Bueno, ya que los partidos
políticos, esos entes devoradores de democracias y generadores de corruptelas y
prebendas, han decidido convertir a este país en su reino de taifas y
devolvernos a lo más oscuro de los tiempos medievales, políticamente hablando, quizás
sería interesante recuperar ciertas costumbres de aquel entonces que los
hicieran, que nos hicieran a todos, recuperar, junto con los desafueros y las
cuotas de poder, ciertas fórmulas que los hagan saber, y nos hagan recordar, en
qué punto estamos.
¿Y en qué punto estamos?, se
preguntan todos al votar, parafraseando la canción. Aquí hay matices. Unos
piensan que estamos en un desatino monumental, otros que en una locura, otros
más, entre los que me incluyo, en una exhibición intolerable de falta de representatividad
y coherencia. En un punto en el que nos están tomando el pelo o, lo que es más
grave, nos están castigando por haber osado votar fuera del bipartidismo
institucionalizado.
¿Opciones? Yo no veo ninguna.
Porque para que hubiera opciones tendría que haber interés por el país,
generosidad de miras, conciencia de que los votos no son suyos ni valen para lo
que les dé la gana. Porque para que esto tuviera algún atisbo de solución los
partidos políticos tendrían que tener algún interés en ser conscientes de que
sus votos no provienen solo de sus bases y que la mayoría de sus votantes son
personas que solo comulgan parcialmente con sus postulados. No, los votos, la
mayoría, provienen de ciudadanos que no son socialistas de partido, ni
ciudadanos de partido, ni populares de partido, ni siquiera comunistas o
radicales. La mayoría de los ciudadanos españoles votan por simpatía o, y eso
es peor y más determinante, por antipatía. Votan porque ese señor les cae mal o
porque ese otro hizo algo que no está dentro de lo asumible.
Porque la mayoría de los
ciudadanos votantes consideran más intolerables las posturas radicales que la
corrupción, la tibieza, la indecisión, la falta de integridad de mensaje que
los recortes, las palabras subidas de tono y militantes de los mítines que las
pensiones vitalicias y los sueldos de los diputados y senadores.
Como son intolerables una ley
electoral que nos hurta el control sobre nuestros pretendidos representantes o
una atomización de la representación ciudadana de un coste inasumible y que no
tiene otra función que parcelar el poder para mayor disfrute y placer de los
que optan a él.
“Nos, que somos tanto como Vos,
pero juntos más”, decía la fórmula de toma de juramento al nuevo rey de la
corona de Aragón. Preciosa frase que sirve no solo para paladear un bella
construcción lingüística, si no para recordar al que la pronuncia y al que la
escucha que lo que recibe no es suyo, que el que lo recibe no es otra cosa que
un primus inter pares, un representante
de aquellos que lo eligen para representarlos y no para llevarlos al desastre
ni para que los ningunee a partir de ese momento.
Tal vez la fórmula debería de
figurar en la cabecera de las papeletas de voto. En la apertura de todos los
espacios electorales y en banderolas y carteles a la entrada de los lugares de
votación. Mi experiencia me hace ser escéptico y creo que ni así.
Creo que ni haciéndoselo escribir
mil veces los actuales políticos españoles entenderían que son representantes
de los ciudadanos que los han elegido, y de los que no, antes que
representantes de una ideología o de unas siglas, porque es fundamental saber a
quién, y a qué, representas para que puedas representarlo
Claro que seguramente lo tienen
muy claro. Ellos representan a sus colegas en primer término, en segundo a su
partido y, como mucho, a sus militantes, y si eso, y tienen un rato, a sus
votantes. Los demás pasaban por ahí y encima se han equivocado.
Y mientras las fidelidades, las
obligaciones, los compromisos no estén claros, o lo estén inadecuadamente, esto
será una jaula de grillos, un país de figurones que se sienten respaldados por
su propia falta de criterio democrático, un país de gallitos solo interesados
en su propia promoción y lucimiento.
Así que vista la situación este
Nos se niega a ser tanto como Vos y de juntos ni pensarlo. Tal como apunta la
cosa sólo me siento más.
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