Hablaba el otro día de canciones
infantiles y del tema catalán, como dos ejemplos de sin fin. Y la experiencia
de estos días, y la memoria, me llevan a insistir con nuevos argumentos y nuevas
canciones. Vamos, con nuevas aportaciones porque tanto el tema como las canciones
son “de toda la vida”
Pero como en todas las cosas de
toda la vida, el fondo permanece pero las circunstancias varían, permanecen el
fondo, a veces las formas, las letras y las melodías, sean de canciones o de
sonsonetes.
Sonsonete, o soniquete, que
vienen a ser lo mismo, preciosas y precisas palabras que llegan a reflejar con
exactitud la sensación de hastío que acaban produciendo. Sonsonete, soniquete,
pertinaz, contumaz, son todas palabras aplicables y pertinentes en el temita
catalán. Incluso en las canciones.
Recordaba, y hacía tiempo que no
me sucedía, una canción de excursión, de esas que se pueden cantar durante
horas sin desmayo y sin temor al olvido porque la letra varía lo imprescindible
para saber por qué estrofa vas. Puedes ir por el 7,346,938 elefante, por el innúmero
paletó de Fernando VII, por el enésimo barquito naufragado, o por la parte x de
la doncella que se tiró por el barranco toda vestida de blanco y que es la más
interesante, aunque sea igual las x -1 anteriores.
Es verdad que en este caso la
doncella que se tira por el barranco no va, casi con toda seguridad, vestida de
blanco, si no con una túnica cuatribarrada en rojo y amarillo y con una
estrella en algún lugar próximo a su corazón, pero puede ser la única diferencia.
Como no hay diferencia en esa
especie de éxtasis discursivo en el que parece haber caído el “presidente a la
fuga” y en el que el próximo discurso será el más interesante a pesar de que
acabará diciendo lo mismo que en todos los anteriores.
Claro que las técnicas de hipnosis
requieren de una reiteración de movimiento, de una monotonía estudiada en
sonido y movimiento, de un soniquete o sonsonete,
para que sean efectivas, para lograr que se produzca el abandono de la realidad
cotidiana y entrar en el universo de la realidad inducida, y el discurso
catalanista es sin duda hipnóptico aunque solo lo sea para aquellos que cometen el error de
prestarle atención. Como lo de la mujer de Lot pero en nacionalista y por los oídos.
Y por si a alguien le cabía
alguna duda lo de Tabarnia, algo parecido ya sugerí yo hace unas fechas en “Una
solución Salomónica”, deja totalmente al aire las vergüenzas de un discurso
plagado de demagogias, de tópicos, de lugares comunes inasumibles por nadie que
tenga un mínimo de coherencia o de vergüenza, torera o de cualquier otra clase.
Solo alguien abducido,
sofronizado, hipnotizado, puede enfrentarse a la desvergüenza de negarle a los
demás los argumentos que aplaude para sí mismo. Nadie, salvo un político o un incapaz,
es capaz de creerse coherente, razonable, discretamente inteligente o libre
cuando considera que un discurso solo es válido si se desarrolla en el ámbito que
él determine o con sus condiciones.
Pero resulta, las elecciones así
lo dicen, que cierto títere, lo de titiritero le viene grande, especialista en
habitar maleteros y en huidas chuscas mientras deja en la estacada a aquellos a
los que pretende dirigir y que encima crea una realidad paralela para encubrir
su cobardía, su incapacidad, su vileza moral, ha logrado hipnotizar a una
cantidad apreciable de personas supuestamente inteligentes o capaces de
discernir y que están dispuestos a aplaudirle las gracias, a tirarse al
barranco todos vestidos de lo que sea para que se pueda contar la parte
siguiente que como todo el mundo sabe es igual que la anterior, que las
anteriores, pero se anuncia como la más interesante.
Que semejante personajillo,
afortunadamente casi irrepetible, haya conseguido que 940,602 personas se
vistan de independentistas ciegos para tirarse por el barranco porque se lo
dice el flautista, es tremendo. Vale, descontemos los estómagos agradecidos,
descontemos los medradores en busca de relevancia o carrera política, descontemos
los de sostenella y no enmendalla, descontemos los que votan eso por motivos
inescrutables… siguen siendo muchos, demasiados, los que enfrentados a la
realidad de los hechos, a la inviabilidad del proyecto, siguen votando por
tirarse por el barranco, por el barranco económico, por el barranco político,
por el barranco ideológico, por el barranco institucional. Son tantos que solo
puedo pensar que están abducidos, hipnotizados, sofronizados, poseídos o que
tiene un fin oculto, tan oculto que lo es incluso para ellos.
En fín, por ir acabando, lo que
yo no acabo de entender, lo que me niego a asumir, es que unos personajes que
son reos, perdón, presuntos reos, de delitos gravísimos contra el estado estén
en situación de impunidad y desde ella intentar repetir con anuncio y clamor de
fanfarrias los mismos delitos sin que haya nada que parezca que se pueda hacer
para impedirlo. Si existe la prisión cautelar, ¿no existe una inhabilitación
cautelar?
Si Puigdemont es nombrado
presidente, aunque sea a distancia, que ya tiene bemoles la cosa, yo me apeo
por tomadura sistemática de apéndices capilares, que ya me escasean. El que
avisa no es traidor.