domingo, 29 de mayo de 2016

Sin Destinatario

Hace tiempo papá que no te escribo. Hace tiempo papá que no te encuentro. Hace tiempo, tanto tiempo, que no te percibo en tu cuerpo, que un extraño te usurpa y se escuda en sonidos inconexos para que no sepamos que no queda de ti más que el quebrantado cuerpo, los ojos que ya no miran, las manos que ya no abrazan, los pies que no encuentran camino, la boca y sus balbuceos.

Hace ya tiempo papá que sospecho que el hilo de plata se quebró en algún momento y dejó atrás unos jirones de alma para que nosotros cuidemos durante el tiempo que tarde en volver y llevarse el resto.

No se papá. No sé si en algún sitio, ahí adentro, queda algo de lo que fuiste, queda algún destello fugaz del hombre que habitó ese cuerpo. Creo que no papá y no me siento mejor por ello. Ni liberado, ni más preocupado.

Solo siento que el tiempo pasa y tú estás cada vez más lejos. Perdido en un mundo que no acierto a atisbar cuando aprietas los ojos para no mirar, para no ver, incluso para no escuchar.

Hace tiempo papá que no te escribo porque la carencia de palabras en tú boca cercena las mías que ya no son más que lamento sin esperanza de encontrar oídos, añoranzas de tiempos pretéritos que entonces parecían tristes, que entonces parecían yermos.

Nunca mis cartas tuvieron un destinatario, nunca lo necesitaron. Ahora tampoco lo tienen, ahora ya no lo encuentro.

viernes, 27 de mayo de 2016

Esperando, otra vez el Toro de la Vega

Sorpresas te da la vida, ¡ay Dios! cantaba el observador anónimo que relata la historia de Pedro Navaja, matón de esquina.
He tenido que esperar unos días para poder salir de mi estupefacción. Tantas letras criticando a los políticos, tanto quejarnos  de la incapacidad de que los españoles nos pongamos de acuerdo y resulta que va un político, o varios que al caso es lo mismo, y promueve una norma que impide la muerte de los animales en espectáculos públicos y no sé qué más, y consigue poner de acuerdo a todos los españoles.
No he leído la noticia con más detenimiento, ni con mayor interés, que el de comprobar que al fin una norma, una intervención política, ha conseguido el milagro que parecía inalcanzable. El acuerdo es en contra de la norma, es verdad, pero tampoco hay por qué ponerse exquisitos. Lo importante es el poder de convocatoria, la consecución de la unión, el hito de lo imposible.
Ha conseguido, incluso, que por una vez, y sin que sirva de precedente, las personas se pongan de acuerdo independientemente de las siglas políticas a las que pertenecen de toda la vida, de que sean de izquierdas o de derechas, radicales o moderados.
Los taurinos están en contra por aquello de que cuando veas las barbas de tu vecino cortar… y si hoy se prohíbe la muerte del toro en festejos populares mañana podría prohibirse en la lidia. Y eso, según los puristas, los autodenominados aficionados, sería el final del festejo. Como en su día lo fueron los petos de los caballos de los picadores o algunos otros cambios en los reglamentos. Y seguramente tienen razón.
Los partidarios del Toro de la Vega, casi todos oriundos de Tordesillas, porque se consideran ninguneados, perseguidos, atacados por personas externas al pueblo y a los que nadie ha llamado allí. Y seguramente tienen razón. Y además porque dada la proximidad de la promulgación con su celebración la hace especialmente oportuna y parece señalar directamente. Y siguen teniendo razón.
Y la mayor parte de los del maltrato animal tampoco están conformes porque lo que pretenden es evitar la totalidad del festejo. Pero no solo de este, no nos engañemos, si no de cualquiera que tenga relación con los animales, desde la lidia a la caza, pasando por las carreras de caracoles o las de caballos. Cualquier actividad en la que participe un animal, porque el objetivo último es la humanización de los animales (como decía aquel amigo mío: “cuánto daño ha hecho Disney”), aunque sea a costa de la deshumanización, o ninguneo, de los seres humanos. Y en algunos aspectos, los más moderados, también tienen seguramente razón.
¿y yo? ¿Tengo opinión? Pues sí, sí que tengo opinión. Yo también estoy en contra y posiblemente también tenga razón.
Estoy en contra, en primer término, porque considero que prohibir algo por norma, por decreto, no lleva más que a la frustración, a la indignación, al encastillamiento de las posturas. Prohibir solo sirve para imponer y para provocar la ilegalidad de los que estén en contra, casi todos como ya hemos dicho, y convertir en delincuentes a personas que creen defender sus derechos. Mala praxis de políticos incapaces de conducir un tema de forma equilibrada y docente.
Pero en segundo lugar también estoy en contra porque lo que más me perturbaba, y me va a seguir perturbando, del dichoso festejo no era la muerte del animal. Millones de animales mueren diariamente para servir a la cadena alimenticia de los hombres y de cualquier otro depredador cuyo alimento sea la proteína animal, la carne, el pescado… y el hecho de que un animal muera en un lance público o privado a mí no me va a escandalizar de distinta forma. Si no quiero ver morir a un animal no asistiré a una corrida de toros, que no asisto, ni a una cacería, que tampoco asisto, ni visitaré un matadero, que tampoco lo hago.  A mí lo que realmente me perturba es la tortura, el sufrimiento innecesario, de cualquier ser vivo.
Y en esta línea del sufrimiento innecesario lo que sí me indigna en algunos festejos populares, y lo que me hace posicionarme en contra de esta norma que no resuelve nada, es la crueldad, la saña, con las que ciertos individuos se conducen respecto al animal. La cobardía que ciertas actitudes reflejan de personas que usan de un ser vivo fuera de su ámbito natural, desubicado,  para volcar sus frustraciones, sus odios, sus miedos, y que los llevan a conducirse de una forma absolutamente ignominiosa.
No, la muerte, con ser importante, no es el problema, ni siquiera la muerte pública. ¿O es que una vez acabado el festejo van a devolver el animal a la dehesa? El problema es atajar con reglas claras y comprometidas el desarrollo del evento. El problema es trabajar la sensibilidad de los participantes para que, si esa es la evolución real, la fiesta desaparezca por sí misma. Esta y cualquier otra.
Eso sí, lo que esta norma garantiza, una vez más, otra vez, es que a partir de su aplicación habremos aumentado la cuota de delincuentes que hasta ese momento eran personas normales, y, seguramente, el importe recaudado en concepto de sanciones. La pela es la pela. Bueno, esto, y que los enfrentamientos, los enconamientos, la radicalización de las posturas están garantizadas.
No quiero ponerme dramático y prever una mayor virulencia de los enfrentamientos vividos estos años pasados. Espero que nadie se presente en Tordesillas a celebrar a costa de los lugareños partidarios de los festejos su victoria parcial. Espero que la puñetera e insensible norma no nos haga lamentarnos como hasta ahora no nos habíamos lamentado.

Claro que también llevo esperando de los políticos algún acto de cordura, sobre este tema y casi sobre cualquier otro, y aquí estoy, esperando sin vivir en mí.

domingo, 22 de mayo de 2016

Tres Veces en la Misma Piedra

Yo no escribo porque tenga, o para tener, razón. Comprendo que esta es una motivación más propia de profesionales de algún área del conocimiento que de un aplicado espontáneo, como puede ser mi caso.
Pero, claro, cuando uno escribe con una cierta profusión, como yo hago, inevitablemente acaba teniendo razón alguna vez, sin tener por qué ingresar por ello en el gremio de los insoportables profetas. Lo del chiste, vamos.
Por ello, porque acertar en una previsión de futuro es una cuestión de número, no vale ponerse medallas y reclamar méritos que solo son achacables a la estadística. Pero una vez hecha esta reflexión, este acto de humildad, virtud a la que no hay por que acostumbrarse, escribo estas letras haciendo una reflexión barra profecía que viene avalada por palabras anteriores que abundaban en y predecían lo mismo.
Después de ver los resultados de las últimas elecciones ya apunté que, tal como se oía expresarse a los cabezas de lista, he estado a punto de poner de chorlito vaya usted a saber por qué, no veía salida posible. Una vez vistas, además, las maniobras, he estado a punto de escribir disparates sin motivo aparente, que los susodichos han perpetrado la inevitabilidad de unas nuevas elecciones parecía clara, diáfana, solo enturbiada por las maniobras histéricas de una izquierda irreconciliable, más interesada en salvar las cabezas propias que en enfocar las necesidades ajenas.
En plena confusión el señor Rajoy, don Mariano, se dedicó a recrear esa figura tan querida en las fiestas taurinas de los pueblos que es el Don Tancredo. Al fin y al cabo la preservación de las tradiciones es lo suyo. El señor Iglesias, Pablo -le quito el don no por deméritos suyos si no por no incurrir en confusiones con el que por derecho propio y trayectoria si debe de ostentarlo-, hizo lo que le correspondía hacer al señor Sánchez, don Pedro, ofrecer un pacto de viabilidad, eso sí, con la absoluta certeza, y regocijo, de que no podía ser aceptado. El ya mencionado señor Sánchez, hizo lo que pudo, liarlo todo a ver si en un golpe de buena suerte, en su caso lo de las apariciones marianas está fuera de lugar por convicciones, le caía un gobierno que, él dixit, pedía el resultado de las elecciones (habla, pueblo, habla, que yo ya interpreto). Ni su partido, ni él mismo supongo, creyeron jamás en que se produjera tal hecho y solo escenificaron una precampaña encubierta para ahora, en la no encubierta, tener todo un catálogo de villanos que lo puedan hacer a él mejor, lo de bueno ya sería una exageración. Y, finalmente, no podemos dejarnos al señor Rivera, don Albert, cuya postura me pareció la de los porteros, de fútbol hablo, malos, que se vencen antes de tiempo y le dejan todo el hueco al delantero contrario. El señor Rivera tendría que haber llevado a cabo la misma labor que ha hecho, impecable en su sentido práctico, pero manteniendo su neutralidad en todo momento. Eso era difícil, pero necesario. Eso era lo que el final de un bipartidismo sin matices necesitaba.
En fin, que yo daría los siguientes galardones:
-          Mejor cazador al acecho a Don Mariano
-          Mejor pescador en río revuelto a Don Pablo, que nadie piense que le niego el tratamiento.
-          Pieza más codiciada, por sus rivales y por sus propios correligionarios, don Pedro.
-          Peor portero de la liga a don Albert
Y una vez puestas, y razonadas, las bases de mí, hoy sí, profecía puedo anunciar y anuncio que unas elecciones con los mismos candidatos, con los mismos programas, con los mismos sistemas, con los mismos errores de planteamiento y, no lo olvidemos, los mismos votantes, me voy a arriesgar mucho, nos va a llevar a los mismos resultados, las mismas angustias y una risas, nerviosas, histéricas diría yo, semejantes. Habrá terceras elecciones.

¿No saben ustedes aquello de dos veces en la misma piedra? Pues yo, hoy, me conformaría con que no hubiera tres veces. El avisador, que diría el Hermano Lobo.

domingo, 8 de mayo de 2016

Una democracia democrática

Hay una figura bastante desconocida en las nuevas tecnologías, el analista. El encargado de analizar una situación y proponer soluciones a los problemas y posibles evoluciones para mejorar los rendimientos y capacidades, al tiempo que optimiza los recursos.
Hoy, como durante tantos años de mi vida hice con la gestión de empresas, voy a ejercer de analista de la realidad política española, no en el sentido periodístico, que maestros hay y legión, si no desde el aspecto tecnológico.
¿Pueden contribuir las nuevas tecnologías a mejorar el panorama político? ¿Podrían las nuevas tecnologías ayudar a alcanzar una democracia real? ¿Pueden las nuevas tecnologías convertirse, a día de hoy, en el instrumento que necesita la gente para participar de forma activa y directa en el devenir político de su país? Si, rotunda y definitivamente sí. Permítanme que me abroche el mono de analista y se lo explico.
Todos, los partidos no, claro, ambicionamos un parlamento compuesto por las personas elegidas por nosotros, no por una ley estadística perversa y perniciosa que es la que gobierna actualmente. Todos queremos que se cumpla aquella máxima tan coreada de un hombre, un voto, que es la esencia última de la democracia. A todos, al menos a casi todos aquellos con los que yo he hablado, nos gustaría en algún momento votar a personas que consideráramos válidas, valiosas, que están en listas de un partido diferente del que queremos votar y, por el contrario, eliminar de nuestra votación a individuos que son contrarios a nuestra voluntad o simplemente relleno de los que ignoramos todo salvo el nombre.
Porque lo primero que hace que una democracia sea democrática, perdón por el ripio, es que las personas elegidas representen la voluntad real de los electores. Porque lo segundo que hace que una democracia sea democrática, claramente me ha gustado, es que todos los votos valgan lo mismo se emitan donde se emitan. Porque lo tercero que ya saben ustedes, aunque me haya gustado no quiero repetirme demasiado, es la conexión y posibilidad de control del representado sobre su representante.
¿Se dan actualmente estas circunstancias en nuestra “democracia? No, definitiva y absolutamente no, porque esto que tan pomposamente llamamos democracia no es otra cosa que una partidocracia, una aristocracia encubierta con siglas y votaciones periódicas en la que lo único que nos está permitido es elegir entre unos que no nos gustan y otros que nos disgustan, entre unos que no nos dicen la verdad y otros que nos mienten. Entre unos que  nos perjudican por nuestro bien y otros que nos perjudican por nuestros intereses. Entre unos y otros cuyo único fin es dividirnos y enfrentarnos para su mayor provecho y persistencia en el machito.
¿Pueden las nuevas tecnología, entonces, contribuir a un cambio de situación? Bueno, no, así planteado no. Pero lo que si pueden es mostrarnos mediante un análisis de recursos, mediante un ejercicio de política ficción, cuales son las posibilidades actuales de acceder a una auténtica democracia, no me resisto, a una democracia auténticamente democrática.
Requisitos iniciales:
1. Libertad de elegir representantes individuales, lo que se llaman listas abiertas.
2. Un hombre, un voto, o x votos, tantos como se consideren necesarios, que no tendría por qué agotar. O sea lo que se llamaría circunscripción única
3.  Posibilidad de control del representado sobre el representante elegido. O lo que es lo mismo, y que Podemos ha puesto, para mí gusto con buen criterio, de moda, hacer convivir la democracia representativa con la democracia asamblearia.
Imaginemos el funcionamiento, a grandes rasgos porque esto no es una novela.
Se convocan elecciones. En una página web especial los candidatos cuelgan sus perfiles políticos, proyectos que quieren presentar, posicionamiento respecto a los problemas sociales más acuciantes para los ciudadanos, afiliaciones políticas, sindicales religiosas y sociales. Tendencia sexual. Datos laborales, datos políticos y porcentaje de satisfacción de sus electores si ya hubiera desempeñado funciones políticas anteriormente. Videos, fotos, certificados… todo aquello que pudiera concernir a sus electores porque implicara su posicionamiento en temas que exigieran su voto.
El día de la votación. El votante provisto de su identificación segura podría desde su casa y ordenador, si ese es su deseo y tiene algún sistema de verificación personal (lector de huellas digitales, lector de código, escáner, … ), o desplazándose a un lugar autorizado, en cualquier punto del planeta, introducir en una página de votación los candidatos que desea elegir y en el orden de preferencia. Este orden de preferencia determinaría la elección en caso de empate.
El recuento. Daría una composición del parlamento por recuento directo y la posición personal con el número de votos obtenidos de cada diputado, dejando un número suficiente de suplentes que tomarían el relevo del elegido en caso de renuncia, fallecimiento o destitución, ya que las actas serían personales y no de partido.
El gobierno. Sería propuesto, inicialmente, por el candidato con mayor número de votos y no tendría por qué ser monocolor introduciendo infinidad de variantes y posibilidades de elegir a los mejores para cada puesto por sus conocimientos y trayectorias. En caso de no conseguir la investidura se daría opción al siguiente en la lista. El candidato sometería su investidura con su gobierno ya conformado y hecho público.
Una vez conformado el parlamento se establecerían canales directos entre el representante y sus representados de tal forma que estos pudieran estar al tanto de lo que este hace, sus votaciones, las propuestas presentadas y recibir sugerencias. Es más, con este sistema podrían, incluso, organizar plebiscitos entre sus votantes de posiciones sobre las que le surgieran dudas o nuevas iniciativas no contempladas en sus perfiles de candidatos.
¿Es utopía? No, no hay nada de lo expuesto que no esté al alcance de la tecnología popular de hoy en día, ni su aplicación supondría un coste inalcanzable, es más, supondría a corto plazo un ahorro en mítines, en cartelería, en buzoneo y en algunos otros conceptos.
Lo que sí es utopía, y de las gordas, es pensar que los que hoy en día se lo llevan crudo, los que hoy en día viven de, y para, el sistema, los que hoy en día medran gracias a su inclusión interesada en listas y prebendas, puedan estar interesados en esta idea. ¿¡¡¡Qué digo!!!? Puedan estar interesados en la consecución de una democracia democrática, se lograse como se lograse.


sábado, 7 de mayo de 2016

De un lado para otro

Escuchaba ayer con cierto asombro que la alcaldesa de Barcelona sacaba adelante sus presupuestos gracias a un pacto con la CUP entre cuyos puntos estaba la “feminización de la pobreza”. Tardé un poco en lograr que en mi archivo mental el concepto encontrara referencias. Tuve que irme, mentalmente, hasta mis tiempos de universitario, de carreras y protestas estudiantiles, para recuperar el significado de la expresión.
Resulta que la feminización de la pobreza no es que a partir de ahora cada vez que se represente la pobreza se haga con una figura femenina y andrajosa, una figura miserable con falda. No, la cosa tiene algunos años y bemoles más de lo que inicialmente parece. La feminización de la pobreza es la presunción de que la mujer que es pobre lo es por discriminación sexual.
Tantos años buscando la igualdad, tantos años luchando cotidianamente por una igualdad efectiva, afectiva e integradora y resulta que la única solución que encuentran ciertos segmentos “progresistas” es fomentar la discriminación. Eso sí, con la etiqueta de positiva. Aunque sigo sin conseguir asumir que ética, léxicamente, los términos discriminación y positivo puedan agruparse sin crear un contrasentido.
Tantos años las mujeres pelearon contra una sociedad que no les permitía usar pantalones y ahora van y le ponen falda a los semáforos. Me parece ridículo, me parece una falta de respeto a todas aquellas mujeres que en su día pelearon por la igualdad cotidiana y real.
Leí en los años cincuenta un relato, “Las Doradas Veladas de la Atlántida”, que fabulaba sobre el tema de la igualdad entre hombres y mujeres y, como, una vez alcanzada la misma, y aprovechando la inercia de la lucha, las mujeres utilizaban el sentimiento de culpabilidad de los hombres para  instaurar un feminismo feroz y castrante, permítaseme el término. Y aquello acababa mal, muy, muy, mal. Era ficción, claro, política ficción.
Es cierto que en los años setenta, años en los que nació el concepto, la mayoría de las mujeres eran dependientes de los hombres laboral y económicamente. Es cierto que la educación recibida estaba enfocada a hacer de las niñas amas de casa y madres de familia sin otra aspiración personal que la felicidad de los suyos. Es cierto, vaya si lo es, que la mayoría de hombres y mujeres que en aquel momento estábamos en proyecto no estábamos en la línea de esos planes y trabajábamos, nos esforzábamos, intentábamos vivir en nuestras relaciones, una sociedad diferente, una sociedad en las que el concepto sexo fuera un aspecto puramente físico. Con errores, muchos, con contradicciones, muchísimas, con tropiezos, todos, pero con un sentimiento y voluntad que nos dignificaban día a día y que nos permitieron alcanzar las cotas de libertad e igualdad que ahora se disfrutan, y que algunos actualmente, con una actitud prepotente de superioridad moral, pretenden ignorar miserablemente, olvidar todas las circunstancias en contra que mi generación, y las anexas, tuvimos que sortear y superar.
La feminización de la pobreza, las faldas en los semáforos, la discriminación positiva en general, no nos hacen más iguales, nos hacen más distintos por el lado contrario. Incluso, en determinadas circunstancias, trivializan y hacen antipática la reivindicación.
Los pobres lo son por fallos de la sociedad, por fallos del reparto de la riqueza. Los pobres existen  porque la sociedad ha permitido, ha tolerado, ha fomentado, la acaparación de riqueza como objetivo máximo y síntoma de triunfo. Y entre dos pobres, con el mismo nivel de pobreza, de miseria, uno no es más pobre que el otro en función de su sexo. Porque entre dos pobres con el mismo nivel de pobreza nada me permite suponer, hoy, ahora, que uno ha tenido más oportunidades que el otro por razón de su sexo. Y si fuera así, si realmente se diera el caso, lo que tengo que trabajar es por evitar que se pueda dar tal circunstancia, no por discriminar a uno considerando mayor víctima de la sociedad a la otra.
La igualdad se consigue igualando. La visibilidad, concepto a la moda, no fomenta la igualdad, ni la justicia, ni siquiera la solución de los problemas. La pobreza no se soluciona buscando a los culpables, o a los inocentes, de ese estado, si no haciendo una sociedad más justa, más igual, más comprometida consigo misma. Claro que para eso hacen falta personas que trabajen para ello y no para enriquecerse ellos mismo y a sus amigos, para medrar y sentirse poderosos e intocables. En resumen, otra sociedad.
Es verdad que a veces hay que pensar que si para algo sirve la oscuridad es para acoger la luz, es para que la luz pueda iluminarla.
Entre tanta noticia frustrante, entre tanta estulticia pública, surge la esperanza
Daba gusto oir las palabras dictadas por el sentido común, por la tolerancia y la convivencia, de una cabeza bien amueblada, de una mujer de una generación anexa a la mía con una trayectoria pública comprometida y coherente. Francisca, Paquita para casi todos los españoles, Sauquillo puso ayer en sus palabras la carga de la razón en un tema tan mal tratado como el de la memoria histórica. No se trata de destruir, de enfrentar, de ningunear, de vejar. Nuestra historia es nuestra, es patrimonio de todos y debe de huir de la instrumentalización y patrimonialización que de ella han hecho tantas personas, instituciones y partidos.
No vale condenar al olvido los hechos, a las personas, los monumentos, los nombres de una parte de la sociedad, de la maltrecha y aún sangrante sociedad española. No vale dividir la sociedad en buenos y malos como en las películas de serie B. La sociedad tiene el derecho, tiene el deber, de conocer todo lo que aconteció, de tener memoria de todas las gestas y todas las razones que en nuestro país sucedieron. Y en ambos bandos, ambos compuestos por seres humanos, se produjeron hechos abominables y posiciones solidarias y sublimes.
Expliquemos, ilustremos, asumamos de una vez nuestra historia y permitamos que toda la luz caiga sobre lo acontecido. Solo así podremos vivir en paz y convivir en armonía y dejar atrás el permanente revanchismo que el revanchismo del revanchismo acaba produciendo.

miércoles, 4 de mayo de 2016

En camino

Ha llegado el momento de ponerse de nuevo en el camino, de coger los trastos de andar y enfrentarse a las etapas que este año me acercarán un poco más al objetivo final que no es otro, no importa cuál sea el nombre que se le dé, que llegar. Llegar cada día al final de la etapa, como objetivo inmediato, como fin necesario para llegar un poco más lejos, para estar un poco más cerca.
De todas las experiencias que el camino proporciona, que son muchas, variadas y personales, aquella que más me enriquece es, sin duda, el simbolismo que encierra todo lo que cada momento, cada paso, cada lugar, cada día encierra. El paralelismo entre caminar y vivir, empezando por la mochila.
Hacer la mochila es el primer acto necesario, el primer acto que anuncia la salida, la puesta en marcha. Hacer la mochila es un ejercicio de experiencia y consecuencia. De consecuencia porque todo lo que necesites en el camino debe de estar en tu mochila pero ha de ser lo suficientemente ligera, manejable, para que no se convierta en tu mayor lastre. Suficiente, equilibrada y portable. Pero si el tamaño y el peso son importantes, determinantes, la experiencia de los días anteriores configura cada día el orden en que dispones su contenido en previsión de su uso.
La mochila, portarla, soportarla, es el primer elemento que separa al peregrino del caminante, al que busca en su camino del que camina avanzando, al que hace de cada paso es un logro del que sale en busca un destino final. La mochila, para mí, es el símbolo de lo experiencia, de la carga que cada día has de soportar de aquello que ya has vivido, a la necesidad de llevar sobre tus hombros la experiencia ya vivida, el conocimiento adquirido.
Nada en el peregrino es baladí. Ningún paso se da sin un fin, sin un logro, sin una consecuencia. Ni el sufrimiento, ni la belleza, ni los que te rodean te pueden ser ajenos, te pueden parecer innecesarios.
Pero bueno, es hora de dejar de reflexionar y empezar a reunir todos los enseres que creo que necesitaré. Es hora de empezar a reunir los elementos que durante los días de peregrinaje han de ser mi soporte vital, mi casa a cuestas, mi concha de caracol.
Lo primero, fundamental, el calzado. Calzado que ha de ser adecuado, ligero, resistente y ajustado para evitar los roces y las lesiones, calzado que ha de ayudarme a recorrer los veintitantos o treinta kilómetros que cada día me esperan con sus dificultades orográficas, con sus dificultades climáticas.
El calzado. ¿Cómo podría preparar el calzado y olvidarme de todos los que por el mundo recorren tanta distancia, o más, como la que yo voy a recorrer por necesidad, descalzos? ¿Podrán ellos reflexionar sobre la experiencia del camino que recorren a pesar de la sed, del hambre, de la pobreza que los acompaña? ¿Encontraran ellos el simbolismo de su falta de calzado ? ¿Se considerarán pobres o libres? ¿Oprimidos o afortunadamente olvidados?
Después el botiquín. Mejor no seguir pensando. Hay momentos en que es mejor aislarse de uno mismo, hay momentos en que el exceso de consciencia puede hacer imposible el camino, ni siquiera emprenderlo y eso me hace pensar que también en la vida, hay que elegir objetivos, no intentar que lo mejor se convierta en enemigo de lo bueno, no querer ser tan perfecto que nuestra perfección sea un obstáculo para nuestras virtudes.

Lo dicho, empezando por la mochila.

domingo, 1 de mayo de 2016

A las madres

Para hacer un regalo solo hace falta voluntad, para hacer un homenaje hace falta sentimiento, memoria y voluntad. A mí me gustaría con estas palabras hacer un homenaje a todas las madres, mujeres, del mundo, y también que fuera un regalo para aquellas mujeres que más cerca tengo, que más pertenecen a, o a las que pertenece, mi vida.
Quisiera hacer este homenaje, para empezar, a todas esas mujeres que no están de moda, a todas esas madres, abuelas, que durante generaciones fueron la lumbre, el alimento, el referente moral y el refugio  de las familias que formaban. A todas esa madres, abuelas, mujeres que durante siglos hicieron de su abnegación, de su imaginación, en muchos casos sin muchos más recursos, el único remedio paliativo contra el hambre, contra el frío, contra la carencia y la miseria de unas condiciones de vida difíciles, por no decir desesperadas, sacando adelante más niños de los que su cuerpo y sus fuerzas podían soportar.
A las madres cocineras capaces de sacar de un puñado de harina, un caldero de agua y lo que hubiera a mano, en un auténtico truco de magia, sustancia y sustento para los suyos e hicieron de su ingenio, de su eficacia, de su buen hacer, memoria e historia de los tiempos y los usos en los que vivieron.
A las madres trabajadoras del campo que además de lo anterior aportaban sus manos a las faenas para las que hacían falta todas las manos, y más, sin descuidar sus otras tareas.
A las madres que ante la usencia de sus maridos, por la emigración, por la movilidad, por las circunstancias familiares, se lanzaban a cubrir las necesidades de los suyos con el arrojo que la desesperación proveía y ni se quejaban, ni  descuidaban, ni flaqueaban.
A las madres que sin olvidar todo esto fueron peleando por un mundo más justo, más ecuánime, con más derechos y libertades para sus hijos y para sus hijas.
A las madres maestras que enseñaban los rudimentos de la educación y ejercían como referentes, como base moral para aquellos que estaban a su cargo.
A las madres actuales del mundo en el que vivimos que, tal vez sin esos visos de heroicidad, tal vez con un sentido más práctico, más cómodo, más acomodado de la vida, se esfuerzan por las personas que comparten su vida.
A las madres, en fin, por fin, que a lo largo de la historia hicieron con abnegación, con esfuerzo, y, sobre todo, con una cantidad infinita de amor, posible que la raza humana progresase, se expandiese, evolucionase.
Y también, como no, a todas aquellas que aún no han comprendido la inmensa dignidad de todas las mujeres descritas. A todas aquellas que bajo un prisma diferente de los tiempos han tomado caminos diferentes. A todas.
Para todas ellas, sin restricción mental, racial, étnica o intelectual alguna, mi homenaje. Mi más sentido, profundo,  y admirado homenaje.

Y, nobleza obliga, con todo mi amor, mi homenaje, mi regalo para las que más cerca tengo: Mi mujer, mi hija, mi madre, mi hermana.