Al principio solo fueron las palabras,
la dificultad de interpretarlas, la creciente distorsión de las historias, la
ruptura paulatina de los canales de comunicación. Sabíamos, habíamos oído, que
era duro. Sabíamos, conocíamos casos, que nos enseñaban a esperar un
empeoramiento permanente, pero solo la vivencia en primera persona, solo la
convivencia con el deterioro, con la diaria sensación de pérdida, no por
prevista menos dolorosa, hace que te des cuenta de la verdadera pendiente que
el tobogán vital va adquiriendo día a día.
Hoy, papá, puedo seguir
hablándote hacia dentro de mí mismo, pero la dificultad se ha hecho distancia,
la distancia, lejanía, pozo y ya sima insondable a la que difícilmente llegan
las palabras, los actos, los sentimientos. Estoy seguro de que aún no has
alcanzado la profundidad máxima que la enfermedad puede deparar, pero también sé
que estás en ese límite en que nuestra percepción ya no puede ahondar más, en
que nuestra cordura no puede seguirte, en que nuestra consciencia nos impide
rebasar el límite sin arriesgarnos a precipitarnos nosotros mismos en la
negrura.
Entre el límite que estás
sobrepasando y la muerte física seguramente aún hay un recorrido considerable,
una escalada de situaciones y penurias para las que debemos de prepararnos,
aunque la preparación sea inútil, pero tú, la persona a la que siempre me he
dirigido en mis cartas presuponiendo que de alguna forma tenía que comunicarme
contigo, estás ya fuera de mi alcance, estás en ese estadio intermedio entre el
no es y el no está que antecede al se ha ido.
Yo seguiré escribiéndote,
seguramente incluso más allá de la vida, suponiendo que siempre puede haber un
canal desconocido que por el que mis palabras puedan llegarte, o, simplemente,
probablemente, porque necesito decirlas y pensar que tú puedas acceder a ellas.
Adiós papá, adiós de momento,
creo que ha llegado el momento en que mis palabras tengan que volverse hacia
mamá, en que tenga que preocuparme más de la vida aunque no olvide mirar de
reojo al limbo en el que ya habitas, y son muchas las palabras pendientes para
ella. Víctima y verdugo, víctima de su propia personalidad y verdugo de todos,
empezando por ella misma.
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