jueves, 22 de marzo de 2012

De Santos y Diablos (24-11-10)


Hombre, yo novias, novias, creo que he perdido más de las que he encontrado y lo digo porque a alguna la he perdido más de una vez, y con el resultado final de un inevitable déficit de amor. Déficit de amor recibido, que del que tengo en stock para dar sin que haya receptor tengo exceso.

Es verdad que San Antonio, el de Padua porque hay más de treinta con este mismo nombre, siempre ha sido un santo un tanto casamentero. Recuérdese la madrileña tradición de las modistillas que el día de San Antonio, y en su ermita, meten el brazo en una pila bautismal con alfileres y sacan además del brazo  la conclusión de que tendrán tantos novios como alfileres queden prendidos en su piel. Que ahora que lo pienso este santo invita de una forma un tanto sugerente a la promiscuidad de las/los inocentes…. Doctores tiene la Iglesia y la promiscuidad y el celibato no siempre han sido incompatibles, de facto.

Y es verdad que este mismo San Antonio tiene bajo su advocación los objetos perdidos, no San Cucufato, también conocido como San Cugat, que es el patrón de los deseos. Pero claro, ¿hay mayor deseo que el de recuperar lo perdido? Y una cosa por la otra, San Antonio de paseo con las modistillas haciéndose unas risas y el pobre San Cucufato con los ojos fuera de las orbitas y una más que probable orquitis.

Y ya que nos ponemos picajosos con los santos, hagamos lo mismo con los diablos. No confundir a Lucifer, Luzbel, el lucero, el más bello, con su oficio, Satán -el contrario en hebreo-, ni dar como dos a Baal y Belcebú –Baal Zbub-, porque son el mismo. Yo ni siquiera confundiría la función de Belcebú, el señor de las moscas, la encarnación del mal absoluto, con el adversario de Miguel , Lucifer, que como Narciso fue víctima de su propia belleza, porque en ningún sitio se habla de su maldad, solo de que como responsable de la loa de dios incumplió sus funciones por su propia contemplación        –soberbia le llamaron-. Es más en algunos escritos del antiguo testamento se le denomina satán en el sentido positivo, el contrario al mal. Su sentido negativo lo da Miguel, su vencedor y responsable de su destierro, y esa es la versión  que nos cuentan los vencedores de esa batalla, y ya se sabe del árbol caído todo el mundo hace leña.  Todo depende de que de la Biblia se haga una lectura literal o una lectura simbólica. Yo, y tomando como ejemplo el Génesis, me inclino por la segunda.

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