Muchas veces las visiones
parciales, o las excesivamente globales, impiden ver ciertos detalles que a
toro pasado son los realmente dramáticos, y acaban siendo el embrión de
episodios lamentables que se revivirán en el futuro a conveniencia de cualquier
desaprensivo que necesite utilizarlos en su beneficio.
Esto no es nuevo, viene pasando a
lo largo de la historia y parece, es casi seguro, que seguirá sucediendo en
tanto en cuanto los seres humanos sigamos tan imbuidos de lo propio que lo
ajeno no es exactamente eso, ajeno.
Entre el jolgorio, el
chascarrillo y la bufonada, síntomas evidentes de que existe preocupación,
vamos desgranando los días que nos
acercan a la consumación del desafío que ciertos políticos catalanes, ávidos de
mayor poder y de pasar a la historia, han planteado al estado español. Y según
pasan los días, uno tras otro inexorablemente aunque a veces parezca que no van
a llegar a pasar del todo, el gobierno responde con frases hechas ocultando de
forma irresponsable cuales serán, si es que existen, las medidas a tomar,
cuales los límites que tolerar, cuales los puntos de no retorno que se hayan
marcado.
Aún a día de hoy los supuestos
ciudadanos, una vez más tratados como contribuyentes y despojados de su calidad
de ciudadanos, estamos en la más absoluta ignorancia de que medidas tiene
previsto adoptar el gobierno, cuando, donde, de qué manera, en nuestro nombre,
en el que se supone que gobiernan.
Una vez más los individuos de
este país son ninguneados por las instituciones que se dicen representativas y
que actúan con secretismo a nuestras espaldas.
Es difícil ya saber, o tal vez
no, si es que somos considerados una especia de tutelados incapaces, gobernados
ignorantes, o simplemente estúpidos votantes. Una vez más, y otra, y otra.
Como ciudadano que me creo, que
quiero ser, que reclamo ser reconocido, quiero saber, exijo saber, cuales son
los pasos que el gobierno pretende dar, cuando piensa darlos y como respuesta a
que actitudes o declaraciones. Como ciudadano que se siente responsable del
gobierno de su país, aunque no lo haya votado, quiero saber por qué no se ha
cercenado ya semejante patochada, a que oscuros intereses y componendas obedece
esta actitud pasiva y prepotente que se traslada a la opinión pública.
No me interesa en lo más mínimo
la cuestión política de fondo, ni la legal, ni las formas a día de hoy, porque
a día de hoy, y un poco más cada día que pasa, lo que me va preocupando son las
consecuencias humanas que se pueden derivar, que se infieren, de lo que va a
suceder.
Insisto, yo no sé hasta dónde
pretenden llegar unos y otros porque ya se preocupan de ocultárnoslo, pero
estoy convencido, la experiencia así nos lo demuestra, que llegado el momento
algún descerebrado tendrá el subidón patriótico necesario para ponerse en
trance, y, voluntariamente, convertirse en un mártir por la causa, por la
estúpida causa que le han dicho que existe, por la estúpida causa de que
algunos sean más, de que algunos se lleven más, de que algunos se sientan más,
de que algunos , en definitiva, sean aún, si cabe, y cabe, más despreciables,
indignos e inmorales de lo que ya son ahora.
Y si eso llega a suceder, si
algún imbécil se hace sangre, aunque sea con el asta de la bandera que porta
sea con los colores que sea. Si algún descerebrado se produce una gota de
sangre porque alguien lo pisa en una manifestación o algarada. Si algún
estúpido patriota de mente obtusa, se hace un corte con una octavilla al
repartirla, yo me voy a acordar de los miembros de nuestro gobierno y de los desalmados
que han provocado esta situación. Y me voy a acordar para mal, para reclamar
que paguen el mal permitido.
Aunque sea una sola gota, porque
si algo no soporto, si algo me produce un rechazo con nausea y asco son los
mártires ajenos, son los gilipollas útiles con vocación de sangre irredenta,
son los bobos de capirote que se sienten alguien enfervorecidos por la masa que
les rodea y de la que se sienten líderes y portavoces a los que nadie escucha y
todos jalean.
Y por supuesto, si algunos me dan
aún más asco, son aquellos que teniendo la obligación, la responsabilidad, el
mandato de evitar que eso pase, han usado el tiempo de evitarlo para bonitos
juegos florales que no llevan a otra parte que a un escenario de riesgo.
Y luego me venderán su éxito. Y
luego se harán la foto. Y luego me pedirán mi voto. Y yo, ya, no estoy
dispuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario