domingo, 2 de septiembre de 2012

La Vida en Puertas (11-2006)


A veces, aunque las cosas puedan parecer complicadas, o lo sean, surge una forma de verlas que puede aclararnos las ideas. A mi me gustaría proponerte una metáfora que aclare en no demasiadas palabras las muchísimas cosas que en este momento sientes necesidad de comprender.

Considera que la vida es una estancia con una cantidad ilimitada de puertas que dan a otras estancias exactamente iguales o a armarios. Como cualquier habitación de cualquier casa pero a tamaño vida.

En cada una de las otras estancias habita una persona, y cuando abres esa puerta puedes encontrar el amor, un amigo, la pasión, un maestro, un enemigo o a alguien que no significa nada en tu vida y que olvidarás.

En los armarios vas a encontrar decisiones del tipo, estudiar o no, que estudiar, casarme o no, con quién, a donde ir de vacaciones, trabajar o no, para los demás o para uno mismo.... hasta el infinito.

La vida consiste en ir abriendo puertas para conseguir la combinación de decisiones y personas que nos puedan hacer felices, todas tienen algo a favor y algo en contra y cuantas mas puertas abramos mas posibilidades tendremos de alcanzar la vida que nos apetece.

Se deben de tener en cuenta cuatro factores por los que es imposible alcanzar la felicidad perfecta:

- Hay más puertas de las que podemos abrir por el tiempo que dura nuestra vida
- Cuando elegimos una puerta o la descartamos hay un montón de puertas que quedan cerradas para siempre.
- La educación que nos dan hace que no nos atrevamos a abrir ciertas puertas, o incluso que seamos incapaces de verlas
- La acomodación a una felicidad razonable hace que nos de pereza, o incluso nos incomode, abrir mas puertas

A veces las circunstancias de la vida hacen que de repente estemos insatisfechos con lo que hemos obtenido de ella y entremos en un frenesí de apertura de puertas tal que no llegamos a ver siquiera lo que hay al otro lado, o, lo que es peor, intentemos apurar cualquier cosa que aparezca aunque pueda hacernos daño. En estas ocasiones hay algo que es especialmente dañino y frustrante, intentar copiar, apoderarse, compartir la fórmula de la felicidad de los demás, porque la felicidad de cada uno es una combinación única de puertas que hay que abrir personalmente y sopesar más cuanto menos tiempo nos quede. Aquello famoso de Napoleón: “Vísteme despacio que tengo prisa”

En todo caso, y es algo a tener en cuenta, estoy convencido de que todas las puertas han de ser abiertas desde ambos lados y todas las combinaciones vividas, simultanea o secuencialmente.

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