Hay una máxima en la empresa
privada que es incuestionable: el que no rinde, el que no cumple con su
trabajo, se va. No siempre es cierto, es verdad, el principio de Peter es
inamovible y todos hemos conocido algún caso flagrante de incompetencia recompensada,
pero suele ser en grandes corporaciones o a causa de la incompetencia de algún
jefe que ha alcanzado su posición por el susodicho principio.
Y a mí, que no estoy en el ajo y
me han convertido en un mero espectador, me parece que todos los políticos actuales,
bueno, ese que se ha ofendido a lo mejor no, que casi todos los políticos
actuales, la mayoría de ellos, cumplen una especie de Principio de Peter de la
política.
Todo ciudadano que alcanza en el
ámbito privado su nivel de incompetencia se dedica a la política, o a las
subvenciones. Lo dicho, a la política.
He asistido con escepticismo
inicial, con cabreo profundo durante, y con indignación de las de atraganto e
insulto al final, a las comparecencias de los diferentes personajes, esos
llamados líderes y los otros llamados portavoces, que han tenido a bien ofender mi inteligencia, abusar de mi
paciencia y utilizar de forma espuria el dinero de mi país.
Si esto fuera una representación
teatral, que lo es, lo es, solicitaría que me devolvieran el dinero y no
volvería a asistir a ningún espectáculo en el que figurara ninguno de sus
nombres.
¿Nos han tomado por idiotas? ¿Lo
somos? ¿Realmente esto se puede llamar democracia por el simple hecho de que
votamos? ¿Cómo pueden tener la poca vergüenza, la nula dignidad, la soberbia,
de ir a un debate con los discursos escritos? ¿O es que ya se habían puesto de
acuerdo en lo que iba a decir cada uno? ¿O es que ni siquiera se escuchan? ¿Ni
siquiera tienen la decencia de simular un verdadero debate?
Yo hubiera podido decir, hace ya
meses, cada una de las palabras, cada uno de los argumentos, cada una de las
estupideces, cada sinrazón expuesta en sus discursos manidos, relamidos,
culpables y reprobables.
¿Y estos tipos arrogantes,
pagados de sí mismos, despreciadores de la gente que ha depositado su fe en
ellos, son mis representantes? No me jodas, y perdón por el exabrupto. Estos
tipejos son unos sinvergüenzas, unos desahogados , unos estafadores de la peor
calaña que juegan con la credulidad, con el dinero, con la esperanza de las
gentes de este país.
Lo dije hace un tiempo, antes de
las segundas elecciones, y no me muevo ni un pelo: No hay dos sin cuatro, y si
no al tiempo. Al tiempo y a la paciencia de los ciudadanos.
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