viernes, 13 de enero de 2012

Magia y Supervivencia


Hace unos pocos días se cumplió el nosecuantos –unos cincuenta- aniversario de la noche en la que vi al Rey Baltasar mientras salía de mi casa después de dejar los regalos. Hace también ya muchos años en que me encontré con la Santa Compaña allá en mi Galicia natal y en una noche de niebla.

El cambio climático se está llevando muchas cosas por delante y entre las cosas que se está llevando figuran esas nieblas del noroeste que eran más un manto mágico que simples nubes a ras del suelo. Y con ellas, y con la oscuridad de las noches oscuras y con la soberbia de la ciencia actual y el pragmatismo imperante la magia tiene que buscar refugio en el interior de algunas almas que nos negamos a considerar,  ensoberbecidos , que todo a nuestro alrededor es explicable científicamente y que todo es un más acá cotidiano y aburrido, explicable y alcanzable.

Philip K. Dick dijo, en una versión libre de su frase, que la forma de distinguir una tecnología realmente avanzada es por el simple hecho de que nos parecería magia. Yo, como el Manolito de Mafalda, me asomo de vez en cuando al agujero de la antena de televisión para ver como vienen las imágenes. Yo, como yo, de vez en cuando inundo mis alrededores de mantos mágicos que permitan el acceso a mi vida de más allá nunca sospechados o rememorar los ya vividos. 

En contra de lo que muchos piensan me gustaría vivir varios miles de millones de años en la absoluta certeza de que no habría medida cósmica de tiempo por pequeña que fuera que no contuviera algo nuevo, desconocido, mágico.Morir con el universo y con la consciencia de que me quedaba un único secreto por descubrir, un último conocimiento por alcanzar, justo antes del aburrimiento.

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