Hay conflictos en los que tomar
partido es de una imposibilidad manifiesta, en los que no hay forma de
decantarse por ninguna de las vías abiertas por incompatibilidad moral y por
falta de información.
O por ser más exactos por falta
de información fiable, porque si algo sobra en esta sociedad es la información,
o, para ser más exactos, la opinión, porque toda la información que recibimos
es opinada, y eso nos lleva a una desconfianza sistemática de su veracidad.
Cuando los conflictos se observan
desde lejos, la distancia en vez de aclarar la perspectiva difumina los hechos,
incapacita la posibilidad de ver con independencia y claridad.
Un ejemplo claro lo tenemos en el
lamentable, parcial y partidista comunicado del PEN sobre Cataluña que hemos
sufrido los españoles esta semana. Lleno de inexactitudes, trufado de
incoherencias y falto absolutamente de una segunda visión sus conclusiones no
solo son en muchos casos falsas, si no ofensivas para todos los españoles.
Es lo malo de las ideologías, que
miran con un solo ojo y son incapaces de ver la realidad en relieve.
Pero no era sobre nuestro país
sobre lo que yo quería comentar, no, si no sobre la terrible situación que vive
el pueblo venezolano. Sojuzgados por un régimen de teatrillo, donde el
presidente es un actor lamentable, el guión está lleno de faltas de ortografía
y el local se desmorona día a día en una lucha interna en la que un personaje
de ópera bufa da unos discursos que serían abucheados en una guardería,
cómicos, previsibles, grandilocuentes y en los que confunde sistemáticamente lo
que quiere él con lo que necesita el pueblo.
Y hoy nos despertamos con la
noticia de que un miembro de la oposición se ha nombrado presidente, diría se
ha autonombrado pero parece ser que ha seguido una vía legal, incomprensible,
pero legal. Y aquí empieza el problema. Si con uno la Venezuela oficial estaba
contenta y la oposición oprimida, con el otro la oposición considera que hay
una oportunidad mientras la oficial se queja.
Veamos, si con Maduro el país era
un desastre y hablábamos de hambruna, de falta de abastecimiento hasta de lo
más elemental. Teniendo en cuenta esto se tiende a pensar que por fin hay un
rayo de esperanza para los que lo luchaban.
Y en plena euforia por la
solución posible, al leer la prensa, te enteras que los primeros en reconocer
al nuevo presidente son Trump y Bolsonaro, y se te caen los palos del sombrajo.
La frase te viene inevitablemente
a la cabeza. ¿Y si salen de Guatemala para meterse en guatapeor? Porque, como
ya he dicho varias veces en el tema catalán: “dime con quién andas y te diré
quien eres”. Quién con populistas se acuesta inadecuado se levanta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario