jueves, 4 de febrero de 2016

Los Juegos Reunidos

Cuando yo vivía mi infancia, allá por los años 50 y 60 del pasado siglo, las mañanas de reyes, que entonces no se ponían en duda, eran un acontecimiento que llegaba a su clímax cuando entre los regalos aparecían la bicicleta, el juguete de moda o una caja de Juegos Reunidos Geyper. Había otros, pero los deseados eran los Geyper. La caja roja y amarilla, con el niño sonriente en la portada y las letras del nombre formadas por fragmentos de tableros, llevaba tu vista, rápidamente, ávidamente, con esperanza y delectación hacia el número blanco sobre círculo azul que estaba en la esquina inferior izquierda de la tapa y que indicaba el número de juegos que encerraba la ansiada caja.
La primera parte del milagro estaba conseguida, pero si el número era 45 o 50, la felicidad rozaba el éxtasis. El parchís, la oca, la ruleta, el besugo, el Ke-Te-Kojo, La isla, la construcción, la escalera, las carreras de caballos, el ajedrez, las damas… hasta 50. Era emocionante, un anticipo, abrir la tapa y contemplar, perfectamente colocadas, envasadas, en sus cajas, cogidas con gomas, como nunca más, en mi caso, volverían a estar, todas las fichas y piezas, todos los artilugios que anticipaban, o no, juegos hasta ese momento insospechados. Después levantabas esa capa intermedia de las fichas y allí estaban, los tableros que a través de su imagen, y de la imaginación del que miraba, prometían horas, días de diversión.
Creo que nunca llegué a jugar a todos los juegos, pero a cambio me inventaba otros, hacía olimpiadas en las que los colores competía en carreras a través de los diferentes tableros. Llegué, en mi afán de crearme un mundo paralelo, a comprar chinchetas de colores que me daban una amplitud mayor de juego cuando los tableros eran simples pistas de extrañas carreras.
Lo que nunca, que yo recuerde, se me ocurrió hacer, fue jugar al parchís con las piezas de ajedrez, o al ajedrez con las fichas del ke-te-kojo, una especie de peones que podían apilarse. No, cuando quería jugar a algo concreto, la oca, la escalera…, o con más personas, me leía las reglas, cogía las fichas prescritas en las instrucciones y jugábamos. Aún con las reglas en la mano siempre había alguna disputa. Algún dado que no caía en el lugar debido, alguna ficha que se movía al mover inopinadamente el tablero, en fin, cosas, roces, conflictos que no siempre terminaban con acuerdo.

Y yo, ¿porque estoy contando esto? No sé, esta cabeza mía, yo simplemente estaba leyendo algo sobre las negociaciones para formar gobierno. ¿En que estaría yo pensando?

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