miércoles, 12 de febrero de 2014

Los Trileros

La verdad es que me siento como si estuviera en una partida múltiple de trileros, esos señores que juegan con tres vasos y una bolita que nunca está donde tú piensas, bueno en realidad que nunca está. Y esto me pasa con la política. Uno me da vueltas a la bolita de un debate y me da varias razones que no son ninguna de las que deberían de preocuparme, y el otro trilero que está enfrente me avisa del engaño y me invita a jugar en su mesa donde tampoco va a estar la bolita que me permita ganar.
Esto me está pasando con el debate sanitario. Todos me dicen donde debería estar la bolita, todos me ponen ante las narices vasos llenos de razones para poder elegir su opción pero ninguno me da la posibilidad que realmente me interesa, la única razón a la que están obligados. Los veo con pasmo y zozobra debatir si molinos o gigantes intentando distraer con sus rápidas manos mi vista del único objetivo real del debate
Yo no quiero para mí ni para nadie una sanidad de peor calidad, con peor cobertura o que suponga un mayor gasto. Oigo decir a mi lado y compruebo por experiencia y datos que el modelo público está trufado de abusos y dispendios. Oigo del otro lado que el modelo de gestión privada es torticero y poco creíble. Pienso yo para mí que ambos razonamientos son ciertos y que pretenden que elija un modelo u otro.
Pues bien, me niego, me niego a que me engañen unos u otros, o los unos y los otros, que finalmente es lo que sospecho. La sanidad pública no puede ser una guarida de trincones, de aprovechados, de detentadores de prebendas y  de intocables. La sanidad privada no puede ser la hucha con la que ciertos políticos se van a dotar poniéndola en manos de amigos y deudos para mayor provecho y escarnio del ciudadano, perdón del contribuyente, de a pié. Quiero una sanidad pública saneada, eficaz, libre de aprovechados y detentadores de derechos inalienables. Quiero una sanidad privada cuyo beneficio se nutra de lo que consiga ahorrar sin recortar ni un ápice de una gestión decimonónica, burocrática y viciada.

Quiero una gestión eficaz que me permita mantener la sanidad que tengo y se me importa un ardite que se llame, o que sea, pública o privada, socialista, comunista o popular, porque para empezar no creo, no me lo permiten ni con sus actos ni con su historia reciente, que sean capaces de reconocer la eficacia o la verdad ni aunque les pisen un cayo. 

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