sábado, 16 de enero de 2016

Ave César

A día de hoy, y en defensa propia, de los partidos, y de los ciudadanos a los que dicen representar, no veo otra solución que la de apartar de la cabeza de ambos partidos (¿mayoritarios?) a los líderes que han llevado con sus declaraciones y firmezas a un punto de difícil retorno para unas negociaciones imprescindibles pero harto improbables.
Sin el sr. Rajoy ni el sr. Sánchez al frente de las formaciones las líneas rojas, que de puro podridas ya semejan negras, podrían difuminarse y ambos partidos tendrían una oportunidad de diálogo y mutua confianza que tras el debate cara a cara y la pertinaz “sostenella y no enmendalla” que ambos vienen practicando con todo el eco mediático a su alcance desde las elecciones hasta ahora mismo se antoja imposible.
Entiendo que el sr. Rajoy, don Mariano, tiene una suerte de necesidad histórica, casi histérica, de repetir legislatura como le ha sucedido a todos los presidentes anteriores. Por no hablar de su convencimiento de haber llevado a cabo todo lo necesario para la recuperación del país y por tanto de sus merecimientos para que tal situación se produzca naturalmente. Y no voy a ser yo quién le quite méritos, que los tiene, pero sí que alguien debería recordarle todos los cadáveres que ha dejado en la cuneta, todas las decisiones que muchos jamás podremos compartir y que aunque eficaces no han sido ni justas ni imprescindibles. Tal vez, don Mariano, debería de dejar que la historia ponga cada cosa en su sitio y a usted en su lugar y no tentar una segunda parte, que nunca fueron buenas, que pueda llevar sus aciertos al error sin lograr llevar sus errores al acierto, porque de eso sí que no se recupera nadie.
Respecto al sr. Sánchez, don Pedro, ha entrado ya desde antes de las elecciones en el capítulo de opción para incondicionales, siendo estos, cada vez de forma más evidente, pocos tanto dentro como fuera de su partido. Pretender formar un gobierno sin el respaldo de los ciudadanos, sin el respaldo, ni siquiera, de las bases y notables de su partido, es intentar ser el general Custer de la democracia española, el Guzman el Bueno de la política, antes todos muertos que él en la oposición.
En fin, que como en el dicho: “cuando un tonto pilla una linde la linde acaba, pero el tonto sigue”. Aquí las lindes se han pintado de rojo y hay gente que las ve hasta el infinito y más allá, pero además torcidas según el interés de cada uno. Y yo empiezo a pensar que las únicas lindes que son capaces de ver son las de su ambición personal.

¿Y los ciudadanos? Pues como en el circo, viendo el espectáculo y sin poder participar en él. Ave Cesar, los que van a morir en las gradas te saludan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario