Me comentabas que habías leído unas declaraciones de una actriz, Najwa Nimri, en las que decía que íbamos a encontrar a dios en la física cuántica, y, añadía, que dios está detrás de los números. Ya te lo dije, me parece una postura inteligente desde el punto de vista del buscador, aunque sigue pareciéndome una postura inocente.
Por supuesto que dios está detrás
de los números, y de las letras, y de los símbolos y de todo aquello que signifique
búsqueda y conocimiento, pero para poder empezar a hablar de este tema, como de
cualquier otro tema, existe una cuestión previa, fundamental, que puede
facilitarnos el camino de la conversación, que puede, incluso, determinar que
cualquier intento de conversación es inútil, y que puede acabar en una
discusión de palabras sin oídos que las escuchen, determinar cuál es el
concepto de dios del que pretendemos hablar.
Existen no menos de tres maneras
fundamentales de intentar asomarse a dios, la religiosa, la filosófica y la
matemática, aunque la matemática no es menos filosófica que la que plantea el pensamiento
puro, simplemente utiliza el camino de desentrañar las leyes del Todo para
acercarse a su origen, en tanto que el pensamiento puro intenta llegar a lo
mismo desde la observación y la reflexión.
Si tu acercamiento a dios es
puramente religioso cualquier intento de debate se debe de realizar a través de
la propia religión, ya que, teóricamente, en sus textos y tradiciones vienen
perfectamente marcados los límites y herramientas que un creyente puede manejar
para su búsqueda, y parte de unas verdades incuestionables que no pueden ser
debatidas, verdades que, en muchos casos, son precisamente el origen del
cuestionamiento racional de esa creencia. Y hablo, fundamentalmente, de las
religiones reveladas, de las religiones monoteístas que predominan en el mundo occidental, porque
otras religiones, como la indú, o las mitologías griega, o romana, o
escandinava, no son más que herramientas, galerías de personajes que sirven para
explicar lo inexplicable a través de mitos y narraciones que humanizan, que
hacen cotidiano, lo que siendo habitual no puede alcanzarse de otra forma. O
por explicarlo con otras palabras, las mitologías humanizan, las religiones monoteístas
divinizan, y en esa divinización hacen incuestionable cualquier
cuestionamiento.
Sin embargo, filosófica, matemáticamente,
el esfuerzo de acercamiento a dios, a un dios no corpóreo, no antropomorfo, se
hace justamente a partir de cuestionar las verdades incuestionables, a partir
de buscar “pruebas”, razones, leyes, que expliquen procesos depositados en
manos divinas por la religión. Muchas veces ignorando, o pretendiendo que se
ignore, por interés, por deformación del mensaje, que las manos divinas
contienen todo, son depositarias de todo, y que ese todo suele ser
absolutamente todo.
A veces el origen de las
discrepancias entre ambos ámbitos parte de una simple cerrazón, como puede ser
la contraposición de evolucionismo y creacionismo, que solo se entiende desde
la exigencia de literalidad por parte de los creacionistas, pero que sin
embargo, y para cualquier mente abierta, cuentan la misma historia de dos
formas diferentes, desde dos puntos de vista distintos. Otras veces, sin
embargo, y según profundizamos en el conocimiento, conciliar las dos visiones
es más problemático, en muchas ocasiones porque lo que ambas partes ignoran,
aún, es más relevante que lo que conocen.
Si, en el fondo puedo de estar de
acuerdo con las declaraciones de la actriz, la ciencia va desvelando leyes,
revelando conocimientos, que la ignorancia atribuía a dios, o que, simplemente,
explica sucesos que el desconocimiento envolvía en una narrativa en la que dios
asumía el rol de propiciador. Pero cuanto más conocemos, cuanto más desvelamos,
mayores y más extrañas nos van resultando las incógnitas por despejar.
Dios, su esencia, que no su
presencia, siempre residirá en la parte ignota de la inexistencia, o de la anti
existencia, o de la existencia. En el origen y el fin de todo. Dios, ese dios
al que intentamos alcanzar desde la lógica, desde la física, desde la razón,
incluso al que se invoca desde la religión, siempre nos resultará inasequible,
inalcanzable.
Siempre, dada la escala en la que
el hombre es capaz de moverse, será ese plus ultra que nos está vedado, y
mientras tanto nuestra orgullosa ciencia nos seguirá vendiendo que es capaz de
alcanzar el conocimiento total, como si tal cosa existiera.
Volviendo al debate ciencia versus
religión que tu comentario ponía sobre la mesa, dios es una intuición religiosa,
y la física cuántica es una intuición científica, y siendo ámbitos diferentes
buscan convicciones diferentes. Vayamos, por ejemplo, a lo que ambas
intuiciones definen como el origen, el principio. Explica la física que todo se
originó con el BIG BANG, y como, a partir de entonces, y durante eones, todo se
fue separando y conformando. Explica el génesis, que todo se originó en un acto
volitivo de dios, y, durante siete días, todo se fue separando y conformando. A
mí me parecen dos narraciones diferentes de la misma historia, dos narraciones
que únicamente difieren en los términos utilizados buscando la posibilidad de
comprensión de los oyentes. En un caso, el actual, el oyente es una sociedad
con unos conocimientos científicos de una cierta amplitud, en el otro, el
oyente era una tribu de pastores que solo entendían conceptos como dios, el
desierto y el ganado.
Solo nos quedaría saber quién le explicó
hace varios miles de años, a aquellos pastores nómadas, con tanta precisión, el
nacimiento de la existencia. Descubrir quién conocía el mecanismo de la
generación y fue capaz de construir un relato creacionista asumible por
aquellas mentes.
Como decía un conocido, con una
convicción más inocente que sabía: “Poco a poco todo se sabrá”. Poco a poco
iremos explicando a dios, pero la vida, nuestra vida, nunca nos dará para
alcanzarlo.
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