martes, 15 de mayo de 2012

Chipirón que se calienta... (31-01-11)


Me ha contado el Capitán una historia sobre un chipirón que explota al calentarlo en el microondas. No cabe duda de que la vida es una concatenación secuencial de hechos imprevisibles, casi siempre justificables y previsibles, pero claramente imprevistos desde la óptica del momento en presente del individuo que las vive. Y lo he dicho al tirón, que conste.

Me he quedado patidifuso, patitieso, y uso estos adjetivos y no el más docto de perplejo en honor a las diez extremidades, entre tentáculos y brazos, que tiene el sujeto de la misma, con la historia del chipirón, presuntamente, integrista. ¿Quién le podría decir al pobre chipirón cuando aún era parte de la calamara – en riguroso idioma político actual- lo que le deparaba el destino?

Tras una pesada digestión intelectual del hecho he encontrado no menos de tres vías de preocupación genuina por la implicaciones del sucedido, lo cual demuestra hasta que punto un suceso aparentemente trivial puede ser el síntoma de alguno de los graves peligros a los que está sometida la sociedad actual. Y ella sin saberlo.

La primera consideración es del tipo fanático-integrista. ¿Cómo podemos saber que el chipirón en cuestión no pertenecía a una célula de chipirones integristas adoctrinados y equipados con poderosos explosivos y dispuestos a inmolarse en cualquier cocina, preferiblemente de hotel de lujo o restaurante de barrio, y así cortar de raíz el consumo de cefalópodos en general y calamares en particular? No, no podemos de momento saberlo pero sería conveniente estar atentos a posibles incidentes del mismo cariz.

La segunda es de tipo conjura de chinos de la que ya hablamos cuando a Nimodo se le revelaron los electrodomésticos – o sea los domésticos electrónicos, o chinos- y explicamos las posibles consecuencias de una revuelta de este tipo. Podría paralizar la sociedad. ¿Os imagináis lo que sería del mundo, del civilizado por supuesto, si empezaran a explotar los cafés de por la mañana?¿ Que sería de una civilización que se lanzara a la calle entre el shock del incidente y el hambre de no haber podido desayunar?¿Que tuviera que empezar la jornada laboral si ese aporte de aceptación de la realidad que supone el desayuno? Catastrófico.

Pero la tercera vía, la científico-irresponsable, es la que más me preocupa. El aparato en cuestión, el microondas, funciona mediante la excitación del enlace O-H ( o sea de tocarle las narices al enlace entre el oxígeno y el hidrógeno ) y como sucede en todos los ordenes naturales cuanto más se excita, más se calienta y por supuesto como todo hijo de vecino cuando uno se calienta en demasía acaba explotando. Hasta aquí natural como la vida misma. Pero la cuestión que a mi me preocupa es ¿en que momento de excitación irrefrenable el enlace O-H se cabrea y lo que era un chipirón, sin dejar de serlo aparentemente, se convierte en otra cosa? ¿Qué cosa?, eh ahí la cuestión, ¿Y yo que se?, ¿Lo sabe alguien? Desde luego en mi casa el elemento en cuestión está rigurosamente prohibido. A mi me gusta comer una buena empanada, o chipirón, con sus enlaces O-H íntegros y de confianza.

Así que Capitán, la próxima vez que compres un chipirón que sea con Currículum Vitae. Busca una preparación que no emplee el horno microondas –ese chisme- y sobre todo, sobre todo, si al final decides no hacerme caso, si decides utilizar el aparato u otro con gas, por favor estate en lo que estás,  no vayas a emborronarnos el cuaderno.

Rafa

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