A mí, en principio, solo me
escandaliza aquello que yo no haría, o aquello que yo considero que no haría,
jamás. Y entre esas cosas no está la vía española, lo que yo llamo la vía
española, aunque considero que en diferente medida existe en todas partes porque
pertenece al paquete básico de defensa personal.
Cuando alguien se enfrenta a la
indiferencia, a la necesidad, o a la indiferencia ante la necesidad, de las
instituciones, organismos o empresas en una relación establecida, o que se
desea establecer, solo queda una opción, buscar al conocido, o al conocido del
conocido, que nos pueda facilitar la consecución de lo pretendido. O sea, y por
no marear demasiado la perdiz, al enchufe.
¿Es lo correcto? Existen al menos
dos respuestas, la del enchufado y la de los otros. El enchufado considerará
que ha actuado igual que habrían actuado los demás si hubieran tenido
oportunidad, lo cual es casi siempre cierto, y los demás considerarán que sin
el enchufe el enchufado no habría tenido ninguna oportunidad respecto a ellos,
lo cual no siempre es cierto. Comentario aparte merecerían los que excusan su
propia incapacidad en el enchufe ajeno sin que siempre sea cierto el argumento,
ni exhiban capacidad alguna conocida para lo pretendido.
Complejo mundo este del enchufe,
y universal. No creo, y pido perdón anticipadamente a los que puedan
considerarse puros, que alguien haya pasado por esta vida sin haber pedido
nunca a nadie un favor personal en su nombre, o en nombre de algún allegado. No
puedo creerme que nadie en situación de favorecer no haya hecho, pudiendo,
algún favor a alguien que se lo haya pedido. Ah¡ se preguntará alguno, pero
¿hacer un favor es lo mismo? Claro, porque si nadie hiciera favores nadie los
pediría. Elemental.
Yo, corrupto e inmoral, he pedido
favores ante situaciones en las que no he encontrado otra salida. Yo, inmoral y
corrupto, he hecho favores siempre que he podido. No soy consciente de haber
perjudicado a nadie ni cuando los he hecho ni cuando los he recibido, pero eso
no significa, si soy sincero, y procuro serlo conmigo mismo, que no haya podido
haber alguien que se sintiera damnificado.
Pero no siempre hay que recurrir
al enchufe directo, a veces basta con buscar, con ayuda o en solitario, los
recovecos que se han establecido para poder bordear lo que debería ser
normal. Y a veces, también, el enchufe
es conocer a la persona capaz de manejar los recovecos.
Hasta hace poco, yo aún lo he conocido,
era habitual que los hijos de los empleados tuvieran preferencia a la hora de
ser contratados en la empresa en la que había trabajado, o trabajaba, su padre.
En algunos casos su abuelo. Se heredaban la propiedad y el trabajo. Y no
funcionaba mal. Desde luego funcionaba mejor que ahora que los enchufados ya no
son los familiares, si no los recomendados por otras organizaciones de carácter
“laboral”.
Esto es, casi en esencia, lo que
yo llamo la vía española, lo que popularmente se llama el enchufe.
Y esto, lo de las vías
alternativas, los enchufes, el recoveco, ya llega a su esencia máxima cuando el
funcionamiento general de una institución, u organismo, se degrada hasta que su
faceta administrativa prima sobre su función primordial. La educación, la
sanidad, los servicios sociales, el empleo, la justicia, sobre todo sin son
públicas, son fáciles de señalar en este aspecto.
Y viene todo este comentario,
aunque alguno ya lo habrá supuesto, al tema Cifuentes, aunque no lo he querido
mencionar directamente porque no pretendo, bajo ningún concepto, hacer una
reivindicación de la persona, ni del personaje. Así que olvidemos a quién ha
inspirado este comentario y vamos a dar los hechos sin nombres.
-
Tiene un título de master sin haber acudido
nunca a clase. Yo conozco un montón de casos
-
Se matriculó fuera de plazo. Conozco al menos
dos.
-
Su acta es errónea. Un clamor, oiga. Miles y
miles de borrones, raspaduras, rectificaciones, donde dice digo que diga diego,
vacíos de memoria…
-
Ninguno de los responsables dice lo mismo que el
resto. O sea, sálvese quien pueda y aquí no hay responsables. Imposible saber
quién dice la verdad, ni siquiera si la dice alguien. Lo habitual cundo hay un
problema.
-
No se encuentra la documentación. Qué raro. La mía
tampoco la encuentran en otros ámbitos. Si me piden cualquier documento de más
de dos meses de antigüedad tengo problemas. ¿Qué soy un desastre? Claro, pero
ni soy el único ni eso supone que mienta.
-
Los profesores no recuerdan al alumno. Se de
alguien a quién le convalidaron la presencia por trabajos, el profesor se
jubiló, con la jubilación perdió la memoria y el alumno se quedó sin el dinero
de la matrícula, con los trabajos presentados y sin el título. Desgraciadamente
no encontró el enchufe necesario, pero lo intentó.
Haríamos bien, y en defensa propia,
en poner el foco en el lamentable funcionamiento administrativo, e incluso
docente, de ciertos ámbitos públicos en los que el medraje de los contratados,
el bajo rendimiento de un buen número de funcionarios, desmotivados o
desinteresados, y el afán desmedido de los usuarios en la búsqueda de logros ha
llevado a un descrédito radicado en su mal funcionamiento a todos los niveles.
En esta caso la pieza a cobrar es
política y por tanto está permitido tirar a lo que se mueva, aunque si
hiciéramos el correspondiente diagrama lógico veríamos que el resultado es el
que es, y que aparte de las corruptelas
universitarias al uso no parece que la señora Cifuentes haya tenido un trato
preferente, que seguro que lo ha tenido, fijo, pero desde luego no en lo que se
está presentando. Y seguro que no solo a ella, que si tiramos de la manta no
habrá partido que pueda ponerse una medalla. Bueno, ni partido ni ciudadano.
Y, por favor, mañana, cuando vaya
al banco y el cajero sea su primo, no se olvide hacer la cola de dos horas que
le corresponde, lo otro, lo que hace habitualmente de dejarle las cosas en un
sobre y marcharse y que esperen otros, lo que hace cuando con el coche se salta
a un montón de otros conductores que esperan en fila para abandonar una carretera
o incorporarse a otra, lo que hace cuando llama a su amigo médico para saltarse
la lista de espera para esa prueba que necesita, es la vía española. El
enchufe, vamos, y usted lo sabe.
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