A mediados de
la segunda década del siglo XXI la tendencia creciente a la creación virtual
del arte llevó a la práctica extinción de los creadores humanos como tales.
Actores, músicos, pintores, escritores, arquitectos… todos los creadores vieron
suplantada la chispa de la creación individual por la sistemática búsqueda de
la razón matemática de la novedad que podía llevar a cabo cualquier ordenador
convenientemente programado.
Si bien este
furor no duró más de veinte años, es verdad que llevó a la práctica extinción
de los actores y los músicos, es decir de todos aquellos cuyo arte era la
recreación, ya que los programas fueron especialmente excepcionales en esos
aspectos. Crear un actor virtual, o un músico, estaba al alcance de cualquier
empresa de efectos especiales e interpretaban con absoluta fidelidad aquello
que inicialmente el director, y posteriormente el productor o promotor,
deseaban.
Esta situación
pasó por dos periodos diferentes:
En el año 2012
nace la primera productora íntegramente digital dedicada al cine. Digitals
Stars, presenta a sus mil doscientos actores virtuales que serán protagonistas,
secundarios y figurantes de todas sus producciones. Hay actores con todas las
características físicas y raciales más destacables y permiten en los momentos
necesarios crear híbridos que se acomoden perfectamente a una situación
interpretativa particular. Su primera producción, una versión de una conocida
película de los años 80 del siglo XX, arrasa en las taquillas y es tal el éxito
comercial, y económico ya que los actores virtuales no cobran, que inmediatamente surgen nuevas productoras.
Al cabo de tres años las películas convencionales no tiene cabida en el
circuito comercial. Solo el teatro mantiene a un reducido elenco de actores en
activo. Solo el teatro y solo en ciertas ciudades de ciertos países. El
perfeccionamiento de la proyección holográfica y las técnicas de sonido van
arrinconando todas las posibilidades.
Si bien el
negocio funciona perfectamente a nivel económico los estudiosos del mercado
empiezan a apreciar una crítica creciente en cuanto a la monotonía de la
capacidad interpretativa de estos actores individuales y, a nivel todavía
experimental, empiezan a buscarse nuevas soluciones. Son especialmente
reseñables la de Edgard P. Harrys que intenta que los actores virtuales sean
réplicas perfeccionadas de actores reales y que acaba en un fracaso económico y
la de Inhuman Artists que intenta inventar actores no humanos para representar
obras típicamente humanas. Se da una nueva visión, extremadamente exótica, de
las historias y se hace imposible la comparación con la capacidad
interpretativa de los actores humanos. Tras unos éxitos iniciales pronto la
gente le vuelve la espalda a la novedad.
Es el declive
paralelo de la música, que debido al arrinconamiento de los músicos y a la mayor interrelación creador-intérprete,
y a una imposibilidad de controlar un mercado que tecnológicamente es cada vez
más independiente de la comercialización tradicional se ve abocada a la practica
desaparición de las grandes empresas musicales, el que encuentra la salida de
la crisis aprovechando la situación profesional de los intérpretes y las nueva
tecnologías.
Es el año 2019
y Digiman Songs Company digitaliza a todos los grandes intérpretes de la
historia y ofrece una suma sustanciosa a todos aquellos contemporáneos que
estén dispuestos a ceder sus derechos de imagen y autor vitalicios a cambio de
una cantidad que de alguna forma garantiza una vida pasable y la posibilidad de
promoción futura en función de la utilización de los archivos.
Cuando a
finales de 2020 Digiman presenta su primer trabajo y las líneas maestras de su
actuación algunos críticos se entregan a la euforia y el triunfalismo. “Nada,
nadie a lo largo de la Historia ha podido concebir un proyecto creativo como el
que hoy nos ha sido presentado. Digiman no solo es un nuevo capítulo en la
historia del arte, Digiman es el comienzo del Arte”, llega a escribir un famoso
crítico en una no menos famosa publicación diaria.
Las claves de
Digiman:
-
No existe un artista tipo,
todos los artistas son una mezcla de las distintas características de varios.
Ejemplo: un violinista tendrá la tensión de arco del brazo de un individuo, la
muñeca de otro, la mano derecha de un tercero y la mano izquierda de un cuarto,
el oído de otro más y así características individuales de tantos intérpretes
como sean necesarios hasta completar un violinista completo.
-
Cada cliente podrá configurar
su propio intérprete o grupo y la música que desea escuchar.
-
En los conciertos y recitales
estos artistas tendrán un aspecto físico holográfico normal pero sus
características interpretativas variarán en cada evento.
-
Al final de una gira o serie
de actuaciones se grabará un disco con dos versiones: una la grabación del
mejor concierto, otra la grabación del mismo programa por la versión
interpretativa que mejor haya resultado.
-
Digiman versionará por su
sistema y según su criterio las composiciones novedosas de los artistas
contratados por ella.
-
Ninguno de los artistas contratados
podrá grabar, interpretar, versionar o participar en conciertos sin el permiso
explícito de Digiman SC.
El éxito es
clamoroso y las alabanzas se multiplican ante la capacidad de llevar las
posibilidades de versionas hasta el infinito. Este mismo éxito lleva a la
industria del cine inicialmente y finalmente a la del teatro a caer en las
mismas redes.
En el año 2022
Digiman Songs se convierte en Digiman Arts & Artists e incorpora al sistema
a todas las artes escénicas y al año siguiente las plásticas.
Año 2028. El
Imperio Digiman oculta a duras penas la laxitud creativa y el adocenamiento
evidente del espectador, por no hablar del desplome lento pero estrepitoso del
componente económico. Digiman vive de los patrocinios y las colaboraciones,
pero incluso estos capítulos empiezan a mermar.
En este
ambiente decadente y anodino se produce lo que años más tarde se conoció como
el caso Timo Slock o el síndrome de Aquello.
Timo Slock, de
origen nórdico, músico sin grandes méritos en el capítulo interpretativo era
sin embargo, y a pesar del desconocimiento público, autor de un par de
composiciones de éxito de Digiman. Se le podría considerar como un funcionario
acomodado y razonablemente feliz cuando se convirtió en el primer caso que
llevaría al fin del digitalismo.
El 19 de
noviembre del 2028 un empleado de Digiman recibe una llamada de un cliente
solicitando la reparación de un soporte que se ha borrado inexplicablemente. Al
intentar hacer un duplicado el empleado advierte que los archivos correspondientes
a Timo Slock estaban vacíos. Existían los índices pero no accedían a ninguna
información, ni en los originales ni en las múltiples copias de seguridad que
la empresa había guardado previsoramente a lo largo de su historia.
Se decide
digitalizar de nuevo al personaje cuando los técnicos se encuentras que hace
dos días que Timo Slock ha entrado en estado catatónico sin que los médicos
tengan ningún tipo de explicación.
Se ordena una
revisión exhaustiva de los archivos y se comprueba que existen tres casos más
idénticos, un actor y dos pintores. Por supuesto los datos de esta
investigación y los de las posteriores fueron celosamente ocultados hasta que
el número de casos hizo imposible la preservación del secreto.
En el año 2031
una alta instancia judicial ordena, como medida preventiva, la destrucción de
los archivos de digitalización personal de Digiman y una moratoria de seis
meses para el resto, sujeta a la evolución de los casos tras esta primera
medida. El síndrome de Aquello, así llamado porque jamás se ha encontrado una
explicación médica o científica para lo acontecido, se detuvo. No hubo más
casos que los cerca de setecientos que por entonces se habían constatado.
Ninguno de los afectados se recuperó nunca. Los archivos sujetos a moratoria se
salvaron, gracias a lo cual hoy en día aún podemos disfrutar de algunas de
aquellas joyas de su momento.
El comienzo
del post-digitalismo ha llevado a un insospechado florecimiento de la creación
y la interpretación, pero en medio de la euforia hemos olvidado, hemos
enterrado en la parte más remota y oculta de nuestra memoria, que aunque
Aquello no está activo en este momento no sabemos que podría desencadenarlo de
nuevo. Yo reclamo desde esta tribuna los fondos y recursos, el interés social y
científico, necesarios para descubrirlo y prevenirlo o extinguirlo
definitivamente.
Madrid, 19 de
noviembre del 2047