Supongo que a todos nos ha
sucedido alguna vez, o para ser más exactos con alguna persona. No importa lo
que diga, no importa como lo diga, ni siquiera importa que lo que diga sea
exactamente lo que yo pensaba hasta hace un momento, desde el momento en que él
lo enuncia yo estoy radicalmente en contra, irracionalmente opuesto,
furibundamente en desacuerdo porque me doy cuenta de que estoy manteniendo posiciones
contrarias a mi verdadero ideario. Pero no lo puedo evitar, como no puedo
evitar rascarme la picadura de un mosquito aunque sé que me va a picar más y
encima se me va a hinchar. Pues exactamente eso es lo que me pasa a mí con los
políticos últimamente, que digan lo que digan, lo diga quién lo diga yo me
posiciono automáticamente en contra. Sin fisuras. Con la rabia propia del que
se siente continuadamente estafado, proverbialmente engañado.
Me pasa un poco lo de aquel
pastor que tenía dos vacas y le preguntaban ¿Cuál da mas leche?, la blanca, ¿y la
negra?, también, ¿Y cual cría mejor?, la blanca, ¿Y la negra?, también, ¿Por
qué siempre contesta que la blanca?, porque es mía, ¿y la negra?, también.
¿Quien miente más en esta
historia?, El PSOE , ¿y el PP? También, ¿Quién trinca todo lo que puede?, el
PSOE, ¿y el PP?, también y es que al fin y al cabo el PSOE representa todo lo que significa mi
frustración como ciudadano, ¿Y el PP?, también.
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