Uno de los grandes problemas de
esta sociedad en la que estamos inmersos es la facilidad con la que se reclaman
los derechos, y esa facilidad, esa permisividad en la reclamación de los
derechos propios, suele llevar aparejada una falta de sensibilidad preocupante
hacia los derechos ajenos. Y me preocupa, sobre todas las actitudes, esa
reclamación áspera, violenta que se vale del insulto, cuando no de la agresión,
para desacreditar al que pone en duda el derecho reclamado, o simplemente
contrapone otro hecho que le sea más propicio como agravio justificante aunque nada
tenga que ver con el derecho reclamado pero si sirva para desvirtuar la
alegación del oponente
Pero lo peor es que esto no
sucede solamente a nivel de individuos, si no que se han puesto en marcha
colectivos militantes de derechos minoritarios cuyos usos, y abusos, parecen
llevar aparejada más en su intención la erradicación de los derechos ajenos
antes que la consecución y armonización de los derechos propios.
Las redes sociales son un ejemplo
claro de cómo las ideologías de parte recurren a cualquier actitud, incluso las
más miserables, para reivindicar “su derecho” sin reparar o sin importarles que
existan otros derechos, en muchos casos de mayor rango, que quedan
absolutamente rebasados.
Se podría abrir el debate sobre
el rango de los derechos, pero me temo que el principal problema es que dado el
cariz de los defensores de “sus derechos” y la capacidad de diálogo que
habitualmente exhiben nada sería capaz de convencerlos de los derechos ajenos
que pudieran contravenir su absoluta razón.
Y para no averiguar si fue antes
el huevo o la gallina, los políticos hacen últimamente demostración palmaria de
sectarismo, populismo y desvergüenza, reclamando, creando, anteponiendo
derechos sin ningún rigor, posibilidad de defensa en cualquier tipo de foro que
no les sea propio o viabilidad.
Por no hablar, que hay que hablar
e indignarse, del permanente ataque al lenguaje que nos es común y cuya
degradación por sus intereses y manejos me parece indecente. Indecente e
interesado porque gracias a ellos, y a nosotros que les reímos la gracia, ya no
nos va quedando ni la palabra.
Lo cierto es que desmontar todas
estas falacias es sencillo. En realidad es sencillo desde la razón, que es lo
que no están dispuestos a utilizar los consideran que la tienen. Basta con
aplicar la lógica binaria a cualquier derecho que se quiera, o se considere con
derecho a, ejercer. La lógica binaria, y los diagramas de flujo que son su
representación gráfica, es una herramienta que utilizamos los programadores
para llegar a un resultado partiendo de los datos. Solo admite las respuestas
si y no a cada pregunta, y si en alguna puede haber lugar a matices es porque
nos hemos saltado preguntas intermedias. Me permito adjuntar uno básico, no
exhaustivo, y en el que la única licencia que me he permitido es considerar de
mayor rango la legislación internacional que la local y lo he hecho solo por
clarificar su lectura, ya que me hubiera bastado preguntar en un bucle numérico
por legislación de rango correspondiente, sin especificar, y cerrar el bucle de
legislaciones con una pregunta de si hay más rangos.
Como ya he dicho, para aquellos
que consideran que el único uso posible de la razón es tenerla molestarse en
comprobar lo que les es obvio no es una posibilidad.
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