Y se celebraron, o se disputaron,
o se llevaron a cabo, las elecciones, porque celebrar, celebrar, creo que solo
los de VOX.
Los electores juegan su papel,
incluso cuando se equivocan. Desde tiempos inmemoriales los héroes arrastran su propia
maldición. Eneas, Ulises, no son héroes por su comportamiento ejemplar, si no
por su capacidad de sobreponerse a sí mismos y a los designios de los dioses
que ponen todos los obstáculos posibles a su paso.
En esta historia, en este devenir
actual de la sociedad, los héroes son los ciudadanos que se acercan a las urnas
a pesar de los dioses que no les son propicios. A pesar de los dioses
económicos que sumen a su pueblo en desigualdades intolerables. A pesar de los
dioses ideológicos que reclaman de ellos un vasallaje sin condiciones, sin
discusiones, sin matices. A pesar de los dioses electorales, que también existen
en esta historia, que les dan unas reglas tramposas y les impiden que se
reconozcan en los resultados que los dioses de los números interpretados
convierten en desconocidos que no representan más que a su partido.
Y a pesar de todos esos dioses,
furibundos unos, burlones otros, casi todos tramposos, los ciudadanos de este
país acuden a las urnas y votan. Votan casi todos con las tripas, algunos con
el corazón, la mayoría con los pies y otros con el aparato reproductor. Casi ninguno
con la cabeza, porque los héroes lo son por luchar, no por pensar, y porque se
levantan de sus errores una y otra vez, cada cuatro años en condiciones
normales, o cada pocos meses como pasa actualmente.
El caso es que ha habido, otra vez,
una vez más, y posiblemente no la última, unas elecciones y el pueblo ha hablado.
El pueblo ha hablado y la ley D’hont, y un sistema electoral absolutamente
desquiciado, le ha cambiado la voz según sus propios intereses. Claro que por
mucho que la voz, convertida en número de diputados que no se corresponden con
el número de votos, les sea cambiada, un grito es un grito y una bofetada es
una bofetada. Sin paliativos, sin paños calientes.
Hay regañinas, al PSOE por su
soberbia e incapacidad de hacer nada constructivo con la confianza recibida.
Hay palmaditas, al PP por haberse portado bien durante estos meses sin meterse
en follones ni peleas. Hay desilusiones, la de Podemos que va perdiendo el aire
como un globo mal anudado. Hay indiferencias, como la de Más País incapaz de
tener un resultado significativo. Pero hay dos reacciones viscerales, dos
reacciones que demuestran el hartazgo total y absoluto de los votantes con la
tomadura de pelo que elecciones tras elecciones los partidos políticos
perpetran contra los héroes de esta maldita historia.
Hay un grito popular desgarrado,
potente, visceral, ululante, retumbante y algo desesperado, contra todo lo que
los políticos están representando en su nombre y contra su criterio. Un grito
que mañana muchos intentaran amplificar para invocar fantasmas en su beneficio,
justo los mismos que están provocando ese grito con sus acciones y sus
opiniones, que ignoran a aquellos a los que dicen representar. Un grito de
hartazgo y desesperación porque, aunque sea desvirtuada, aunque sea retorcida,
aunque sea vituperada, los votantes quieren que su voz sea oída. Un grito de
descontento y desmoralización por no sentirse más que un voto usado para fines
indeseados cada vez que son llamados a las urnas. Mañana, en realidad ya ahora,
habrá personas que creen representar a la democracia, siempre que la democracia
diga lo que ellos consideran que debe de decir, y que no se representan más que
a sí mismas, que clamaran contra el resultado de VOX. Personas que reclaman la
democracia pero se consideran con derecho a decir quién puede tener voz y quién
tiene que callarse, que se rasgarán las vestiduras por lo que ellos pretenden
decir que VOX representa. Personas que insultan, menosprecian, descalifican, a
otras que se permiten discrepar de sus opiniones, de sus cuestionables verdades,
de su soberbia intolerante. Y ese grito es VOX.
No, nadie que tenga dos dedos de
frente puede considerar que VOX tenga una base electoral ideológicamente afín
que se corresponda con el número de votos recibidos. VOX es solo el
beneficiario, en estas elecciones, en otras fue Ciudadanos, y en otras Podemos,
de la frustración de votantes que jamás compartirán con VOX muchas de sus
opiniones y ninguno de sus planteamientos para llevarlas a cabo. Vox es solo el
receptor del descontento de votantes de todo pelo, y algunos calvos, que se
niegan a seguir siendo usados por los partidos mayoritarios para sus teje
manejes ajenos a aquellos que los votaron.
Y también hay una bofetada,
sonora, de película, un “zas en toda la boca”, que señala la absurda
estrategia, aunque tal vez la torpeza es tal que estrategia es un término
absolutamente inadecuado, con la que Ciudadanos ha logrado que la mayoría de
sus votantes le dieran la espalda. El héroe de esta historia se equivoca al
propinarla, porque Ciudadanos debería ser una pieza fundamental en su
reclamación de unas reglas limpias para una democracia algo más real, pero su
estulticia, la de sus líderes, ha sido tal que no ha habido otra opción que
hincharle la mejilla con un bofetón en toda regla. La continuación de la
historia nos dirá si el héroe, sobrepasada esta estancia de su viaje, le
perdona la idiotez y vuelve a confiar en un proyecto necesario. Pero para eso
falta un tiempo, y posiblemente algo más que otras elecciones.
En fin, entre todas estas cosas,
y algunas más que no voy a comentar, hay una noticia que no por sabida es menos
importante: ¡Teruel existe¡ Ya solo falta que exista la vergüenza mínima por
parte de los políticos para promover unas modificaciones a la ley electoral que
nos devuelva a los electores la capacidad de sentirnos dueños de nuestro
destino y al país una democracia real. ¡La inocencia existe¡, dios proteja la
inocencia.
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