Ya se escuchan de nuevo las
palabras. Los gestos de horror, las condolencias. Ya se repiten los lazos y
banderas, las imágenes que contemplar atónitos, transidos, por la
incomprensible barbarie que de nuevo nos conmueve.
Ya van llegando de nuevo a mis
oídos los lamentos de los heridos, el dolor aún sorprendido de las familias de
las víctimas, la soberbia de los que intentan hacer de la muerte ajena un
bagaje, la tibieza estética de los que pretenden hacer uso de los cadáveres
para demérito de los demás.
Ya resuenan de nuevo las razones
podridas, torcidas, innobles, de la sinrazón. Ya saturan de nuevo los medios de
comunicación las condolencias tibias, formales, medidas y neutras, de las
instituciones. Ya se asoman de forma ladina las palabras de rencor, los mensajes
de confrontación, el llamamiento al extremismo y al odio indiscriminado que el
hervir de la sangre, aún fresca, de las víctimas parece demandar.
Todo suena viejo, repetido,
demoledoramente cansino. Todo parece horriblemente trillado, como una obra de
teatro que va perdiendo su frescura por mor de la repetición cansina de los
actores. El impacto de la truculencia rememora, repetidamente, truculencias ya
vividas. La sangre semeja las sangres ya vertidas en tantos lugares, en ya
tantas fechas, que los números, los nombres, se entremezclan.
Hubo tiempo en que una cifra y
una letra bastaban para nombrar un dolor. Ya son tantos los horrores que la
fecha hay que darla completa. Ya no basta decir 11 M, 11 S, …, porque raro es el día, el lugar del mundo, en
el que el disparate continuado de los asesinos, de los que intentan
justificarlos, de los que los espolean con su odio, con su miedo, no se ha teñido
con sangre de personas ajenas, cuando no inocentes.
Ya da lo mismo lo que digamos, el
dolor que podamos sentir o los mismos sentimientos. Ya no importan para nada
las palabras, los gestos, las razones. Todo fue ya dicho en ocasiones
anteriores. Todo se repite y volverá a repetirse.
Todo no, hay algo que siempre es
diferente. Nadie puede morir de nuevo, nadie puede morir dos veces.
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