miércoles, 22 de agosto de 2012

Singladuras Liberadoras (12-10-2011)


Vivir el ocaso incluye la reflexión, la languidez, y en medio de los ocres, naranjas y violetas de una puesta de sol, buscando con la única voluntad ejercida el rayo azul, ese mítico rayo que es el último sobre el horizonte que el sol emite en su despedida, sentado en las rocas, junto al mar, embargado, poseído por su movimiento y su sonido, casi sin querer vi partir en un buque de ensueño a mis preocupaciones en una singladura en busca de respuestas.

Estaba ya casi el cielo negro con incrustaciones de luz, apenas unos luceros, cuando recuperé el dominio de mi ser y al levantarme fui por primera vez consciente de que en el mar, alejándose entre las olas con el aparejo de esperanza totalmente desplegado, se alejaba de mi una parte del lastre que hacía más pesada mi vida.

Dese entonces he ido dejando en distintos mares, en distintos cielos donde vuelan con gracilidad, mis naves de dudas y esperanzas. Desde entonces siempre que tengo oportunidad y tiempo miro, me abstraigo, me dejo ir en la languidez de la mirada perdida que espera encontrar la nao deseada, esa mirada que solo conocen los que viven de la esperanza de que el mar, el cielo, les devuelva aquello que le han confiado.Rara vez mis esperanzas se confirman, pero siempre dejo alguna nueva nave en su inmensidad. De gran calado algunas, de bajura muchas, otras apenas barquichuelas que transitan por la orilla. 

Alguna ha vuelto con las respuestas esperadas, alguna sin carga, las más siguen su singladura y mi mirada las sigue esperando. Pero según avanza mi vida, según alcanzo y avanzo mi ocaso,  soy más consciente de que solo me volveré a encontrar con todas ellas, con mi totalidad, cuando yo mismo en una nave postrera me aleje de mi orilla, me adentre en el mar en busca de otros puertos, de otras rocas, cuando se acaben las preguntas, cuando deje de esperar los regresos.

Culpabilidad (06-10-2011)


Ayer estuve en el psiquiatra. No, no tengo intención de dar ninguna explicación que permita suponer que padezco algún tipo de trastorno que justifique la visita, primero porque seguro que padezco algo que tenga nombre médico y segundo porque no me da la gana. Ayer estuve en el psiquiatra y punto, y lo menciono porque es necesario para continuar.

A pesar de que no me hizo preguntas obtuvo una cantidad considerable de respuestas. O soy un bocazas o el titulo de la puerta tiene un efecto psicológico de incontinencia verbal o han perfeccionado hasta límites insospechados el sueño de Torquemada. Eso si, seguramente Torquemada lo consideraría excesivamente limpio.

El caso es que me enseñó un cuestionario que contenía una pregunta que me tocó en herida abierta ¿si tu no te enteras de que alguien hace algo contra ti existe su culpa?¿O la tuya si tu  lo haces respecto a otro?

Ya, todos hemos contestado de inmediato, con rotundidad, con una moralidad contrastada, pero… “Ojos que no ven, corazón que no siente”, ¿os suena?...

Hace un par de meses alguien que hizo un comentario insidioso y descalificante sobre mi se disculpó diciendo que pensaba que yo no me había enterado… O sea, un hijo de puta. Pero él estaba convencido de su defensa.  Puede que incluso de su inocencia.

Deslealtad (12-09-2011)


Me llamó hermano con ese tono… no se si me comprenden, con ese tono con el que uno se lleva de inmediato la mano a la cartera para comprobar que está aún en su sitio. Creía conocerlo de ya algún tiempo e incluso estaba entre los que más apreciaba en aquella reunión habitual junto a la barra del bar al que asistía con asiduidad a tomar un vermut y charlar un rato.

Realmente me llevé la mano al bolsillo de la cartera y comprobé con alivio que la cartera aún estaba en su sitio. No me quedé conforme, aquel tono…

Solo pasado algún tiempo, cuando por casualidad llegaron a mis oídos ciertos comentarios  de cuya autoría no tenía duda lo supe con certeza. No me había robado la cartera, me había robado la alegría de acudir al bar a departir con los demás y sospecho que incluso parte de la estima de los más débiles de la tertulia

Seguramente, con el tiempo, los demás se darán cuenta de quien es y como actúa, pero que más da, ya habrá hecho un daño irreparable. Sembrar la desconfianza y el descontento entre nosotros. Cuando ya no quede nadie a quien dañar se irá, pero es que ya será el último.

La Palabrocracia (04-08-2011)


Empiezo a pensar que vivo en una palabrocracia. Me gobiernan palabras y expresiones que no siempre quieren decir lo que significan. Al parecer como ciudadano tengo unos derechos reconocidos por la ley que la propia ley se preocupa de desmentir.

Hace unos meses recibí un certificado que contenía una sanción de aparcamiento en  una calle de Madrid por un estacionamiento de mi vehículo sin distintivo en una fecha y hora en la que mi coche se encontraba aparcado en su plaza porque aquel día yo no salí de casa en ningún momento. Recurrí con la absoluta seguridad de que no podrían demostrar algo que era imposible porque no había sucedido. Esto es lo que la ley reconoce como presunción de inocencia. Inocente el que lo lea.

Meses más tarde recibí, certificada, la confirmación de la denuncia por coincidencia de los datos del vehículo y ratificación del sancionador. Asombrado recurrí volviendo a argumentar no solo la imposibilidad de la denuncia si no la falta de entidad jurídica de quien me había impuesto la denuncia que no tiene más entidad que una denuncia particular.

La maquina administrativa respondió ratificando la sanción y dando por finalizada la via administrativa e invitándome –yo juraría que había un pliegue que parecía una sonrisa en el papel- a pagar o seguir por la vía contencioso-administrativa, vía inalcanzable económicamente y que no garantiza que me den la razón. Y no es la primera, y no será la última, y no seré el único.

Hoy me han embargado la cuenta del banco por una infracción que no cometí y además me han cobrado los intereses. La máquina administrativa recaudatoria y rodillo de los derechos del ciudadano –crisol que convierte al ex-ciudadano en continuo contribuyente- está perfectamente engrasada y aplasta cualquier oposición que encuentre a su paso.

Yo jamás podré demostrar que estaba en mi casa y al menos dos funcionarios, uno de ellos con presunción de veracidad, han ratificado un hecho que nunca pudo ocurrir sin aportar ninguna prueba, y en este caso, y casi en cualquiera que me enfrente a la administración, un banco o cualquier ente de recursos ilimitados, mi presunción de inocencia no vale nada, perdón, para ser exactos, vale una mierda.

A esta situación se la conoce como indefensión  y a la sensación moral impotencia. Y a los que lo han permitido y promovido sinvergüenzas, perdón, políticos.

martes, 21 de agosto de 2012

Medidas Drásticas (25-06-2011)


Los responsables de atestados recibieron un expediente sobre un incidente entre un camión de congelados y un volvo deportivo en un tramo de autovía de Castilla La Mancha. Al parecer uno de ellos había efectuado una maniobra extraña que había llevado al desparrame de la carga –del camión de congelados, naturalmente-. Tras el incidente ambos vehículos se dieron a la fuga mutuamente dejando un rastro de huellas de neumáticos y despieces congelados de diversas especies, pollos, cerdos, vacas, perros y humanos.

Los agentes desplazados hicieron sus mediciones y cumplimentaron el informe sin poder evitar que incluso con su experiencia aquella exhibición de muerte les helara el ánimo –en realidad, y a juego, se lo congelara- y las manos.

Dado lo atroz del suceso el expediente recaló en el despacho del capitoste regional del asunto, que su vez se lo hizo llegar al nacional y este al Director General del tema y acabó sobre la mesa del ministro de turno.

Se convocó una reunión urgente – con coffee break y almuerzo incluidos- de todos los implicados salvo los autores desconocidos del hecho. De la tormenta de ideas salieron varias preclaras iniciativas, a saber:

  1. Poner un radar más en todas las autovías de Castilla La Mancha.
  2. Poner un radar más en todas las autovías de regiones limítrofes
  3. Poner un radar más en todas las autovías cuyo origen fuera un puerto o una frontera
  4. Poner un radar más en todas las ciudades afectadas por estas autovías
  5. Poner un radar más en todas las demás ciudades
  6. Hacer una campaña masiva con el lema “No permitas que la velocidad
 “congele” tu vida. Circula con precaución”.
  1. Acompañar la campaña con la distribución gratuita y masiva con una publicación realizada en papel de primera calidad y fotos de accidentes presentada por un personaje dibujado que se llame Radarín. El titulo será: “Radarín, el mejor amigo del conductor”
  2. Comercializar una versión del Monopoly en la que se compran carreteras y se equipan con radares. En las tarjetas de suerte figuran los detectores de radares y vales de gasolina  y en las de sorpresa las ITV, grúas, averías y controles de alcoholemia.
  3. Instalar congeladores industriales en las áreas de descanso

Finalmente el punto 9 fue retirado porque no se encontró ningún área de descanso.

Ahora nuestras carreteras son más seguras. Nuestras autoridades actúan con energía cortando de raíz cualquier causa de peligro y todos llevamos un Radarín colgando de nuestro retrovisor que al sobrepasar el límite de velocidad llora desconsoladamente. 

Transgresión (23-06-2011)


Ayer me levanté exquisito. Exquisito e indignado. Decidí demostrar mi indignación a las instituciones con un acto heroico e inequívoco. Sopesé todas las leyes, normas y actitudes que provocaban mi indignación con el fin de de elegir cuidadosamente una que fuera impactante y susceptible de ser mantenida en solitario. Me llevó varias horas hacer una relación no exhaustiva. Finalmente elegí una y puse en marcha la fase de preparación de infraestructuras.

Compré un cartel luminoso a pilas, unas pilas, una pizarra con encabezado de marca de refrescos, tizas, una bandeja, un par de servilleteros de plástico, servilletas de papel y cerillas.
Revisé que en mi poder estuvieran ya distintos elementos  que me hacían falta para la puesta en escena. Los tenía.

Asi que llegada la tarde elegí el texto y color del cartel. “BAR” en color amarillo fuerte –desconozco el nombre femenino exacto- rellené la pizarra con un menú del día que se correspondía con mi cena prevista y coloqué ambos en la puerta de mi vivienda, que dejé convincentemente abierta. Puse la mesa de mármol de la cocina en el salón con cuatro sillas, uno de los servilleteros  y un cenicero. Añadí un posavasos que cogí en un pub que me había gustado como recordatorio, me serví un copazo que coloqué en la bandeja y llamé a la central de denuncias de la policía del tema y a un periódico dando la dirección y el abominable acto que se estaba cometiendo.

Con todos los deberes cumplidos cogí las cerillas y un puro de una boda reciente y me acomodé dispuesto a esperar la violenta irrupción de los represores y la de los notarios de lo público.

Cuando finalmente acerqué la cerilla al puro recordé los veintisiete años que llevo sin fumar y la cobardía de fumador anónimo pudo con la indignación de ciudadano reprimido. Cerré la puerta y desmonté todo el chiringuito.

No me consta que nadie haya venido. Ni represiva ni testimonialmente, pero me hubiera gustado ser capaz de fumar. De lo que no estoy seguro es de si por el hecho en si o por la posibilidad de constatar mi vocación de mártir no cruento.

¿Donde Está El Motorista? (30-05-2011)


Desde hace algunos meses y viendo lo que me rodea observo con una mezcla a partes iguales de fascinación y horror la proliferación de cargos públicos que cumplen en su grado máximo el principio de Peter –aquello de que “todo individuo asciende hasta alzanzar su nivel de incompetencia”-. Pero he descubierto, para mayor horror y asombro, una variante incluso más preocupante del susodicho principio: “todo individuo corruptible medra hasta alcanzar su nivel de corruptibilidad”. Y en muchos casos se cumplen los dos a la vez.

Alcaldes, concejales, presidentes de comunidad autónoma, consejeros, ministros, directores de lo general, trabajadores de la ventanilla y guardas de bosques y desiertos. Todo individuo con posibilidades navega en el filo de la corruptela, todo responsable de permisos y prebendas se asoma al abismo del intercambio y parece ser que un gran porcentaje sufre de vértigo despeñante.

La solución pasa por reinventar a Los Intocables, me dije en un primer momento, pero luego me di cuenta de que tienen un cierto toque fascistoide y de que esto no es Chicago años 20, más bien la Sodoma y Gomorra del corte y confección o la primitiva inmobiliaria de Pepe Gotera y Otilio, sin olvidar la Residencia de Oro de los prejubilados con influencias, que de todo esto hay y más.

Y en esto del comic estaba cuando di con la solución española del problema. Habría que pedirle, o pagarle, los derechos al Forges y recuperar al motorista que armado de sobre, rasqueta, agua caliente y grúa –para los mas pertinaces- se presente allí donde se intuya una corruptela para dejar el cargo libre como una patena –libre por el sitio vacante y patena por la limpieza post actuante-.

Claro que lo de los derechos es más complicado porque a uno de los primeros sitios a los que yo mandaría al motorista sería a la SGAE. Bueno en este caso al motorista  o a Ali Babá que a los mejor también nos sirve. 

Tal Vez (21-08-2012)


Esta mañana, recién despierto, al levantar la persiana del dormitorio, el horizonte en forma de ola gigantesca ha amenazado con anegar de mar mi estancia. El rumor de las olas batiendo en las rocas, que durante la noche ha sido la canción de cuna de mi sueño, ha puesto un toque de sal en mi boca  y al lavarme la cara me ha mojado el rocío de las olas plegándose sobre si mismas contra las aristas cuajadas de vida –mejillones, lapas, cangrejos, percebes, erizos, estrellas…- que la orilla opone a su ciego embate.

Me he vuelto a asomar más tarde y he visto volar por debajo de mi mirada a unas gaviotas que parecían perfilar las nubes, las sinuosas y envolventes nubes de niebla que fieles a su horario de mañana iban entrando desde el mar, difuminando primero y remozando más tarde las fachadas de las casas de inexistencia temporal. Esas nubes que finalmente enroscándose en el aire que abarcan, escalándose a si mismas, han llegado a mi altura y han penetrado a mi hogar intentado buscar un lugar por el que continuar su camino. Más tarde, a su hora, el sol ha llegado empujando con firmeza la niebla hasta que se ha hecho desaparecer a si misma. Conseguido el objetivo ha perfilado con trazo seguro todas y cada una de las formas del paisaje, las ha coloreado y, satisfecho, las ha bañado de una luz cálida que resalta los contrastes.

Tal vez si no bajo de esta plácida atalaya, si me aferro con suficiente fuerza al sol, a la niebla, a las gaviotas o al mar consiga que ellos regeneren el mundo, el esperpéntico y desquiciado mundo que recuerdo haber dejado ayer a mi espalda al cerrar la puerta de mi casa, al desconectar del ruido mediático mis oídos, al cerrar los ojos para dejar atrás desesperadamente las frustraciones y los miedos del día a día, los horrores de un presentido mañana. Tal vez.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Maltrato Animal 27-05-2011)


A veces la acumulación de información dispersa nos lleva a reparar en cosas que estando ahí todo el tiempo nos pasan desapercibidas. Me explico.

Departiendo con una amiga sobre las votaciones del pasado domingo me comentó que había votado al partido antitaurino y contra el maltrato animal. Me pareció curioso porque no recordaba haber visto la papeleta y porque todo lo que se postula como anti me produce un cierto escozor. Solo una vez me llevaron a los toros, hace de esto muchos años, y cuando en la pantalla del televisor aparece una corrida suelo cambiar de canal, salvo que esté en la suerte de capote que reconozco que me fascina y aun no hay sangre. En todo caso no soy un defensor de la llamada fiesta nacional, como soy totalmente contrario a la crueldad en cualquier faceta, incluida la de los animales, pero el hecho de que en la situación actual hay algunas personas cuyo principal interés es el de defender a los animales me parece una pérdida de perspectiva y una confusión de valores.

Hace poco en un programa televisivo aparecía el famoso entrenador de perros mexicano que se ha convertido en una estrella de la televisión americana. En ese programa planteaba algo que me pareció elemental y es que el entrenaba a los dueños de los animales, no a los animales, porque eran los propietarios los que con su actitud les creaban a sus mascotas un problema de identidad que los llevaban a olvidarse de su identidad animal  y una vez inmersos en la confusión se volvían ingobernables. Se me vino entonces a la memoria cierta señora que en una junta de propietarios reclamó que ya que se obligaba a llevar a los perros sujetos con correa se hiciera lo mismo con los niños que eran mucho más molestos. Y también recordé a una amiga que tiene dificultades para poder comer todo los días pero cuida de tres gatos que están lustrosos y cebones.

¿Y a que viene todo esto? Hace un par de días murió un ganadero en un accidente de coche. La noticia y sus circunstancias fueron publicadas en algunos periódicos y en sus ediciones digitales. Debido a lo tremendo de las circunstancias entré a ver la noticia y no pude  evitar observar que algunos lectores "defensores de los animales" le dedicaban a este buen señor unos comentarios de una crueldad absolutamente desmesurada, incluso insultante, por su dedicación al mundo de la cría de toros bravos.

No pude evitar que una reflexión no menos dura que esos comentarios asomara a mi pensamiento, si algunos individuos defienden a los animales lo hacen únicamente en defensa propia.

Movimientos Ciudadanos (22-05-2011)


Hoy, 22 de mayo del 2011, me he levantado con una extraña sensación en el estómago, un nudo en la garganta y ganas de gritar de moverme. Hoy me he levantado enfermo de felicidad y esperanza.

Hoy el mundo que llevo soñando desde que tenía diecisiete años, ese mundo utópico y autogestionario, solidario y liderado por la colaboración anónima, desinteresada y socialmente concienciada está viviendo en algunas plazas del mundo.

Pero como el hombre es ante todo humano no sabe ser feliz sin ser consciente del miedo  a lo efímero, a lo temporal de toda actividad humana y empiezo a barruntar y a entrever las patitas de los zapadores que intentan apropiarse de este  movimiento  para servirse de él.

La sociedad es plural y los movimientos sociales deben de evitar ser partidarios en ningún tema, ni político, ni religioso, ni moral. Los puntos iniciales, las bases sobre las que se ha edificado el movimiento, han sido un éxito porque son comunes a cualquier ciudadano que quiera vivir en una democracia real y no en una partidocracia como la que sufrimos actualmente, y en eso caben gentes de derechas, de izquierdas, jóvenes y mayores, cristianos, mahometanos ateos y budistas,… es un movimiento que suma no que resta, que aglutina no que impone.

Hay quien se queja de que no se ha pronunciado sobre la república, la iglesia, la sexualidad o la abolición del capitalismo. Yo no dudo de que cada uno de los que creemos en este movimiento tenemos nuestra idea sobre esos temas y que justo por eso el movimiento no debe de tener ninguna, como no debe de tener líderes con cara y voz. El día que suceda alguna de estas cosas el movimiento ya será otra cosa.

Mañana debe de ser el primer día de trabajo real de un movimiento que debe de aglutinar la conciencia ciudadana de lo que no funciona y trasladarla a las esferas políticas para su corrección, para su impulso. Un movimiento que debe erigirse en el censor de aquellos que hasta hoy han actuado desde la impunidad de sus cargos y prebendas, de la corrupción del objetivo democrático

Y cuando se haya conseguido el primer objetivo, un hombre un voto para los representantes que elija, separación de poderes, erradicación de corrupción, entonces será el momento de escuchar otras demandas, de corregir otros errores, de seguir luchando por otra civilización más próxima al individuo y menos alienante en aras las masas y los números.

Quiero ser ciudadano, quiero ser individuo, quiero ser libre.

De Refranes (12-05-2011)


Y es que los refranes, las frases populares, tienen muchas veces esa fama de sabiduría parda que examinada con un poco de rigor se transforma, se pervierte, en mediocridad popular, bien porque desde el principio no fue otra cosa o porque el paso del tiempo la limpia de una acumulación de ignorancias, impericias e impotencias. Ya lo comentábamos anteriormente a propósito de perros y de rabias.

Entresacando he encontrado refranes malévolos, maledicentes, bienintencionados, omnijustificativos –perdóneseme el palabro-, costumbristas … en realidad he encontrado varios refranes para cada adjetivo de nuestro idioma, calificativos, circunstanciales, … de todo tipo.

Pero entre todos he recordado uno que sintetiza el pensamiento político de alguna de las llamadas ideologías sociales –reemplácese ideología por siglas para una mayor comprensión- si no de todas. “Dame pan y dime tonto”

Mis paisanos gallegos lo convierten en un condicional  “… mientras no me toquen la vaquiña” que al final viene a decir lo mismo

Permitir que los poderes públicos hagan de su capa un sayo – otro- siempre que nos aseguren unos ingresos- obsérvese que hábilmente soslayo la palabra trabajo-, comida y techo nos lleva a un adocenamiento social que cuando llega el momento de plantarse, de decir basta y pedir cuentas, nos ha privado de iniciativa, de recursos e incluso de la formación necesaria para sentir la indignación justa, imprescindible, para poner coto a tanto desmán, a tanta falacia, a tanta mentira, a  tanta demagogia –falsedades evidentes, difamación, retorcimiento de los datos, insultos medidos- como preside nuestro día a día público que inevitablemente contagia al privado.

No me da la gana de que me llamen tonto, ni siquiera estoy dispuesto a resignarme a serlo –aunque geneticamente me corresponda- y no quiero su pan, quiero la libertad necesaria, la limpieza imprescindible, la nula intervención pública, para desarrollar mi iniciativa,  para conseguirlo por mis medios. Quiero, exijo, mis libertades –las individuales, no las equívocas colectivas-, quiero la verdad, quiero la solidaridad y por encima de todo la inteligencia individual que garantiza la convivencia no intervenida. No quiero que legislen mi moral, mi salud, mi capacidad para ser libre. No quiero ser contribuyente. Quiero ser ciudadano, del mundo, del universo, libre y comprometido.

“la tierra labrada, el esfuerzo y el sudor, unidos al agua clara y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de esos troncos retorcidos”.

No me deis pan, pero callaos de una vez.

Muerto El Perro.... (05-05-2011)


He leido tus palabras Fania desde la identidad, desde la conformidad que la pertenencia al mismo bando proporciona. “Muerto el perro se acabó la rabia”, que duda cabe que expresa perfectamente, que sirve a la perfección de válvula de escape de esa rabia que se nos instaló el 11 S y nos anegó los ojos una mañana de un 11 de marzo en Madrid.
Y sin duda yo también me alegré, al menos comedidamente pero con rabia, cuando oí que habían acabado con ese ser capaz de planear, de planificar y saborear la muerte de tantas personas que además eran mis allegados física y culturalmente.

Pero luego, aplacada la rabia fermentada durante años en mi interior, he paladeado el refrán y me ha dejado un regusto muy amargo. Odio la muerte, odio la muerte absolutamente porque es lo único irreversible, al menos de momento, en el hombre. No concibo que nadie pueda tener derecho a matar, sin excusas. NO MATARÄS. Sin condicionantes, sin excepciones, sin coartadas

Muerto el perro… recordé entonces que también me alegré, moderadamente, cuando harto de carreras y palos e imbuido de un espíritu revolucionario me enteré de la muerte de Carrero Blanco, no porque a mi me hiciera nada personalmente si no porque era el símbolo del poder que me oprimía. Después de 40 años resulta que no se ha acabado la rabia y que quienes mataron al perro son aún más perros y tienen una variedad de rabia más contagiosa y destructiva.

Muerto el perro, Fania, solo hay más perros y más rabia, incluso más perros dispuestos a contraer la rabia voluntariamente para extenderla por el mundo, porque la rabia solo se elimina con vacunas y la única vacuna conocida para la rabia humana es la formación y los valores humanos, eso que el poder se preocupa de que sea difícil de adquirir o que administra en producto placebo en sus farmacias –escuelas- para que seamos más maleables, más refraneros, y llegado el momento más perros e irremediablemente más rabiosos.

¿Y que hacemos con los que ya tienen la rabia? Habría que estudiar cada caso, pero seguramente, ya habiendo fracasado con la vacuna, matarlos, Fania, matarlos y lamentarnos por la perdida de unos posibles hermanos y por aquellos que han sucumbido a su contagio. Y hablo por supuesto de nosotros –porque en este tema no existe el ellos- capaces de alegrarnos, de justificar una muerte porque va a acabar con la rabia, con la ajena.

Desde la rabia, entre las brumas de la post-vacuna…

Exceso de Velocidad (15-04-20011)


Me temo Capitán que mucho de lo que se discute, sobre todo en cuestiones que tienen que ver con las leyes y la política –que me han dicho que no son lo mismo- parten de la utilización del lenguaje para crear un concepto que admita un mensaje fácil y por tanto al que la sociedad sea permeable. Las nubes o los aspersores son los medios de comunicación.

Ya hablamos hace no mucho del uso maniqueo de las palabras. Llamar a una persona mayor no es más que una forma simple de no decir nada, todo ser nacido es mayor que otro nacido posteriormente. Todos somos mayores que pasado el primer segundo de vida, porque mayor es comparativo, no calificativo.

Cuando alguien dice de un vehículo que va con exceso de velocidad me entran unas ganas terribles de pararlo para comprobar si el exceso lo lleva en una maleta o todo suelto por el coche.

Lo que provoca un accidente, si hablamos de velocidad, es la velocidad inadecuada, por exceso o por defecto, esto es la velocidad que lleva al conductor a perder el control de su vehículo u obligar a perderlo a otros que le rodean. Si alguien intenta tomar una curva de 180º y un radio de giro de 6 m. a más de 50 Km/h, no es un infractor, que lo es, es un imbécil que no conoce las leyes de la física o un piloto especialmente entrenado para poder rebasar ciertos límites. La velocidad adecuada es única para cada persona, climatología, carretera, vehículo y estado psicológico. Pero así no se saca dinero.

Pero la velocidad es inadecuada también cuando causa fatiga, aburrimiento o distracción por falta de tensión en el conductor, de hecho la mayor causa de accidentes mortales no es la velocidad inadecuada por exceso-esta solo es la causa del mayor número de multas- si no la distracción o el sueño, pero estos no son detectables por los radares y por tanto no son negocio.

Mientras tanto podemos seguir dedicándonos a discutir, perseguir y llamar a nuestro lado a todos los personajes, imaginarios o no, que queramos.

Mientras los legisladores de la cosa tengan el único interés de recaudar y no el de formar y se siga permitiendo que incapaces físicos y/o psicológicos accedan al carnet de conducir porque es un negocio las carreteras no serán seguras, y no siempre lo pagarán los culpables. Usad la misma permisividad para pilotar aviones y veremos cuantos vivos quedan al cabo de un par de años.

Mientras tanto dediquémonos a los sofismas que a los manejadores del cotarro les interesan y sigamos pagando, balando y matándonos

Conducir, Fluir (08-04-2011)


La elección de sinónimo a veces condiciona por si misma todo el mensaje posterior y tu elección de correr, huir, capitán, ya da una idea que no contradice el resto. Pero correr no es solo huir, correr es competir, correr es disfrutar del aire en la cara, correr es tener prisa, correr es, puede ser, para mi cuando voy en coche es fluir.

Partamos de una consideración, para ti y para muchos como tu capitán correr es ir más deprisa de lo que tu consideras, para mi correr es ir a una velocidad inadecuada para el conductor, vehículo, climatología y tipo de vía por el que discurre en cada instante. Te vuelvo a poner el ejemplo del sonido. Con mi deportivo podía conducir a 180 Km/h sin ningún peligro para mi ni para los que tenía alrededor, con mi panda era un peligro por el simple hecho de meter la llave en el contacto.

Cuando yo subo a un coche y salgo a carretera jamás se me ocurre mirar el velocímetro, ni la aguja de temperatura, ni la de presión de aceite, ni el cuentarrevoluciones, porque escucho a mi vehículo y el me va diciendo en todo momento lo que necesita, o que problema tiene, o cual empieza a tener y en que estado está y yo lo escucho y actúo en consecuencia, o lo que es lo mismo, fluyo, me integro en él y lo entiendo, no es mi enemigo, es parte de mi. Nunca lo fuerzo, ni a ir más deprisa, ni a ir más despacio, fluimos. Nunca le obligo a tomar una curva a velocidad inadecuada y aunque sea la más suave y nimia de la autovía o la más compleja de la carretera la estudio antes de llegar y cuando llego se por donde debo de tomarla, donde debo de apoyarme y cual es la velocidad pertinente para salir con el máximo equilibrio, fluyo. Por eso cuando me encuentro delante a alguien que va más despacio y por su sitio no me impaciento, ni le pito, ni me pego. Pero soy intolerante y agresivo con aquel que va por el carril izquierdo o el central estando el derecho libre con el único objetivo de hacerme parar, como me cabreo con el peatón que abusando del paso cebra se recrea en su cruce.

En fin capitán, que después de algo mas de dos millones de kilómetros a mis espaldas con un solo accidente, por no respetar el flujo, lo único que he incorporado es el avisador de radares, aparato que me dice cuando tengo que dejar de fluir y retener a mi coche y la sospecha de vehículos que no fluyen, van muy limpios y usan cortinillas.

Yo, capitán, no me canso conduciendo, lo disfruto y me canso cuando llego a mi destino, como ya te he explicado, fluyo y si alguien cree que corro es que está interpretando según sus valores lo que yo hago según los míos.

viernes, 3 de agosto de 2012

Una Vez Y Otra Vez


Por diversas circunstancias entre mis vivencias figura el haber conocido y tratado fuera del mundillo de la política a líderes de formaciones de todo signo, desde la derecha más extrema a la más extrema izquierda pasando por todos los laterales y por todos los desplazados centros.  Del centro, centro,  - algo así como ser de Pinto pero en política- no he conocido a nadie. No sé si el problema es estadístico, ideológico, o de que andamos todos algo descentrados en los últimos cinco mil años.
Pero al tema. Todos estos personajes, algunos de cierta relevancia, siempre han sido correctos en el trato, inteligentes en lo tratado y firmes pero sensatos en sus planteamientos, incluso aquellos de los que siempre he pensado: “Si este algún día llega al poder yo me exilio”.
¿Qué que digo? Lo que digo es que los llamados líderes de la opinión, los que con sus palabras y sus acciones mueven a la gente son a su vez personas normales, sin cuernos, sin pezuñas, ni halos, ni un certificado de posesión de la verdad absoluta –sea expedido por la razón universal, por un ser supremo o por el sursum corda-. Todos ellos en el día a día, el cara a cara, son personas normales y corrientes. Excluyo de forma radical y terminante a los líderes de movimientos violentos, que suelen tener un atisbo de mesianismo o de crueldad o de ambas cosas.
Pero a este gente normal, a esta  gente que si no fuera por su posición te cruzarías en cualquier lugar sin reparar en ellos, les das un micrófono, o un sillón en algún órgano ejecutivo, y se transforman. De repente ese señor, o señora, vulgarote se desenfunda a sí mismo, transforma sus ideas en un mensaje –ya arenga-, en un llamamiento a la cruzada, a la persecución de los otros, al exterminio de los infieles y lo único que parece aplacarlo momentáneamente –justo hasta la siguiente frase- es el aplauso más clamoroso. Y como la gente es como es los oyentes a su vez mutan en cruzados –soldados para los menos religiosos, activistas para los que no les valga otro término- que transforman lo que eran inicialmente  palabras, conceptos, ideas, en acciones rabiosas, cargadas de odio, contra aquello o aquellos que hayan sido estigmatizados por el líder. Y ya no se paran en diferenciar un enfrentamiento de una pelea, una contienda ideológica de una guerra sin cuartel –casi nunca incruenta-, ni les importan un ardite las consecuencias de sus actos. A la razón por el aplastamiento, a la unidad de criterio por el extermino del disentiente.
Afortunadamente en estos casos, cuando las cosas llegan a un punto en que el rencor, la imposición de la verdad propia, sustituye al dialogo y las razones partidarias a la convivencia porque ya son  irreconciliables,  siempre acaban imponiéndose los que tienen razón, la razón del vencedor. ¿A que me suena?