Jugar con fuego es una expresión
que, en nuestro idioma, describe una situación de riesgo asumida sin valorarla
correctamente o sin tomar las precauciones mínimas necesarias. Vamos, por
decirlo claramente, lo que están haciendo los políticos desde hace ya casi un
año.
Hay quien ha pensado que el cese,
la dimisión, de Pedro Sánchez al frente del PSOE dejaba franco el paso a la
formación de un gobierno. Triste ilusión. Quién pensara tal cosa no ha tenido
en cuenta que el interés máximo de los políticos es el personal poniendo como
excusa la ideología de su partido y usando como rehén al pueblo al que deberían
de servir.
Y esta combinación es un peligro.
Jugar con fuego es lo que hace el
PSOE alargando de forma innecesaria su decisión sobre la postura a tomar ante
otra posible sesión de investidura. Todo lo escrito en el pasado artículo “si
yo fuera Sánchez” vale igual para Fernández o cualquier otro apellido que esté
al frente del PSOE
Jugar con fuego es lo que parece
hacer el PP cada vez que aparenta abrirse una puerta que permita evitar unas
terceras, en principio solo terceras, elecciones. Jugó con fuego con lo del ex
ministro Soria y juega con fuego ahora cuando ciertas personas de su entorno
empiezan a pedir una abstención útil, como si no fuera poco útil que en este
momento, ya por fin, este país pueda tener un gobierno.
Jugar con fuego es lo que parecen
hacer todos los partidos, unos más que otros, es verdad, intentando imaginar
que votarían los ciudadanos en unas terceras elecciones e intentando maniobrar
para que se produzcan si consideran que les pueden beneficiar.
Jugar con fuego es abusar de la
paciencia, yo diría mansedumbre, de un pueblo harto, mangoneado, silenciado y
recortado en sus derechos. No existe nada más imprevisible que el estallido de
la mansedumbre.
Jugar con fuego es, ahora mismo,
cualquier actitud, decisión o declaración que alargue, coarte o ponga en riesgo
la aparente posibilidad de normalizar una situación que ya se alarga más allá
de lo consentible.
Jugar con fuego será, a
posteriori, seguramente, el mantener posturas revanchistas, obstruccionistas,
frentistas, una vez que la legislatura se haya puesto en marcha. Pero ahora, en
este escrito, ese fuego, ese juego, no son más que augurios de un futuro tan
lejano como incierto.
Yo ahora mismo prescribiría unos juegos
de bomberos reunidos Geyper o de políticos responsables de la Señorita Pepis.
Porque al final entre pillos, permítanme suponer que saben a quienes me
refiero, anda el juego, y cuanto menos sea con fuego menos quemados estaremos
todos.
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