proliferación de unos personajes dignos de una galería de los horrores, políticos y morales, y su encastramiento como casta en la sociedad, no tengo una alternativa en la que mi posición no sea manipulable por los manipuladores. 

- ¿Por qué no puedo votar lo que quiero? Opciones de voto: guatemala, guatepeor, yo no soy esa, pío pío que yo aún no he sío (varios), vaya disparate (varios), en blanco, nulo o no votar. Toda una galería de posibilidades.

- No puedo saber el valor real de mi voto, depende. Mi valor como ciudadano depende de donde viva. Mi valor como ciudadano depende de lo que mi lugar de residencia signifique dentro del mapa elegible. En Europa mi voto no vale lo mismo que el de un alemán o el de un rumano. En España mi voto no vale lo mismo que el de un catalán o el de un extremeño. En mi autonomía o en mi ayuntamiento el valor de mi voto depende de una extraña ley, la ley D´Hondt, que viene a determinar cómo se reparten los restos. Y a mí siempre me da la impresión de estar entre los restos. 

- Mi voto solo sirve para que el día siguiente a la votación en un ejercicio imposible de cinismo todos me expliquen que han ganado y que a partir de ahí se sienten legitimados para tomar las iniciativas más contrarias al verdadero pensamiento moral de quienes tuvieron la ocurrencia de elegir la lista de sus siglas. Bueno, al moral, al económico, al ético, al social, al… 

- Mi voto, por el simple hecho de existir en las listas de votantes, me incapacita para quejarme del absoluto despropósito ético y político en el que vivo, porque si he votado legitimo a los que están porque han tenido más votos, sean los que yo he votado u otros, y si no he votado no tengo derecho a protestar porque no he puesto los medios para que los despropósitos los cometieran otros distintos. Es de decir: “además de poner la cama…” invirtiendo el refrán que tanto monta.

Y aquí estoy. Reflexionando en el día de la reflexión. Pero dado que el pensamiento que sale de esta reflexión está pasando de escatológico a peligrosamente insocial, o antisistema, que al final viene a ser el camino que nos dejan a los que estamos en desacuerdo sin parar en barras para expresar la frustración que sentimos, va a ser mejor que lo deje. 

Aunque ya puestos, una última reflexión. Antisistema es todo aquel que está en contra del sistema, o chiringuito, tal como está montado, aunque el régimen, sí, el actual, pretenda enseñarnos, grabarnos a golpe de medios de comunicación afines, que antisistema es alguien enmascarado con una barra de hierro o un cóctel molotov en las manos.

Y ahora voy a seguir reflexionando íntimamente sobre algo realmente importante. Voy a reflexionar sobre el resultado del partido de esta noche. A favor de quién, y es lo importante, lo tengo claro.

viernes, 16 de mayo de 2014

Eterno o Infinito

La vida del hombre será infinita cuando pueda alcanzar a pie el centro de una galaxia, comer con dios y volver a su casa en una única jornada.
La vida del hombre será eterna cuando dios le devuelva la visita.

lunes, 12 de mayo de 2014

Turismo sexual

Definitivamente los años empiezan a dejar secuela en mí. Es la única explicación que encuentro a mi desconcierto.  O eso, o que mis neuronas ya desarboladas por los años no consiguen captar con cierta objetividad las cosas que suceden en el mundo que me rodea.
Paseaba yo por el centro de Madrid disfrutando de la bonanza de este fin de semana pasado cuando un cartel publicitario me llamó la atención. A pesar de que lo había ya sobrepasado volví sobre mis pasos para comprobar lo que mis ojos creían haber escrutado.
Siempre he creído en la igualdad de los seres humanos sin excepciones, bueno, no mintamos, casi sin excepciones. Tengo algún vecino y algún conocido que hacen temblar mis fundamentos ideológicos, pero son una excepción. Todos los seres humanos son iguales para mí sin importar su sexo, o tendencia sexual, su religión, su raza, su posicionamiento ideológico o que le llamen paella a cualquier arroz que se encuentren.
Pues eso, paseaba yo en mi autocomplacencia ideológica por el centro de Madrid cuando un cartel hábilmente colocado es la esquina de las calles Velázquez y Alcalá hizo que mi felicidad fuese duramente zarandeada por las dudas, primero hacia lo que leía, segundo hacia mi capacidad para entender este mundo, o, para expresarlo mejor, a los habitantes de este mundo y concretamente a los de este país.
Llevo años entendiendo, compartiendo, promocionando el rechazo hacia ciertas personas que consideran ciertos destinos turísticos como destinos de turismo sexual. Considero vergonzoso que ciertas condiciones sociales marquen a un país y a sus hombres o mujeres como  objetivo comprable, sea para prácticas sexuales o de cualquier otro tipo, porque lo que me escandaliza no es el sexo, no, si no que la desigualdad social en el mundo genere unas situaciones de necesidad que inciten al comercio humano.
No entendí bien que cuando el turismo sexual lo practicaban los hombres fuera repugnante pero que si lo practicaban las mujeres era liberador e igualitario y ellas unas avanzadas. Ni lo entendí ni lo entiendo.
Y llegando al cartel de marras tampoco entiendo que se presuma hasta la exhibición publicitaria de convertir Madrid en la capital mundial del turismo gay. Ande cada cual con su sexualidad y la disfrute, es su elección y su vida, pero si estamos en contra del turismo sexual debemos de estar en contra de todo el turismo sexual, y salvo que la posición gay no sea sexual, el turismo gay es turismo sexual, o no, aquí me pierdo.
En este caso siempre me acuerdo de mi amiga María José, lesbiana sin tapujos, que me decía: “A mí me dan vergüenza ajena ciertas exhibiciones públicas, sobre todo cuando pienso que si eso mismo lo hicieran otros colectivos los machacarían”.

Pues eso, en definitiva, eso. Igualdad, o como mínimo coherencia. Dejemos de condenar o ensalzar la moral ajena y preocupémonos cada cual de la nuestra, que seguro que aún nos queda trabajo por hacer.