miércoles, 23 de mayo de 2012

Descreimiento


Parafraseando a la canción, si tu me dices ven no se donde meterme.  Me siento sodomizado, engañado, pervertido, ninguneado, prostituido. No, no soy víctima de ninguna mafia de proxenetas, no me he tirado a la calle y me han cogido por banda, no.
Me niego a vivir en un mundo de buenos y malos, de justos y pecadores, de izquierdas y derechas, de listos y de imbéciles. Me niego a ser socialmente bipolar y en la duda de a quien tengo que creer no creo a nadie. No me vale el quítate tú para ponerme yo. No me vale el ahora que no estoy defiendo lo justo ni el ahora que estoy yo tengo razón,  porque lo justo hay que defenderlo cuando se está y cuando no se está, y no es justo porque yo lo creo si no porque beneficia a la mayoría, pero de verdad, no a los míos, no a los que a mi me conviene, a la mayoría sin color y sin acera.
¿Quién entre todos tiene categoría moral,  crédito moral para denunciar al de enfrente?.  ¿Quien puede movilizarse con la conciencia tranquila de no estarle haciendo el juego a los del collar diferente? ¿Hay otros? ¿Se les permitirá emerger si los hubiera?
Cuando la justicia, la legalidad, la información, la contrainformación, la educación, la ineducación, la inadecuación, la economía… están en manos de los mismos la situación exige algo más que unos cuantos gritos aislados, algo más que un enfrentamiento. Tal vez la única solución sea dejarlos sin juguete, darles la espalda masivamente y obligarlos a que pregunten que es lo que necesitamos.
Eso si, corremos el riesgo de que se les haya olvidado como y que preguntar, o incluso puede que ni reparen en el gesto dado el grado de interés que demuestran.
Y ahora agentes político-sociales de signo definido o velado, mantenidos de las subvenciones y las prebendas, intoxicadores del propio interés, volvéis a convocarme a votar, a manifestarme o  a que me crea cualquier cosa que digáis, directa o arteramente, a voces o por escrito.

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