Ya nos lo avisaron, pero la maquinaria
para poner en marcha al Gran Hermano era tan evidente, tan evidentemente
represiva y totalitaria, la presentación de Orwell era tan abominable que todos
nos pusimos en guardia contra un enemigo de nuestra propia esencia libre y
democrática.
Pero nos olvidamos de que junto al Gran
Hermano había otros peligros no muy diferentes, otras advertencias de
aberraciones socio-políticas no menores. Huxley, en su “Un Mundo Feliz” o Nolan
y Clayton Jhonson en su “Fuga de Logan”, ya nos avisaban del Gran Impostor. Pero
tal vez el formato elegido, ciencia ficción blanda, estética, de corte
intelectual, de mensaje cifrado, no lograron causar el impacto, el rechazo, que
el clima atosigante e inmediato del Gran Hermano si logró, o tal vez
simplemente el reojo vecinal al bloque comunista donde sus dictaduras parecían
representar perfectamente el peligro descrito no permitió que advirtiéramos la
paja en el propio.
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