martes, 15 de mayo de 2012

Bandera Blanca


Hablando con mi amigo Antonio Zarazaga me comentaba que quería perpetrar en su casa comidas familiares con “bandera blanca”, sin televisión que aporte sangre, vísceras y miserias y controlando los temas coloquiales para evitar conflictos y enfrentamientos.
Recordé y le comenté que los ágapes de los masones imponían la prohibición de tratar temas políticos o religiosos –incluso fútbol- y en el turno riguroso que controlaba el presidente de la mesa estaba el impedir que existieran réplicas y contra réplicas. Cada uno expone lo que desee sin hacer referencia expresa negativa a nada de lo dicho por los anteriores.
Armado de tan buenas intenciones decidí saltarme el copyright de la idea y aplicarla en mi propia familia aprovechando una celebración.
La novedad de la idea produjo un efecto curioso, nos pasamos más tiempo invocando la idea que practicándola. Solicitamos bandera blanca cuando alguien criticó la mahonesa, también cuando otro se quejó de que no había recibido unas fotos, y por una referencia a dejar de fumar  y porque yo lo hago de otra forma, y porque yo y porque tú y que decir de él o de vosotros…
Al final yo saqué la conclusión de que en mi familia, y sospecho que en la mayoría de las familias, lo conflictivo no son los temas si no la misma trama familiar y que al fin y al cabo esa trama , esa conflictividad, marca su peculiaridad y aporta su encanto, al menos mientras no llegue la sangre al río.
Pero por si alguien que lea estas líneas quiere intentarlo un consejo: Si va utilizar la bandera blanca procure que no tenga asta, vulgo palo, no vaya a ser que alguien decida usarla para acabar con el experimento.

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