Esta es una historia que no por
repetida deja de tener vigencia. Los grandes inventos se experimentan entre
nosotros sin informarnos ni prepararnos para su evolución. Esta estrategia
permite experimentar las virtudes y defectos del ingenio en cuestión al tiempo
que se ahorra las críticas por su mal funcionamiento.
No dudo que habrá seguramente
varios inventos que ahora mismo estén siguiendo esta planificada evolución
antes de su definitiva implantación reconocida en el mundo comercial, pero yo
me estoy refiriendo concretamente al STW.
Este revolucionario elemento ha
sido desarrollado en busca de una mayor seguridad en la conducción de vehículos
a motor y para solucionar la cada vez más compleja toma de decisiones. Al
parecer, y según me informan mis fuentes, que por supuesto son absolutamente
secretas, empezó a desarrollarse ya hace muchos años, más de treinta, a
principios de los ochenta del siglo pasado. El incremento exponencial de
unidades en circulación, la evolución de las carreteras y el previsible aumento
tecnológico que influía en su conducción hicieron que los expertos buscaran
ayudas de todo tipo para el conductor medio cada vez más superado por las
potencialidades del vehículo que conducía.
Las primeras unidades del STW se
instalaron al azar en vehículos de diferentes marcas, modelos y categorías. Se
trataba de poder hacer un análisis de su funcionamiento independientemente de
condicionantes de edad, nivel de conducción o adquisitivo. Por supuesto los
adquirientes fueron informados puntualmente de las características especiales
de su vehículo y de cuál era su funcionamiento
Concretamente esa primera versión
del aparato emisor de la señal de activación iba asociada al funcionamiento del
intermitente, de tal forma que al señalizar la maniobra el STW emitía la señal
de alerta de funcionamiento que debería de captar el receptor de los vehículos
afectados por ella.
A diferencia del emisor el
receptor de la maniobra fue instalado en todos los vehículos de un país elegido
al azar. Ese país fue España, y los usuarios del receptor nunca fueron
informados de su inclusión en el equipamiento de los vehículos para evitar que
su conocimiento quitara espontaneidad a su reacción.
Desde entonces el STW ha
demostrado sus posibilidades pero los distintos fallos y errores, alguno de los
cuales produjo víctimas, ha impedido que se ponga en conocimiento del público
en general.
Sospecho, los últimos
acontecimientos me hacen sospechar, que existe una nueva versión del STW, una
versión en la que el emisor funciona conectado directamente a la voluntad de
hacer la maniobra por parte del usuario del emisor.
Perdón, con el entusiasmo de ser
el primero en dar la noticia se me han olvidado algunos detalles fundamentales
STW son las siglas, como no en
inglés, de parar el mundo (stop the world).
El receptor debería de tener la
función de, captada la señal del emisor de inicio de maniobra, evitar la
interferencia de cualquier otro vehículo cercano en la misma. Cambios de
carril, salidas en stop o ceda el paso, incorporaciones a vías de diferente
velocidad, giros en las ciudades eran fundamentalmente las maniobras
seleccionadas y de ahí su instalación conjunta con el activador del
intermitente.
Y decimos que debería de tener la
función porque el primer gran fracaso fue que el receptor nunca consiguió
funcionar de forma correcta. ¿Entiende usted ahora por que ciertos conductores
inician sus maniobras en el mismo momento de poner el intermitente sin pararse
a mirar si pueden o no? Efectivamente, ellos sí tienen el emisor del STW, y
además lo saben.
El otro día en la gasolinera de
Carrefour en Alcobendas, al llegar y ponerme en una fila recibí una sonora
pitada de una chica que, al parecer, estaba dos filas más allá y había decidido
cambiarse a la fila en la que yo me puse cuando llegué. La verdad es que no
conseguí entender su cabreo por no haber respetado su voluntad de la que ni
siquiera me percaté. Ahora, pasadas una horas me he dado cuente de que el
problema es el STW, la nueva versión.
Desgraciadamente, je, mi receptor
sigue sin funcionar. Pero, he de confesarlo, si en algún momento a mi coche se
le ocurre tomar por su cuenta una decisión diferente a la mía le desconecto
hasta las bujías. El que avisa no es traidor, y el que no recibe… no es
receptor.
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