domingo, 11 de marzo de 2012

El perdón es un arma cargada de injusticia


A las víctimas

Le acabo de encargar al creador que me haga otro mundo. Estoy harto de vivir en un mundo en el que no comparto las reglas y acabo siempre siendo el perdedor.  Una vez que he comprobado que no acabo de entender que la estrategia es superior a la razón, que el disimulo es más importante que la honestidad, que la espalda es la parte de la anatomía sobre la que hay que ejercer las acciones sociales, prefiero mudarme. Soy un inútil social.

Hace mucho que entendí que la honestidad  y la verdad son, en primer lugar, personales, y si se mantienen con una cierta coherencia son los flancos sobre los que quienes quieran atacarte lo tienen más fácil porque no dispondrás de la flexibilidad de cambiar de posición cuando lo hagan y por ahí vas, y van, a perderte.

Si una vez atacado y herido intentas mantener tu coherencia serás llamado intransigente o soberbio y si no la mantienes tu a ti mismo no sabrás ni como llamarte.

Y si una vez colocado en esa tesitura tienes la desgracia de que tu agresor en una hábil estrategia te pida perdón publica y cínicamente, con absoluta falta de rigor y sin otro fin que el de trasladarte la culpa, entonces hermano, haz como yo. Pide la liquidación y dile al creador que te haga otro mundo porque entonces el culpable, socialmente, eres tú. Incapaz de otorgar un perdón que solo ha sido formulado por la presencia de los demás, sin una explicación, sin un arrepentimiento. Una manta en lugar de un estropajo.

Porque el perdón real pasa por el arrepentimiento, por una explicación de los hechos aunque sean inexplicables, por una asunción de la culpa y la penitencia. Y por la intimidad. Por un cara a cara en el que no se condicione su petición ni su concesión al juego de la estrategia. Al engaño de yo te lo he pedido y tú tienes que dármelo.

Hoy es un día de víctimas, y de verdugos. Por ellas, por mi, por todos aquellos que sufren por no aceptar los falsos perdones. Por todos los que defienden su razón aunque otros les tuerzan la cara. Por otro mundo en lo que importe sea la verdad y al que yo ya he solicitado trasladarme.

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