Hace años viví un intento de robo
en medio de la calle, a plena luz del día, por parte de un grupo de gitanas que
me rodeó y exploró mis recónditos recovecos textiles y no textiles con unas
manos ávidas y peritas. Lo peor de aquel episodio no fue que me robaran, que no
lo lograron, si no la sensación de impunidad por su parte y de violación de mi
intimidad y mis derechos por parte de la mía.
Hoy me pasa lo mismo con las
noticias que leo en los periódicos y escucho en tertulias y noticiarios, todas
tienen un tufillo recaudatorio común, todas me parecen dictadas desde una
impunidad absoluta y todas atentan contra mis derechos fundamentales a tener
una vida digna y contra mi intimidad de preservar solo para mí lo que tengo en
mis bolsillos. Y no me vale el manido argumento de que lo hacen para preservar
el bien común cuando hacen gala diaria y continua de confundir tal concepto con
el de bien ajeno de uso propio.
Pero si es verdad que todas me
preocupan hay un tipo de noticias que me ponen los pelos de punta por lo que de
innovadoras tienen. Noticias que suponen la confesión de un nuevo camino para
que sus manos ávidas y peritas se introduzcan unas cuantas veces más en
nuestros bolsillos, ya muy mermados, para ver que sacan. Y estos sí que siempre
sacan algo, por lo civil o por lo criminal, por la ley o por el error imposible
de revertir por falta de medios. Por el uso o por el abuso.
Y en este sentido me preocupa
especialmente la noticia de que se va a implantar un reexamen periódico del
carnet de conducir, por supuesto pagando las tasas y derechos de examen
correspondientes y unos cursillos especialmente montados a tal fin que se
concederán a determinadas entidades privadas reconocidas por el gobierno de
turno y que se darán por criterios única, y amigablemente, de idoneidad.
Al principio uno lee con cierta
esperanza el contenido de la noticia pensando en si ese instrumento servirá
para retirar el 70% de carnets concedidos a inútiles físicos o psíquicos que
circulan con una bomba en sus manos. Tras una lectura cuidadosa el fin
resplandece. Las tasas, los derechos de examen y los beneficios amigables son
el único fin de tan innovadora iniciativa.
Y lo peor no es que lo hagan, que
lo harán, lo peor es prever lo que vendrá a continuación. Yo por si acaso ya me
estoy estudiando la reválida de sexto y buscando academia.
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