sábado, 16 de septiembre de 2017

El salvavidas estelado

No todo el mundo pierde con el tema catalán. Parece imposible que en semejante espiral de estupidez generalizada, de posiciones inamovibles y negación de la esencia de la política, el acuerdo, alguien pueda salir ganando. Y si además sale ganando con declaraciones de intenciones que rezuman simplismo y oportunismo por todas sus palabras la incredulidad puede alcanzar cotas de sublime incomprensión.
Pero igual que en el mundo de los ciegos el tuerto es el rey, en el imperio de los sordos no hay más razones que las de aquel que se atreve a decir algo. Total nadie lo va a escuchar con los oídos de la razón…
En un panorama desolador como el que vivía la izquierda española con un PSOE dividido, un Podemos vociferando su vocación de formación radical y asamblearia con un regustillo a anti sistema, el “procés” ha sido una suerte de salvavidas cuatribarrado y estelado para esa izquierda que estaba haciendo su travesía del desierto y se ha encontrado un atajo.
Lo que pasa es que, como cada quien es cada cual, una parte ha cogido el atajo ofrecido mientras otra ha decidido tirar con camellos y carga por la ruta más larga. El final del camino, el zoco de las elecciones, dará y quitará razones, pero a pie de camino hay una visión probable de las cosas.
Varias veces, y desmintiendo la opinión interesada de muchos, he sostenido que el PP no había conseguido ganar las elecciones últimas, las habían perdido sus oponentes. Y las habían perdido por sus inconcreciones, por su falta de rigor político, por estar más empeñados en demonizar a los adversarios, en convertirlos en enemigos, que en plantear soluciones reales y de estado a los problemas de los ciudadanos. Algunos, aún siguen en ello.
El desafío catalán ha servido para que algunos políticos tomaran el rábano por las hojas y se plantearan, o replantearan, su estrategia como estadistas dejando de lado, cuitas, rencores y actitudes mitineras para enfrentar un problema real.
Pedro Sánchez ha dejado al descubierto su faceta de estadista olvidando diferencias, aparentemente hasta personales, con el presidente del gobierno y alineándose sin demasiadas fisuras en el bloque constitucional. Si en su momento dejó la duda, planteándose el despropósito de aquella posibilidad de liderar todas las fuerzas parlamentarias sin importar ideología o posición respecto a la legalidad para desalojar al PP del gobierno, con su actitud actual ha conseguido que se olviden las dudas surgidas entonces y sumar en su bando a personas de su partido que hasta este momento estaban muy alejadas de sus planteamientos. Sí, es cierto, lo de nación de naciones suena a juego del palé, o batiburrillo de barra de bar sin sustancia, pero al menos su alineamiento es inequívoco y ya está subido al salvavidas y remando hacia una costa aún remota pero ya visible.
Sin embargo Pablo Iglesias sigue instalado en el mitin, en la algarada, en señalar como culpable de todos los males al gobierno sin reparar en que mezclar churras con merinas, hablar de la corrupción como invalidante de capacidad moral para atajar una sedición, son ganas de convencer al público paciente, en realidad ya impaciente, de que el hecho de que Blesa sea un corrupto incapacita a Hacienda para reclamar los impuestos a los contribuyentes. Ya nos gustaría, ya, pero no pasa de estupidez para militantes. Para militantes cortos diría yo.
Podemos, al menos su líder electo, juntamente con sus comunes y mareas, han hecho una palmaria demostración de que no existe para ellos otra opción que la radicalidad, el mensaje confuso, la incapacidad de enfrentar con una postura clara, rotunda, inteligible, una cuestión de estado que exige de todos, dirigentes y ciudadanos, políticos y administrados, pensantes y paseantes, una clara, rotunda, inteligible postura respecto a un tema de una dimensión que deja a los demás en mera cuestión administrativa. No sé si es que no han visto el flotador, si es que se ven con fuerza suficiente para llegar a nado hasta la costa o es que están en convencer al mar de que ahogarse es culpa del PP, pero el caso es que no lo han cogido.
Resumiendo. El zozobrante barco del independentismo ha lanzado flotadores cuatribarrados, estelados, por doquier para salvamento propio, pero posiblemente el único que ha sido capaz de subirse a uno de ellos ha sido el PSOE de Pedro Sánchez que ha encontrado en el desafío del soberanismo un llamamiento a la unidad interna que necesitaba con mayor urgencia que un acceso al poder.

No sé qué pasará el día 1 de octubre, creo que nada, no de nadar si no de ausencia, y a mi pensamiento contribuye el ver la falta de reacción del estamento económico, pero sí creo que de cara a las próximas elecciones las posturas actuales pesarán en los votantes. Y si no al tiempo. Nos vemos en la costa.

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