Llevo tanto despidiéndome de ti,
papá, que se me hace difícil pensar en una despedida definitiva. Tanto tiempo
de no estar poco a poco que no concibo que ya no estés nada. Tanto tiempo
hablado a tu ausencia que la ausencia no me produce lejanía, alejamiento.
No hay barreras a la palabra, no
hay fronteras al pensamiento y mis palabras y mis sentimientos te siguen
acompañando, me siguen surgiendo como cuando sin estar estabas. No sé cuál es
el franqueo al lugar en que te encuentras como no sabía que sello poner a donde
te encontrabas.
Tampoco sé en qué se diferencia hablare
a la ausencia de tu cuerpo cuando tantas cosas le he dicho a tu mente ausente.
No sé si ahora me escuchas con
más fuerza, con otra claridad que el oído adquiere en la ausencia de un cuerpo
que lo lastre. No lo sé, papá, no puedo saberlo.
Es difícil hablar a quién no
parece escucharte, pero llevamos tanto tiempo sosteniendo este dialogo sin
retorno que mi necesidad de hablarte trasciende ya la necesidad de que el
interlocutor se manifieste, de que su presencia corpórea me acomode, de que las
palabras tengan que ser pronunciadas, de que el destinatario sea consciente.
Son solo palabras, papá, son solo
sentimientos, son solo retazos de una comunicación que nunca fue tan fluida
como cuando te hiciste ausente. Son solo ideas compartidas que no necesitan de
respuesta.
¿Qué me hablo a mí mismo? Como
todos, todos nos hablamos y escuchamos con mucho interés lo que decimos,
algunos por el mero hecho de escucharse, otros, no sé si más o menos, con la
esperanza de encontrar algo en sus palabras que no pudo encontrar en sus
silencios.
Los hay, papá, que se sienten
mejores, allá ellos, otros buscamos con ahínco, con método de minero artesano,
ese pensamiento que nos haga entendernos, vano intento, aunque sea hablando con
alguien que, como tú, ya haya muerto.
Quería decirte, papá, desde el
principio, que voy a seguirte escribiendo, que la memoria y el cariño no se
acaban aunque ya no haya cuerpo. Que te hablado tanto tiempo sin respuesta que
la falta de respuesta es solo eso, un canal discreto.
Mañana te enterramos, tus
cenizas. Mañana tu ausencia corporal será definitiva, pero seguirás recibiendo
estas cartas porque seguiré necesitando tu recuerdo para saber quién soy, que
soy, que existo.
Un beso papá, aunque tu cuerpo no
pueda ya recibirlo. Un beso.
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