Pues nada. Ahí seguimos, en el
machito. Parece ser que nuestros políticos no acaban de darse cuenta de que su
actitud no representa, no es capaz de representar, la idea que los ciudadanos
de a pié, esos que muchas veces no votamos por hastío, esos que muchas veces
votamos contra lo que hay, esos que a veces votamos en blanco para manifestar
nuestro cabreo, esos a los que la ley electoral castiga con su indiferencia
interesada, tenemos de lo que es el verdadero servicio a la comunidad, a los
intereses del pueblo llano y no militante.
Llevamos muchos años, tantos que
me da pereza contarlos, inmersos en una política autista, frentista, partidista
y soez. Llevamos muchos, muchísimos, años en que gobernar es deshacer todo lo
que han hecho los anteriores y oponerse es tirar por tierra cualquier
proposición del que gobierna sin importar en lo más mínimo si es conveniente,
razonable o incluso necesaria.
El único afán de los partidos es
tener el poder, a costa de lo que sea, no importan los medios, no importan los
ciudadanos, no importan, ni siquiera, las bases. Control férreo de los
militantes mediante la disciplina de partido. Control férreo de los ciudadanos
mediante una ley electoral que impide la representatividad directa y que favorece
el mangoneo post electoral.
Todo es macro. La macroeconomía,
las macroempresas, las macro estructuras. Todo menos los micro ciudadanos, su
micro capacidad de control sobre los políticos y su micro interés para los que
“gobiernan” y muchas veces, desgraciadamente, en los que gobiernan.
Tengo la extraña sensación de
vivir en una sociedad con propietarios. Tengo la extraña sensación, el
convencimiento, de estar viviendo una suerte de despotismo ilustrado con
elecciones. Tengo la extraña sensación, casi la certeza, de que me paso la vida
pagando un alquiler, sin opción a compra, de un sitio en una sociedad que ya
alguien ha organizado para mí y en la que se me permiten ciertas libertades que
se utilizan como mordaza, como coacción moral, para evitar que me dé cuenta de
que no soy dueño, ni siquiera socio, de esta amalgama de realidades
socio-culturales en la que cierto “poder en la sombra” ha convertido al
planeta. Fronteras, himnos, banderas, religiones, doctrinas políticas, racismo,
todo está perfectamente orquestado para lograr desunión y enfrentamiento
O, simplemente, hoy me he
levantado con un fuerte ataque conspiranoide. Todo puede ser. Pero aquí, ahora,
me declaro seguidor incondicional, devoto irredento, fanático, del primero que sea
capaz de darle la razón a su oponente o de oponer un argumento en positivo. No
hay… lo que tiene que haber: libertad, razones, interés, ciudadanía.
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