España tiene un problema. Esto se llama ser preclaro. Como
decía el chiste: “me joden los profetas”.
Efectivamente para saber que España tiene un problema, y
decirlo, no hay que ser profeta, clarividente o, ni siquiera, hace falta ser
español. Con darse una vuelta por la prensa, o por la calle, la inmensa mayoría
de los comentarios giran en torno al tema.
Pero lo que a mí me preocupa es que el problema que yo veo
no coincide con la visión general que percibo en los comentarios. Es posible
que sea yo el equivocado, pero si no lo soy el problema de España es en
realidad un problemón.
Se percibe con curiosidad, con ilusión en algunos círculos,
la ascensión de Podemos como la consolidación de una nueva mayoría de
izquierdas, algo así como la irrupción de la izquierda del futuro. Yo no lo veo
así. Yo no percibo que Podemos adelante al PSOE, lo que percibo es que el PSOE
se retrasa respecto a Podemos. Y no es lo mismo.
Parto, y sigo sopesando la posibilidad de estar equivocado,
de que Podemos es un partido cuyo techo está cerca, si no ha sido alcanzado ya,
de sus resultados actuales, y hablo a nivel estatal.
Podemos es un partido radical y disperso, tal vez no en su
programa o planteamientos, que también, si no en las iniciativas personales que
sus cuadros imponen cuando alcanzan puestos de responsabilidad y que no son
compartidas por la mayoría de los votantes. Esto hace que Podemos solo pueda captar votos a la izquierda del PSOE pero no
del caladero neutral, algunos le llaman de centro pero no lo es, del caladero
de no alineados que permite ganar las generales.
Si esto es verdad, y creo que lo es, el problema es que el
PSOE en su nerviosismo por cubrir su izquierda ha olvidado a sus votantes
habituales y los ha entregado con armas y bagajes al centro derecha. Y ni
consigue parar su sangría con Podemos porque, salvo una determinada cantidad, el
votante del PSOE y el de Podemos no son intercambiables, ni consigue hacer
llegar a sus votantes del espectro más moderado un mensaje que estos puedan tener
en cuenta a la hora de emitir su voto.
Por tanto el PSOE pierde por ambos lados y se hunde sin
remedio porque no tiene los líderes que lo eviten ni es capaz de emitir
mensajes más que para sus militantes, olvidando a sus votantes que les
devuelven el olvido. No sube Podemos, baja el PSOE. No crece Podemos, se hunde
el PSOE y entrega sus votos a diestro y siniestro.
Si yo tengo razón, y eso me temo, esta catarsis pendiente
del PSOE llegará tarde, tan tarde que España se puede encontrar con la insana
situación de que no exista una oposición real al gobierno, no solo en el
parlamento, en las urnas. Y si ya tenemos una partidocracia sin visos de
mejorar si llegamos al partido único de facto España va a tener, efectivamente,
un problemón, por no hablar de los españoles.
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