martes, 20 de diciembre de 2011

¿Cuento de Navidad?


Paseaba el otro día por un camino de la sierra madrileña cuando me encontré a un individuo que abrevaba unos ciervos en un regato escaso. Me llamó la atención su vestido verde, reversible en rojo, sus botas de media caña con grandes hebillas y su larga y descuidada barba. Me acerqué simplemente porque el camino que seguía me acercaba y me dispuse a dejar silbar entre dientes y sin vocalizar el consabido e ininteligible buenos días que se extrae de lo más profundo del desinterés.

No me dio tiempo. El individuo se volvió y soltó un sonoro y cálido:

-          Buenos días amigo -en un tono de voz profundo, optimista y un pelín excesivamente alto- magnífico día para pasear por estos parajes. Permíteme que me presente, me llamo Nicolás aunque soy más conocido como Papa Noel.

A mi lo de tratar con locos nunca se me ha dado bien y decir que mi estómago inició un presuroso plan de vaciado intensivo más allá de lo meramente psicológico es poner las cosas en su sitio. Un individuo de figura enteca, quijotesca, rodeado de ciervos, vestido de verde en la sierra de Madrid no coincidía con quien decía ser ni en su perfil físico, ni en el tipo de animal que le acompañaba, ni en la ubicación geográfica del encuentro.

Todo ello debió de reflejarse en mis ojos y en el sonido tormentoso de mis tripas, porque él se apresuró a tranquilizarme, bueno, a intentarlo.

-          Te aseguro que soy quién digo ser. Verás si me encuentras así de delgado es porque tuve que ponerme a régimen, la dieta Dunkan, ya que peligraba mi trabajo, ya no hacen las chimeneas como antes y mis renos de toda la vida van acusando los años. Por eso me ves con esta sana pero triste figura. Y si me ves con estos ciervos es porque  estoy haciendo una prueba por si pueden servirme para la zona de España en la que quiero expandir mi influencia.

A continuación me enseñó unas fotos de su hogar y sus talleres que parecían auténticas y en todo caso siempre se mostró afable y pacífico. Finalmente y ya en confianza me confesó que estaba intentando desplazar a los Reyes Magos del corazón de los españoles porque eran unos corruptos. Me sorprendí y me explicó entonces que Melchor era ludópata y llevaba siempre un cofre con monedas de oro para poder jugar, Gaspar era un fumador empedernido de sustancias extrañas y muy aromáticas incluso cuando entraba en las habitaciones de los niños y que Baltasar se colocaba con una resina aromática que llevaba en un saquito. Se lo habían contado de muy buena fuente en otro país limítrofe con el nuestro

-          Es más –me aseveró con gesto trascendente y bajando algo la voz- al parecer están implicados en la Operación Puerto.

La verdad es que no dije ni que si ni que no, me despedí de él deseándole solo de palabra toda la suerte del mundo en sus proyectos y me fui pensando para mis adentros:

“Queridos Reyes Magos espero que este año y todos los venideros me traigáis la posibilidad que año a año renuevo de recuperar al niño que llevo dentro, y que vuestra magia, vuestra ilusión, sea la mía más allá de arboles y trineos ”

Feliz Navidad a todos

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