Podríamos
ponernos científicos y hablar de la inflación de los universos y las vidas
recurrentes.
Podríamos
ponernos religiosos y hablar de la identidad del alma y el Espíritu Santo y por
tanto la proporción de deidad y universalidad que le corresponden.
Podríamos
ponernos ocurrentes e intentar un calculo parecido al de la termodinámica
del infierno.
Pero
siendo prácticos, podemos hacer un cálculo inmediato y establecer la ley
gravitacional del alma, así, a volapié, que diría:
D
= A^N + a * n - O * N1 + B * S - I + M [con intervalo de valores entre 0 e
infinito]
Donde:
D
= Radio medio de la órbita (en realidad perímetro) del alma
A
= Amor irradiado en pasionones
N
= Número de personas a las que se ama
a
= cariño verdadero, del que no se compra ni se vende ( acordarse de convertir
las décimas de pasionón en pasionones a la hora de aplicar la fórmula)
n
= número de personas a las que realmente queremos
O
= Odio irrefrenable ( también en pasionones)
N1
= Numero de personas a las que, culpa suya fijo, odiamos, y a partir de ahora
más por robarnos un poco de alma.
B
= Capacidad de apreciar la belleza que nos rodea ( convertir los disfrutinos en
pasionones según la relación 1 disfrutino = 0,3 pasionones)
S
= Número de veces en que nos sorprendemos con la belleza que nos rodea al mes
I
= Cuota fija de indiferencia general ( no vale descontar los de preocupaciones,
son inapreciables para la formula)
M
= Grado de indignación con el mal y la desgracia ajena ( convertir los
cagoental multiplicando por 2)
Pensaba
extenderme algo más, pero me acabo de quedar calvo.
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